Faltan dos semanas para las elecciones municipales del domingo 16 de febrero, y ya las autoridades de la Junta Central Electoral han dado los pasos para tener bajo control la parte logística: Impresión de las boletas de votación, adquisición y revisión de los equipos del voto automatizado, reforzamiento de la seguridad del software que se utilizará en el proceso, tinta que estará disponible para marcar el dedo de quienes hayan ejercido el derecho al voto, selección y entrenamiento del personal de los centros de votación, y muchos otros aspectos relacionado con los partidos y candidatos que estarán presentes en las votaciones el día 16.

Hay candidatos y partidos que insisten en gastar tiempo de los miembros titulares de la Junta Central Electoral con quejas y denuncias, para que haya nuevas investigaciones y les ofrezcan nuevas garantías de que el proceso será limpio y que no habrá engaños.

Todos los que presionan tienen en su raíz la duda sobre los miembros del tribunal electoral. Por más ensayos, pruebas, muestras y satisfacciones que reciban no creerán en los organizadores de las elecciones. Es decir, son candidatos que saben que no ganarán ninguna posición electiva, pero se comportan como si ellos fueran los ganadores del voto popular y van a ser despojado de la elección por las autoridades responsables de garantizar la transparencia del proceso.

Lo correcto es que la JCE siga haciendo su trabajo y no haga caso, ni pierda tiempo, buscando más respuestas a esos impertinentes. Si un partido no cree en las autoridades electorales, porque piensa que son estafadores y fraudulentos, lo que debe hacer es ausentarse del proceso. Hubo un momento en que el profesor Juan Bosch decía que las elecciones eran “mataderos electorales”, y se abstenía de participar, porque Joaquín Balaguer controlaba la Junta Central Electoral y los demás organismos del Estado, a los cuales ponía a servirle en las elecciones, como ocurrió con las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. La izquierda dominicana siempre denunció los procesos electorales fraudulentos en la época del doctor Balaguer.

José Francisco Peña Gómez fue el político que dijo que iría a elecciones y que era posible sacar a Balaguer del poder mediante elecciones. Creó un grupo de amigos influyentes en todo el mundo, incluyendo presidentes y primeros ministros, y exigió que las elecciones fueran transparentes, como mandaba la ley. Presionó tanto que al final la comunidad internacional puso atención a las elecciones dominicanas, y desde 1978 inauguramos un período diferente.

La JCE es distinta. Sus integrantes han sido escogidos y han dado paso para satisfacer a todos los partidos políticos, se han buscado asesores y empresas del exterior que contribuyan con la transparencia. Ha habido auditorías forenses a los programas informáticos que utiliza la JCE. Los resultados de las elecciones se van a transmitir primero a los partidos, y posteriormente, a la sociedad dominicana. La JCE ha hecho un gran trabajo y ha querido satisfacer a todo el mundo. Se ha probado que dejar satisfechos a todos no es posible. No vamos a dejar de hacer las elecciones para que los que se quejan dejen de hacerlo. Hay que seguir adelante. Y en este caso no se trata de confiar ciegamente en la JCE, sino en permitir que ellos hagan su trabajo, sin entorpecerlos, con el propósito de que la gente vote y elija a los funcionarios que gobernarán los municipios de todo el país.