El Partido Revolucionario Moderno acaba de obtener un triunfo resonante en la política dominicana. Los partidos se coronan, llegan a su madurez y demuestran los aciertos de su dirección cuando alcanzan triunfos electorales, como ha ocurrido en las elecciones municipales de marzo y en las presidenciales y congresuales de julio.

El PRM surgió en 2015 de una división del Partido Revolucionario Dominicano. El Tribunal Superior Electoral otorgó ganancia de causa en más de 30 ocasiones a Miguel Vargas Maldonado, como presidente del PRD. La corriente contraria, que representaba a la mayoría de ese partido, se percató que continuar en el PRD conduciría a una pérdida de tiempo y de energía, y que sería mejor formar otro partido.

Hugo Tolentino Dipp fue el primero en decirlo públicamente. Le siguieron muchos otros líderes perredeístas que admitieron que las viejas siglas del PRD dejarían de tener relevancia, y que los hechos históricos quedarían como un mero recuerdo. Y se montaron sobre la estructura de la Alianza Social Dominicana, que José Rafael Abinader mantuvo siempre hábil, le cambiaron el nombre a Partido Revolucionario Moderno y lo lanzaron a la contienda electoral. Escogieron inicialmente Partido Revolucionario Mayoritario, pero las autoridades del TSE les dijeron que no era posible llamarse mayoritario, y se quedaron con Moderno.

En la primera participación electoral, con Luis Abinader como candidato presidencial en 2016, consiguieron un 34 por ciento de los votos, contra Danilo Medina que se presentó a la reelección por el PLD, con el apoyo del PRD. Y fueron coherentes, renovaron su dirección. Los viejos líderes y aspirantes presidenciales Hipólito Mejía y el insistente Luis Abinader apoyaron a los jóvenes José Ignacio Paliza, presidente, y Carolina Mejía, secretaria general. Para las elecciones del 2020 realizaron primarias cerradas, con su propio padrón, y acertaron con las propuestas que formularon. Ganaron el primer lugar como partido en las municipales, derrotando al PLD en las principales plazas urbanas del país. Y posteriormente lanzaron a Luis Abinader como candidato presidencial, con estudios, estrategias y encuestas que les fueron colocando en el centro de la atención pública. La división del PLD les favoreció. No fueron ácidos en su oposición, y resistieron las críticas de que no hacían oposición al gobierno de Danilo Medina y del PLD.

Han obtenido una victoria por encima de sus propias expectativas. Las alianzas que hicieron resultaron generosas para estimular pactos alrededor de la candidatura presidencial. Cedieron muchas posiciones senatoriales, y al final obtuvieron el control del Senado y de la Cámara de Diputados, además de alcanzar la presidencia de la República.

Pocas veces en la historia de la democracia dominicana un partido político había alcanzado triunfos tan significativos en menos de cinco años de su fundación. El PRM no tiene un liderazgo caudillista, ni sus organismos de dirección escuchan una sola voz que todo lo decide, como resulta en otras organizaciones políticas. Sin duda, este triunfo de Luis Abinader lo convierte en la figura más relevante de ese partido. El presidente del PRM no se postuló en esta elección, pese a que es senador electo en 2016, por la provincia de Puerto Plata. Su secretaria general, Carolina Mejía, es la alcaldesa del Distrito Nacional, y una joven brillante, abogada y eficiente vocera del PRM, Faride Raful, acaba de alcanzar la senaduría del Distrito Nacional.

Corresponde a partir de ahora que el PRM forme gobierno y empiece a ofrecer soluciones, sus planes, a los problemas identificados de la sociedad dominicana. Tiene serios desafíos: Enfrentar la crisis de salud, hacer frente a las políticas sociales de apoyo y compensación por la crisis del Covid-19 y la cuarentena. Tienen que soportar la demanda de empleos de sus militantes, y respetar el Servicio Civil y la Carrera Administrativa. Están obligados a desmontar el control que el PLD tenía sobre los aparatos del Estado, a desmontar las nominillas, el barrilito, el cofrecito, y todas las demás perversiones que se asumieron como parte de las políticas estatales para mantener a millares de dirigentes políticos del PLD.

El PRM y su gobierno tendrán que responder a las expectativas que se tienen de combate a la corrupción y cerco a la impunidad. Y muy especialmente porque el pueblo, las clases medias, y los militantes perremeistas quieren cárcel para los corruptos, y develar los fraudes que se cometían en la administración del PLD. El presidente electo, Luis Abinader y su partido, y su propio gabinete, tendrán que manejarse con cautela con estos temas, porque deberán respetar las leyes, el derecho a la defensa, y conocer que el PLD sigue y seguirá controlando una gran parte de la justicia y otra gran parte del Ministerio Público. Por eso resultan tan importantes las designaciones que se hagan en los próximos días, y particularmente en el impostantísimo Ministerio Público.