Once organizaciones políticas acaban de firmar un pacto político-electoral para las elecciones municipales y congresuales.
Es positivo que las fuerzas políticas echen a un lado sus diferencias para ponerse de acuerdo electoralmente. Incluso se trata partidos y personalidades políticas muy dispares.
Han negociado candidaturas. No han negociado programas de gobierno ni planes o agendas legislativas. En el nivel municipal quieren destronar las alcaldías que tiene el Partido de la Liberación Dominicana.
Es necesario mirar con un poquito más de atención el propósito de estas alianzas. En interés es destronar al PLD de los municipios y del Congreso. No pueden discutir los programas, porque si entran en ese campo se dispersarían inmediatamente.
Los líderes de esa alianza son Leonel Fernández, Luis Abinader y Federico Antún Batlle. Leonel Fernández acaba de renunciar del PLD y está tratando de formar un partido político al que llamará Fuerza del Pueblo. Se puede decir que Leonel y su proyecto político son esencialmente enemigos del PLD, de donde acaban de salir, y de Danilo Medina, que ahora es líder absoluto del PLD. Aquí estamos ante una decisión política y personal. El rencor es lo que mueve esta decisión por el lado de Leonel Fernández. Necesita tener su propio espacio político, pero en este momento lo fundamental es ir contra su ex compañero y contra su antiguo partido, que él forjó con mucho esfuerzo. No hay peor cuña que la del mismo palo.
Luis Abinader es líder de un partido recién creado, el Revolucionario Moderno, y tiene todo el derecho a dirigir el país, alcanzar el poder. El PRM es la opción de oposición que está buscando la alternancia. Su razón de ser como líder y como partido es conseguir la presidencia de la república y llevar a sus dirigentes a los municipios y al Congreso. Luis Abinader aprovecha la ira de Leonel y le da sentido político a su favor. Es inteligente y eso puede dar resultados plausibles.
Federico Antún Batlle y el Partido Reformista Social Cristiano tienen un objetivo diferente, pues buscaban con ansiedad un candidato presidencial que subiera sus números y garantizara que el PRSC alcanzara más del 5 por ciento de los votos, para ser parte del gran pastel presupuestario que representa el 80% de los fondos públicos para los partidos. Lo otro es obtener posiciones que les permitan ser parte del Estado.
Si esos tres dirigentes se plantearan discutir, por ejemplo, una agenda en el Congreso Nacional no les daría el tiempo para alcanzar un acuerdo. Que se discuta el tema de la institucionalidad democrática, por ejemplo, la independencia del Ministerio Público y del Poder Judicial. Leonel y Luis tienen posiciones encontradas, como las tienen sobre las políticas sociales o sobre las políticas económicas. Igual pasaría si se discutieran acciones desde el Estado para mejorar la seguridad ciudadana, controlar la migración haitiana o establecer un código penal con las tres causales para permitir la interrupción voluntaria del embarazo.
El acuerdo que se anunció este jueves es algo de corto alcance, con el propósito de conseguir posiciones en el Congreso y en los municipios, pero no sobre la forma en que se aplicarán soluciones a los problemas que ellos mismos han podido identificar. Iniciativa Democrática por la Regeneración Nacional preparó un documento base para la unidad política contra el PLD. Leonel era parte del PLD, entonces, y nunca aprobó ese documento. Los partidos que hoy apoyan a Leonel no quisieron formar parte de ese proceso, y aunque simpatizaron con el documento jamás lo firmaron. Quique Antún lo conoció, lo aprobó, pero no lo firmó.
La alianza de once partidos para las elecciones municipales y congresuales es compleja y abigarrada. Es la unidad de la derecha (PQDC, FNP, DxC, PRSC, etc) con la izquierda (Frente Amplio, APD, PTD), y la parte del centro que representa el socialdemócrata Partido Revolucionario Moderno.
Otro elemento a discutir es el nivel presidencial, y los escenarios que se presentan, con y sin Leonel como candidato presidencial. Lo veremos entonces.