Este viernes, 26 de enero, es el natalicio del padre de la patria, Juan Pablo Duarte, y celebraciones que se inician con esta fecha, también comienza el Mes de la Patria, que finaliza el 27 de febrero, con un nuevo aniversario de nuestra independencia nacional.

Entre el nacimiento de Duarte y hoy han transcurrido 205 años. Duarte actuó desde muy corta edad, siendo apenas un jovencito comenzó a insistir en la necesidad de la separación de Haití y en que debíamos contar con una república independiente, soberana, libre de la influencia de las potencias extranjeras, y su gran virtud fue haber insistido y trabajado casi toda su vida por esa idea.

Sus compañeros, amigos, colegas, cambiaron de ideas o se adscribieron a los grupos conservadores que postulaban era imposible el sueño de Juan Pablo Duarte, que para sobrevivir como país debíamos contar con el apoyo de alguna potencia colonialista, fuera España, Francia o Estados Unidos. Duarte mantuvo su ideal, entregó todo lo que tenía para alcanzar la independencia y finalmente el 27 de febrero de 1844 ocurrió la separación de Haití, pero de inmediato comenzaron los planes conservadores para anexar la nueva república a una potencia que le diera “apoyo”. Los franceses estaban dispuestos, lo mismo que los norteamericanos y los españoles. Santana se adhirió a España, como anexión, y desapareció la república independiente deseada por Duarte.

Ha sido siempre la gran batalla entre conservadores y liberales.Los que han creído en la posibilidad de la soberanía y los que no. Los caudillos han sido los entreguistas de la soberanía, los que mediante préstamos, empréstitos y la corrupción comprometieron la posibilidad del progreso y la prosperidad económica, y los que cercenaron la libertad.

Los democráticos, escasos en años de gobierno y en control del poder, han garantizado la libertad, estimulado la prosperidad, creído en la democracia, pero han sido víctimas de las traiciones y de la falta de responsabilidad de los ricos y conservadores.

Orlando Inoa, Roberto Cassá, Juan Daniel Balcácer y muchos otros han escrito y  descrito los detalles de esa trágica historia política. Hace falta conocerla en sus detalles y pasar del recuento a la acción, para que la sociedad de hoy sea también protagonista, sea también militante de la construcción de la patria, de la reinvención democrática, y al paso del tiempo podamos decir que hemos seguido el ejemplo de Duarte.

Ese ejemplo se mantiene logrando la lucha por una justicia independiente, por una prosperidad económica, porque haya riqueza para los dominicanos, que no tengan las personas menesterosas que vivir de la mendicidad pública. Que cono sociedad pongamos freno a la corrupción, que la educación reivindique la libertad, la dignidad, la conciencia ciudadana, y que los políticos no puedan utilizar el presupuesto nacional para decir que logran progreso con el clientelismo electoral que los beneficia solo a ellos.

La soberanía se defiende con un gobierno que defienda los intereses de la sociedad, no de los miembros de un partido político o de un grupo dentro de un partido. Ser soberanista no es perseguir a los inmigrantes, haitianos o venezolanos o de cualquier otro país que hayan migrado a la República Dominicana. El que migra lo hace generalmente buscando prosperidad, recursos para subsistir en mejores condiciones, no robarle la libertad ni la soberanía a ningún país.

Millones de dominicanos han migrado hacia Estados Unidos, Europa y muchos otros países del mundo. De ellos nos sentimos orgullosos y agradecidos. No han olvidado a su país, ni a sus familiares, y son un gran apoyo con las remesas que envían desde los más apartados rincones del mundo sobre se encuentran.

La sociedad que Duarte soñò no es la del odio, ni la que persigue y golpea a los inmigrantes. Juan Pablo Duarte fue inmigrante casi toda su vida. Vivió en Alemania como inmigrante, en Barcelona, España, como inmigrante, donde adquirió muchas de sus ideas redentoras, y fue inmigrante en muchas de las islas del Caribe. El 27 de febrero de 1844 era un inmigrante, y el 13 de julio de 1876, cuando falleció en Caracas, era un inmigrante.

Honor a nuestro padre de la patria en este nuevo aniversario de su nacimiento, por la certidumbre de su pensamiento, sobre la sociedad que ansiaba, y porque fue inmigrante que sufrió los sinsabores que esa condición acarrea. Este poema lo escribió Juan Pablo Duarte, titulado La cartera del proscrito:

La Cartera del Proscrito

Cuán triste, largo y cansado,

cuán angustioso camino,

señala el Ente divino

al infeliz desterrado.

Ir por el mundo perdido

a merecer su piedad,

en profunda oscuridad

el horizonte sumido.

Qué triste es verlo pasar

tan apacible y sereno,

y saber que allí en su seno

es la mansión del pesar.

El suelo dejar querido

de nuestra infancia testigo,

sin columbrar a un amigo

de quien decir me despido.

Pues cuando en la tempestad

se ve perder la esperanza,

estréllase en la mudanza

la nave de la amistad.

Y andar, andar errabundo,

sin encontrar del camino

el triste fin que el destino

le depare aquí en el mundo.

Y recordar y gemir

por no mirar a su lado,

algún objeto adorado

a quién ¿te acuerdas? decir.

Llegar a tierra extranjera

sin idea alguna ilusoria,

sin porvenir y sin gloria,

sin penares ni bandera.