Ya a nadie sorprenden las decisiones del Tribunal Superior Electoral. Todo ciudadano que se preocupe por la salud y la calidad de la democracia debe mirar con estupor la forma en que los jueces del Tribunal Superior Electoral han lanzado por la borda la bandera de la independencia y se han colocado, como el más ruin encadenado, de rodillas ante una sola posición.
Y sin que sus jueces hayan planeado conquistar el nivel de desprestigio al que han llegado, porque son parte de una estructura política nueva, creada por la Constitución del 2010, es muy probable que tampoco les preocupe tener credibilidad y sentir la estima de la ciudadanía.
Los jueces, además del consenso del soberano, se apegan estrictamente a las leyes. Y en el caso del Tribunal Superior Electoral, dan la impresión de estar decidiendo soberanamente la destrucción de una de las fuerzas políticas del sistema, que ha sido gobierno en varias ocasiones, y que lo hacen de manera deliberada, cuando su designación fue realizada precisamente para garantizar el ejercicio democrático y el fortalecimiento del sistema de partidos políticos.
Alguna posibilidad han debido encontrar los jueces para que el PRD pueda realizar una convención incluyente y no excluyente. Un partido que ha reducido administrativamente su padrón electoral en 700 mil miembros, en poco tiempo, está siendo validado en sus exclusiones, con lo que se coarta flagrantemente el derecho a la participación política, y eso no motiva una reacción en defensa de los excluidos del PRD, pues hasta el momento, en casi 30 decisiones que han debido tomar, los miembros del Tribunal Superior Electoral han favorecido a una sola de las partes.
Está claro que estamos ante un organismo del sistema democrático que ni es democrático ni es confiable. Exceso de confianza han tenido los perredeístas que han buscado protección ante el TSE en forma reiterada, y no se han cansado de pedirle decisiones en justicia, y se la han negado. Por supuesto, la parte gananciosa se siente satisfecha y protegida para seguir podando a una de las fuerzas democráticas del país.
La cuestión es que hacen eso con el PRD y lo seguirán haciendo con las demás fuerzas políticas que les sean antipáticas, y hasta podrían destruir el sistema de partidos políticos. El silencio que guarda la sociedad ante lo que le pasa al PRD en el TSE, no tiene que interpretarse como un pasaje únicamente relacionado con el revoltoso PRD. Hay que verlo como un desafío al sistema democrático y una renuncia de una entidad nueva a cumplir el rol de fortalecer el sistema de partidos.
Si las autoridades del PRD hoy se frotan las manos de alegría, porque han podido hacer y deshacer en esa entidad política, que lo piensen mejor, porque cuando se enfrenten a los verdaderos dueños del TSE les vendrá la aplanadora, y no tendrán derecho a gritar, porque hoy son grandes beneficiarios de un verdadero desaguisado contra la democracia partidaria.