La sociedad dominicana ha sido testigo del Foro Nacional Estudiantil, convocado por el Ministro de Educación con el propósito de analizar la realidad educativa y dar pasos hacia una experiencia educativa caracterizada por una enseñanza mejor y una cultura de paz. Trescientos sesenta estudiantes tuvieron la oportunidad de dialogar, de analizar, de preguntar, de sugerir y de proponer iniciativas para dar pasos hacia los propósitos del Foro.

Celebramos esta iniciativa del Ministerio de Educación; y esperamos que este tipo de actividad forme parte de una política orientada a fortalecer la participación de todos los actores de los centros educativos: estudiantes, profesores, equipos directivos, técnicos -nacionales, regionales y distritales-; las Asociaciones de madres, padres y amigos de la escuela; el personal auxiliar y los diferentes órganos de participación que contempla la Ley General de Educación 66-97. La participación de los actores tiene el respaldo de esta Ley, en el Título IX De la Participación. Es un Título que consta de tres capítulos; cada uno incentiva una participación activa en el sistema educativo.

Tenemos la certeza de que los estudiantes pueden aportar mucho para hacer avanzar los cambios que deseamos y necesitamos en educación. Su creatividad, su capacidad de observación; y la versatilidad que les aportan estos tiempos de desarrollo tecnológico e impacto de las redes sociales, les permite tener una visión más amplia que en tiempos anteriores sobre problemas escolares y sociales. Contar con ellos para construir nuevas propuestas y para repensar la educación constituye un desafío para los docentes y para los gestores del sistema educativo dominicano.

Es un desafío, pues no todos los docentes y gestores de la educación están preparados para asumir, respaldar e incentivar una participación significativa de los estudiantes. Este aspecto requiere nuestra atención en los centros de formación de educadores. Hay docentes que se sienten inseguros y se muestran tensos cuando la participación de los estudiantes alcanza un alto nivel. Otros los convierten en colaboradores estratégicos y en personal de apoyo a los que están rezagados. La participación requiere un proceso de formación y de seguimiento para que haya congruencia entre las orientaciones que norman la participación y lo que hace la persona que participa.

Lo importante es construir la cultura de la participación en los centros educativos y en la comunidad educativa en general. Si la participación se asume como cultura, se construye y se ejercita en la vida cotidiana de los centros educativos, se rompe la pasividad de los estudiantes; y estos tienen una oportunidad mayor, para aportar sus ideas, para plantear sus inquietudes y, sobre todo, para proponer alternativas de solución a las situaciones difíciles que se les presentan al centro, a la comunidad educativa y a los mismos estudiantes. Potenciar la participación de los estudiantes garantiza un aprendizaje más efectivo y un trabajo docente más productivo.

Necesitamos que la voz de los estudiantes se escuche con más frecuencia en las circunstancias que requieren la mirada plural de todos para resolver problemas y, especialmente, para reinventar la escuela. Desde los más pequeños hasta los mayores, pueden ofrecernos iniciativas novedosas y prácticas. Es tiempo de que las personas adultas desarrollemos confianza básica en adolescentes y jóvenes. Si esta confianza progresa y la participación más que coyuntural es sistemática, podremos avanzar hacia una educación inclusiva y transformadora.

Importa destacar, también, que la participación es un derecho de los diferentes actores del centro educativo y de la comunidad educativa. Al participar, los estudiantes ejercen un derecho. Este derecho comporta responsabilidades. Es un compromiso de la educación nuestra formar a los estudiantes para que ejerzan sus derechos y para que respondan de forma consciente a las responsabilidades que implica cada derecho. Es necesario, además, que los diferentes actores analicen su participación en las actividades en que tienen ocasión de hacerlo.

Participar implica unos requerimientos de los cuales los estudiantes y los demás actores no deben sustraerse. Estos requerimientos se refieren a:

  1. a) Información completa y a tiempo real. Si la información es incompleta y desfasada, la participación será deficiente y desactualizada.
  2. b) Convocatoria y agenda explícitas sobre la actividad con un margen de tiempo que permita la preparación previa y una intervención cualificada.
  3. c) Estudio, reflexión y trabajo con sus pares, para clarificar ideas, consensuar posturas y, además, para entrar en contacto con las valoraciones de sus compañeros.
  4. d) Toma de postura ante los temas de la agenda para que su participación sea productiva y contribuya con la finalidad de la misma.
  5. e) Elaboración de síntesis personales sobre las actividades en las que participan para que sus pensamientos se ordenen y sean conscientes de los procesos en los que se involucraron. Además, al elaborar la síntesis, se potencia la capacidad reflexiva y la creatividad de cada participante. Estos aspectos son interdependientes y pensados con una perspectiva holística para que la participación no fragmente el pensamiento ni distorsione la realidad.

 

Una dimensión importante de la participación es la disposición y la capacidad de comunicar y de multiplicar la experiencia. Deseamos que los estudiantes se consideren representantes naturales de su centro educativo y piensen en la importancia de comunicar y de compartir con los que no participaron presencialmente. Es importante que los participantes en el Foro Estudiantil informen, se conviertan en agentes multiplicadores de la experiencia para evitar la privatización del saber ni se fomente la cultura individualista por encima de la cultura que favorece la construcción colectiva y el intercambio de saberes y experiencias. Hubo medios que describieron a los estudiantes participantes como de los más sobresalientes de cada región educativa. Pues ahora, después del Foro, se tiene que notar si sobresalen en favor de su comunidad educativa; y que por ello se preocupan por informar a los compañeros que no participaron; o si sobresalen por estar en función de sí mismos. Confiamos en que ocurrirá lo primero.

Los centros educativos tienen que aprender a capitalizar la inteligencia, el dinamismo de los estudiantes. Para ello, deben poner en ejecución las diversas modalidades de participación que presenta la Ley General de Educación 66-97. Por el tiempo que tiene la Ley, podemos afirmar que los mecanismos de participación que propone ya están superados en gran parte por los avances de las ciencias, de las tecnologías y los cambios culturales y sociales que se están produciendo. Pero aun así, el Título IX tiene vigencia, posee elementos válidos y demanda mayor aterrizaje en la comunidad educativa. El objetivo del Foro Estudiantil requiere seguimiento continuo, con publicidad amplia y persistente, para que lo que se ha organizado como parte de un proceso no se reduzca a un evento más. Sugerimos que los estudiantes participen, también, en la sistematización de la lluvia de ideas, de los consensos y acuerdos, si los hubo. Si esto ocurre, estamos frente a una participación con significado y con una perspectiva más integral.