Aune en la madrugada de este jueves, finalmente, el presidente Donald Trump se rindió ante la realidad de su derrota y prometió respetar la transición hacia el presidente electo Joe Biden, Estados Unidos ha sufrido una grave crisis política e institucional que costará tiempo y esfuerzo para solucionarla.
El Congreso de EE.UU formalizó el reconocimiento y oficialización de la victoria de Biden en una accidentada sesión que empezó en el atardecer del miércoles y concluyó en la madrugada de este jueves, luego de un asedio que duró casi cuatro horas y se saldó con cuatro muertos, 14 policías heridos y al menos 52 detenidos.
Los sucesos violentos ocurridos en la tarde de este miércoles en Washington, DC, capital de los Estados Unidos de América, han puesto al desnudo una grave crisis política en ese país.
El pueblo de los Estados Unidos asistió al hecho pasmoso de que un presidente se negaba a reconocer su derrota y se aferraba al poder contra toda ley y principio de la democracia.
Para muchos resultaba impensable que una facción política intentaran arrebatar el poder por la fuerza, desconociendo el voto de la mayoría ciudadana.
Quién lo iba a decir, un golpe en EE.UU, el país que cada año hace lista de países y pone notas de aprobación o de desaprobación en asuntos de democracia, derechos humanos, narcotráfico, transparencia y respeto a las reglas de la democracia.
Tal vez se necesiten años y profundas reformas que ayuden a fortalecer la democracia estadounidense y a curar las heridas de una sociedad dañada y dividida por las injusticias sociales, las exclusiones, el racismo y la violencia
Con un discurso irresponsable y peligroso el presidente Donald Trump incitó a sus seguidores más extremistas a participar en lo que denominó una protesta "salvaje" para intentar desconocer los resultados de las elecciones e impedir que se formalizara el reconocimiento de la victoria del demócrata Joe Biden en el Congreso de los Estados Unidos.
En efecto, esa protesta "salvaje" se efectuó en la tarde de este miércoles. Se produjo una irrupción violenta de los seguidores de Trump en la sede del poder legislativo de EEUU, resultado cuatro muertos, 14 policías heridos y al menos 52 detenidos.
Momentos antes el presidente Trump había atacado al vicepresidente Mike Pence, porque éste se negó a obstaculizar el acto de reconocimiento de los votos electorales que dieron la victoria a Biden.
Con la actitud asumida por el presidente Trump, quien lejos de condenar los hechos de violencia y la irrupción golpista de sus seguidores en el Congreso se limitó a decirles que comprendía su encono, pero que les pedía que regresaran a sus casas, EEUU pierde cualquier autoridad moral para hablar de democracia y criticar a gobiernos a los que considera no democráticos.
Triste espectáculo dado por EE.UU. Las críticas no se han hecho esperar. Sus importantes aliados Francia, Reino Unido, Alemania e Israel se pronunciaron censurando lo ocurrido. De igual manera Puerto Rico, isla bajo dominio de EEUU, expresó su condena a la toma violenta del Capitolio por parte de los seguidores de Trump.
Lo más probable es que el presidente electo Joe Biden no enfrente más dificultades para asumir el día 20 la presidencia de EE.UU., pero la democracia y la institucionalidad estadounidenses quedrán seriamente lesionadas y debilitadas.
Tal vez se necesiten años y profundas reformas que ayuden a fortalecer la democracia estadounidense y a curar las heridas de una sociedad dañada y dividida por las injusticias sociales, las exclusiones, el racismo y la violencia.