La Cámara de Diputados discutió este martes otra vez las observaciones del presidente Danilo Medina al Código Penal. Lo que el país pudo observar fue un debate abierto, franco, y al mismo tiempo pudo percibir la calidad de los legisladores que nos representan como sociedad.
Quienes tuvieron la oportunidad de escuchar, observar o leer las intervenciones de los señores diputados pudieron darse cuenta de que hace falta mucha educación en el cuerpo dirigente de la sociedad dominicana. Y en particular en los diputados.
Los legisladores son líderes sociales y políticos, son líderes en sus comunidades, tienen que convencer a los electores para que les elijan, y se les supone capacidad de convencimiento. Los discursos que escuchamos, salvo algunas excepciones notables, obviaron por completo la representación de la sociedad que eligió a esos congresistas. Algunos llegaron a expresar que estaban allí exclusivamente por la gracia de Dios, y que debían decidir en función de lo que les dicta la Biblia, y no la democracia.
El país pudo escuchar todas las variantes de un discurso fundamentalista, obsequiosamente religioso y en atención a los postulados de unas iglesias que no tienen miramientos en la forma de presionar al Congreso, llegando incluso hasta el chantaje directo, como el de incluir confidencias sobre las supuestas penurias de la esposa del presidente de la República.
Discursos apartes, también hay que mirar con claridad la cobardía de los partidos políticos. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) estuvo dividido pero sus voceros nunca tomaron una decisión, hasta el último minuto. Sin embargo, muchos de sus diputados teorizaron, hablaron largamente, se exhibieron y dieron a entender que con el tema del Código Penal y las observaciones del presidente, estaban en una especie de pasarela.
El Partido Revolucionario Moderno (PRM) dejó en libertad a sus diputados, pero su vocero Nelson Arroyo lanzó un discurso de apoyo a las observaciones del presidente Danilo Medina. Es decir, que como el PLD, estaban con las dos posiciones, para no ser víctimas de los chantajes abiertos expresados por las iglesias católica y evangélica, en sus diversas denominaciones.
El papel más lamentable fue jugado por el presidente de la Cámara de Diputados, Abel Martínez, quien sacó de las mangas una propuesta salomónica, para postergar el debate, refiriéndolo a una ley especial sobre los protocolos que se aplicarían para favorecer dos de las tres excepciones propuestas por el presidente de la República, Danilo Medina.
Es decir, que los debates de la pasada semana y de este martes, han sido un verdadero espectáculo para los diputados exhibirse, mostrares, desde ya hacer campaña para las elecciones del 2016, y muchos hasta con hipocresía, ponerse donde el ojo de dios los vea, para sacar ventajas y decir que ellos hacen su papel de acuerdo a lo que digan los obispos católicos y los pastores evangélicos. Parte de la degradación política en la que hemos caído.