Acostumbrados ya a las trampas y a la manipulación de los extremismos de los nacionalistas a ultranzas, que no se detienen ni siquiera a pensar en los daños éticos y morales que causan en su empeño visceral por imponer sus ideas fascistas, la mentira y la manipulación han cundido en las redes sociales y en los medios de comunicación sobre el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, que se discute desde hace dos años en las Naciones Unidas y que será conocido y aprobado en una reunión que tendrá lugar en Marruecos, la próxima semana.
Lo primero ha sido retorcer la verdad, denigrar el pacto diciendo que se trata de una imposición y una forma de asesinar la soberanía de los países. Y como hay escaso interés por la lectura, muy pocos se aproximan a leer el texto en debate y sin conocerlo, desde la ignorancia, lo rechazan, lo estropean, lo denuncian como algo indigno. Ni siquiera hay posibilidad para el debate, porque es muy común encontrar algunos diciendo que no hay que leer nada, y que sencillamente el gobierno debe rechazarlo.
La tendencia mundial antiinmigración que han impuesto los Trump, Orbán, Salvini, Bolsonaro y tantos otros políticos de nuevo cuño, se sustenta en la falsa idea de que el inmigrante es un invasor que destruye la economía y la cultura de los países receptores, y que cada quien debe cerrarse en su espacio, proteger su territorio, independientemente de que fuera de ese espacio la humanidad esté ardiendo o padezca de la hambruna y la violencia. Es la deshumanización más ordinaria y canalla por la vía estatal, echando al zafaron los valores y principios en que se ha sustentado el mundo desarrollado como lo conocemos hoy.
Países como Italia, heredero del imperio romano, o potencias como Reino Unido y Estados Unidos, obtuvieron su influencia y su riqueza expoliando a otros pueblos, invadiendo comunidades, zonas y países y disponiendo de impuestos a los pueblos subyugados, que a su vez debían también producir alimentos para el enriquecimiento de la clase dirigente. Europa es hoy desarrollado gracias a la imposición de Alemania, Francia, Reino Unido, España, Portugal y Holanda, entre otros países imperiales, a los pueblos de Asia, Africa, America y otras zonas del mundo que fueron saqueadas en su riqueza por los imperios europeos.
Millones de personas tienen que migrar en todo el mundo. Escapan de la miseria, de la falta de alimentos y de empleos, de la falta de oportunidades, mientras que gobiernos como los de Estados Unidos, Italia, Alemania, Inglaterra adoptan políticas cada vez más restrictivas e inhumanas para detener los flujos migratorios. Cada uno de esos países hoy desarrollados invadieron por la fuerza, impusieron gobiernos dictatoriales y saquearon las riquezas y los bienes culturales, y ahora violan los derechos humanos y faltan a la herencia universal conquistada por la vía del multilateralismo, a través de Naciones Unidas, para respetar los derechos humanos, detener la tortura, no consentir las violaciones a los derechos culturales, a la no violencia y que cada país respete a las personas que se mueven en las fronteras del mundo.
Aproximadamente 190 países se reunirán en Marruecos, en el norte de Africa, la próxima semana para discutir un Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular. No se trata de quitarle la soberanía a ningún país, ni de imponer a los países que acepten a cualquiera en su territorio. Se trata de que cada persona que migre regularmente tenga el respeto a sus derechos humanos fundamentales. La República Dominicana se encuentra entre los países emisores de migración: Más de 2 millones de dominicanos han migrado por el mundo, principalmente a Estados Unidos y Europa. Para ellos debemos exigir respeto, y muy especialmente ahora en que el gobierno de los Estados Unidos está utilizando políticas agresivas contra los migrantes en ese país, incluyendo la negación de derechos adquiridos como ha ocurrido con los dreamers.
El Pacto de la ONU busca reforzar la cooperación, reducir la migración, proteger las vidas y la dignidad de las personas que migran, y con mucha claridad que establecido que los países son soberanos en las decisiones que tomen en materia de políticas migratorias.
Lo dice el Pacto de este modo:
Soberanía nacional. El Pacto Mundial reafirma que los Estados tienen el derecho soberano a determinar su propia política migratoria y la prerrogativa de regular la migración dentro de su jurisdicción, de conformidad con el derecho internacional. Dentro de su jurisdicción soberana, los Estados podrán distinguir entre el estatus migratorio regular e irregular, incluso al decidir con qué medidas legislativas y normativas aplicarán el Pacto Mundial, teniendo en cuenta sus diferentes realidades, políticas y prioridades, y los requisitos para entrar, residir y trabajar en el país, de conformidad con el derecho internacional.
Quienes rechazan este documento están dando la espalda a valores fundamentales de la convivencia humana.