La declaración conjunta de los presidentes Luis Abinader, de la República Dominicana, y Jovenel Moïse, de la República de Haití, es un gran paso en la historia de las relaciones diplomáticas, políticas, económicas y culturales de los gobiernos que comparten la misma isla.
Es una expresión sincera y objetiva de cooperación que no habíamos visto antes. No tiene precedente el contenido del documento, que se revela sin alharaca y sin tambores rimbombantes de una reunión realizada en la parte dominicana en la frontera, con despliegue militar y una multitud de periodistas nacionales y extranjeros.
Las conversaciones se produjeron discretamente. El ministro de Relaciones Exteriores dominicano visitó Puerto Príncipe, y el ministro de Relaciones Exteriores de Haití visitó Santo Domingo. Se entiende que estaban trabajando los datos para unos acuerdos claros, sencillos, aplicables y justos, dirigidos a resolver problemas ancestrales, que jamás habían sido planteados como posibles a ser atendidos amigablemente. Reconocemos que los prejuicios, generalmente irracionales y nefastos, han sido utilizados para sembrar cizaña y crear incomunicación en dos pueblos culturalmente diferentes, pero obligados a entenderse.
República Dominicana y Haití tienen serias y notables diferencias. Una frontera física de más de 300 kilómetros nos obliga a pactar soluciones a problemas comunes, como la seguridad, el combate a la delincuencia y el tráfico ilegal de productos y personas, incluyendo la migración y tráfico irresponsable. Haití fue devastado por un terremoto hace 11 años, y República Dominicana debió acudir en su ayuda. Haití poco a poco se ha ido recuperando, pero tiene lastres institucionales y políticos que deberá resolver, con el apoyo de la comunidad internacional, incluyendo a su vecina República Dominicana.
El documento dado a conocer reconoce que Haití está haciendo una reforma de su Constitución política. Haití está intentado cambiar su forma de gobierno, de parlamentario a presidencialista, y para ello necesitará conocer experiencias como la dominicana, que la tiene bien cerca.
Es positivo que ese punto se haya incluido en el documento, porque cualquier reforma política requiere de consenso, práctica política inteligente, y nuestro país puede ofrecer apoyo a los haitianos, respetando la distancia y la soberanía de nuestros vecinos.
Será importante para ambos países el primer punto de la declaración conjunta: Que los dos países trabajarán en la identificación e inscripción en el registro civil haitiano de todos los ciudadanos haitianos que se encuentren el aRepública Dominicana, y que los dominicanos apoyaremos la construcción de hospitales en el territorio haitiano “para reducir el uso intensivo de los hospitales dominicanos”.
En general los 9 puntos de la declaración deben recibir el consentimiento de los dominicanos, de los grupos empresariales, políticos y organizaciones que han puesto atención y que mantienen posturas críticas sobre la mano de obra haitiana en la República Dominicana. Es un tema de impacto en la economía y en la vida institucional dominicana.
Y a los dominicanos no nos queda otra opción que ser solidarios, y apoyar tanto como sea posible al gobierno y al pueblo haitianos a salir adelante, a prosperar generando empleos, productividad, exportaciones, reduciendo la pobreza. Por justicia y porque todos los pueblos deben tener iguales objetivos, pero al mismo tiempo porque de ese modo se reduce la migración haitiana a la República Dominicana.
Animamos al ministro de Relaciones Exteriores dominicano, Roberto Álvarez, y al presidente Luis Abinader continuar impulsando el mejoramiento de las relaciones con Haití, y a contribuir tanto como sea posible con el crecimiento democrático y la estabilidad institucional del hermano país.
Del mismo modo, estimulamos a los medios de comunicación de Haití, comenzando por nuestro aliado Le Nouvelliste, a dar un espaldarazo a los esfuerzos de reforma constitucional que emprendió el presidente Jovenel Moïse, así como a la continuidad y profundización de estos acuerdos que se acaban de revelar en Santo Domingo y en Puerto Príncipe.