Este jueves se cumplen 20 años del fallecimiento del doctor José Francisco Peña Gómez. Vale la pena recordarlo, por sus aportes al sistema democrático, por su visión y empeño en insertar a la República Dominicana en el concierto de naciones progresistas, y por su legado de honestidad y transparencia, desde el ámbito de la política partidista.
Peña Gómez fue el gran constructor del Partido Revolucionario Dominicano, y fue el autor de la tesis política que finalmente se impuso, de llevar al PRD al poder mediante su participación en procesos electorales, con el apoyo de aliados internacionales importantes, incluyendo a los miembros de la Internacional Socialista y a los llamados liberales de Washington. Y lo logró.
Pese a la concepción del profesor Juan Bosch, su maestro en la política, de que las elecciones eran “mataderos electorales”, porque Joaquín Balaguer nunca dejaría el poder por la vía electoral, Peña Gómez impulsó alianzas y demostró que era posible el acceso al poder mediante elecciones.
Fue difícil la tarea, pero el criterio y la convicción democrática de José Francisco Peña Gómez salvaron el sistema político de la previsible violencia, y condujeron al país a un renacimiento en el que los partidos de derecha e izquierda formaban coaliciones electorales y consolidaban posiciones en las diversas instancias estatales, incluyendo el Congreso Nacional, sin mayores traumas y sin la habitual represión que se impuso en el régimen de los 12 años del doctor Joaquín Balaguer.
Peña hizo posible la llegada al poder de Don Antonio Guzmán, como candidato del Partido Revolucionario Dominicano, en 1978. Fue él quien se echó encima esa campaña, quien fue atacado en numerosas ocasiones, y sobre quien se dijeron las más infames mentiras y agravios. Luego hizo posible el mantenimiento del PRD en el poder, con Salvador Jorge Blanco, y al finalizar ese período de gobierno lanzó el Bloque Institucional para promover sus propias aspiraciones a la presidencia de la República.
Esas aspiraciones de Peña Gómez no pudieron concretarse, porque su compañero Jacobo Majluta alcanzó la candidatura presidencial en 1986, para perder esa elección ante el resucitado Joaquín Balaguer. En las siguientes elecciones de 1990, Peña volvió a demostrar su desprendimiento y ofreció un acuerdo al profesor Juan Bosch, para apoyarle en esa elección presidencial, que el profesor Bosch rechazó. Balaguer se quedó en el poder mediante triquiñuelas, Juan Bosch quedó en segundo lugar y alegó fraude, y Peña Gómez obtuvo un importante 23 por ciento como aspirante presidencial.
El siguiente proceso electoral en 1994 también se caracterizó por el fraude, en esta ocasión contra el candidato puntero, el doctor José Francisco Peña Gómez. De nuevo Peña Gómez volvió a evitar una tragedia al pueblo dominicano, y aceptó la firma del llamado Pacto por la Democracia, que mantenía a Joaquín Balaguer en el poder por dos años más, cambiaba la Constitución de la República, prohibía la reelección presidencial y proclamaba la independencia del poder judicial.
Para las elecciones del 1996 Joaquín Balaguer y Juan Bosch unieron sus fuerzas políticas contra Peña Gómez. Siempre será recordada la infame y odiosa frase de Balaguer, ante miles de peledeístas y reformistas, proclamando que “el camino malo está cerrado”.
Esa fue la más socorrida acusación que se hizo sobre José Francisco Peña Gómez, que era negro, que era el haitiano, que el brujo, que agitaba a las masas populares, en fin que era el malo y que representaba lo peor de la sociedad dominicana. Es la misma idea racista que se ha extendido a una gran parte de la sociedad dominicana, de que la negritud, la africanía y nuestra descendencia negra y mulata representante el camino malo. Tremendo problema de identidad el que todavía perturba a la sociedad dominicana.
Peña Gómez no pudo ser presidente de la República. Apenas logró la sindicatura del Distrito Nacional, en donde demostró su calidad y empeño como administrador y hombre dedicado a mejorar las condiciones de vida de los capitaleños. Creó espacios de recreación populares, sembró de árboles la capital, y dotó a la ciudad de equipos para recoger la basura.
Peña es el líder popular de mayor dimensión de la historia política dominicana. Contra él se cebó todo el odio y la infamia que se pueda acumular contra alguien empeñado en sacar de la pobreza a la inmensa mayoría.
A los 20 años de su partida, por un agresivo cáncer del páncreas, lo recordamos con admiración y respeto. Durante su última campaña electoral tuvo la oportunidad de perdonar en vida a todos los que lo agredieron y quisieron presentarlo como un demonio. Admiración, respeto y buen recuerdo de José Francisco Peña Gómez.