Los resultados de las elecciones extraordinarias municipales no han tenido cuestionamientos. Eso es ya un éxito para la Junta Central Electoral y para el sistema democrático y electoral dominicano.

Es verdad que los resultados no son definitivos, y algunas actas de las que se levantaron en todo el país deben ser “cuadradas” aritmeticamente. Sin embargo, pese a la elevadísima abstención, que ronda el 66 por ciento, no hay quejas de los contendientes. Y en el caso del Partido Revolucionario Moderno ha habido discursos de aceptación y celebración. Y en el caso del Partido de la Liberación Dominicana, a través de su Comité Político, lo que hubo fue aceptación de los resultados, pese a que es el partido que más está perdiendo en la contienda.

Las elecciones extraordinarias se celebraron en condiciones adversas. Luego del fracaso de las elecciones con voto automatizado, y luego de intensas protestas, y en el momento de intensificación de las acciones preventivas contra el coronavirus. Mucha gente prefirió quedarse en casa. Nada de eso afectó el resultado final, que ha sido en la práctica admitido por todos.

Las lecciones quedan por analizarse y aplicarse las correcciones de lygar, porque en abril 24 asumirán las autoridades recién electas en el nivel municipal, y en mayo habrá elecciones presidenciales y congresuales.

Esas elecciones serán el sistema “manual” tradicional, que se ha aplicado ahora. Se espera que sean celebradas con normalidad, sin tensiones ni resistencia, y con la transparencia debida, para que el país pueda continuar su desarrollo y enfrentando los desafíos que se nos presenten, aparte de los que ya conocemos y que nos son de pleno conocimiento.

Hay que tomar las medidas preventivas para evitar un impacto desastroso en la salud de la comunidad y en la economía. En ambos casos sufriremos. Aportemos para amortiguar el golpe y que los daños sean menores en ambos casos. Por lo menos con esta prueba de las elecciones extraordinarias parece que pudimos salir adelante sin tropezones.