¿Se descalabra el sistema de partidos políticos dominicano? La pregunta no es ociosa, y viene ahora por la renuncia del diputado Manuel Jiménez a una militancia de 27 años en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Pero no es la primera renuncia. Hay otras que han ocurrido, incluso de legisladores, en rechazo a los procedimientos internos de elegir candidatos para los puestos electivos. Y parece que el cuadro no se queda en estas renuncias. Otras más relevantes podrían darse en los próximos meses.

El Partido Reformista Social Cristiano ha pasado a una situación de franco deterioro, durante un período de tiempo largo, y su militancia fue absorbida por el PLD en un proceso extraño, en que reformistas como Prim Pujals o Adriano Sánchez Roa dejaron el PRSC para convertirse en legisladores del PLD, o en que militantes y dirigentes reformistas, como Víctor Gómez Casanovas, o Rafael Calderón, pasaron a ser dirigentes y voceros del PRD y del PLD en las cámaras legislativas.

El Partido Revolucionario Dominicano, una fuerza política de considerable peso en el sistema democrático desde la caída de la dictadura de Trujillo ha pasado a convertirse en una fuerza de escasa significación, y por primera vez en la historia no llevará candidato a la presidencia de la república, sino que se sumará a una candidatura del partido oficialista.

La paradoja: El creador de las Altas Cortes, el estratega de la destrucción del reformismo y del perredeísmo, Leonel Fernández, ha resultado una víctima en este esquema, sin siquiera poder acudir a los organismos legales que creó, porque todo está tan amarrado a las decisiones de uno de los poderes del Estado

La nueva fuerza política que representa el Partido Revolucionario Moderno, surgido de una división del PRD, es aún una entidad en formación, que ha comenzado a presentar credenciales con una elección interna exitosa, en que un joven candidato -Luis Abinader- obtuvo el favor de la mayoría frente a un ex jefe de Estado, Hipólito Mejía, y no hubo amagos ni intentos de insubordinación. Pero las crisis que afectan al PRSC, al PRD y al PLD convierte a las demás fuerzas políticas en receptores potenciales de las renuncias que se van dando por disgustos en cada una de las fuerzas políticas que trabajan para participar en las elecciones del 2016.

Alianza País, un partido relativamente nuevo, bajo la dirección de Guillermo Moreno es una fuerza emergente, que crece en intención de votos y en militancia, pero que aún no ha consolidado una presencia política destacada. Guillermo Moreno es un candidato con un potencial muy alto, que ya una vez la encuesta Gallup le asignó simpatías por un 23 por ciento de las personas encuestadas.

Opción Democrática es otra fuerza emergente, dirigida por la diputada Minou Tavarez Mirabal, quien renunciara al Partido de la Liberación Dominicana, siendo diputada y miembro de su Comité Central. Opción Democrática se organiza el todo el país y va demostrando vocación de poder, agallas y cuenta ya con el apoyo de Alianza por la Democracia, el partido que dirige Max Puig y que está reconocido por la Junta Central Electoral, con lo cual garantiza su presencia en el proceso de votaciones del 2016. Opción Democrática no ha sido reconocida por la Junta Central Electoral.

Lo que llama la atención es que el descalabro que ha sufrido el sistema de partidos políticos ocurrió, por lo menos en su parte más significativa, luego del 2010, cuando fueron escogidas las llamadas Altas Cortes, y cuando se creó un organismo de garantías de que los procesos internos de los partidos serían democráticos: El Tribunal Superior Electoral, un órgano para dirimir exclusivamente los asuntos de los partidos. El órgano ha sido controlado, manejado y dirigido con intenciones muy claras, que no son nada democráticas, y que en realidad sus decisiones han auspiciado la usurpación del poder por parte de grupúsculos sin legitimidad, y por ese la llamada Alta Corte para los Asuntos Electorales ha carecido de legitimidad y de solvencia en todo su accionar, pese a que sus decisiones tienen carácter legal.

Luego de aquella reforma el sistema de partidos ha sufrido golpes muy duros, y no se recupera ni tiene posibilidad de hacerlo. Una posible tabla de salvación podría ser aprobar la Ley de Partidos Políticos, que sigue en manos del PLD y que no avanza, a pesar de todas las promesas que se han hecho.

La paradoja: El creador de las Altas Cortes, el estratega de la destrucción del reformismo y del perredeísmo, Leonel Fernández, ha resultado una víctima en este esquema, sin siquiera poder acudir a los organismos legales que creó, porque todo está tan amarrado a las decisiones de uno de los poderes del Estado, que no le haga sido posible reclamar ni siquiera derechos. Por eso el diputado Manuel Jiménez anuncia, melancólico, su adiós al PLD.