Magín Díaz, director de Impuestos Internos, presentó este miércoles en la Cámara Americana de Comercio, un cuadro optimista sobre los avances que ha registrado la entidad que dirige en los últimos tres años. Con un encuentro a casa llena, en el Garden Tent del Hotel El Embajador, lo dicho por el funcionario llena de optimismo a quienes desean la continuidad del Estado y el fortalecimiento institucional en áreas sensibles y técnicas como la DGII, tomando en cuenta que igualmente se ha reducido bastante la evasión fiscal en poco tiempo.

Además de ofrecer informaciones sobre la nueva DGII, Magín Díaz destacó lo que se ha hecho con el capital humano, su capacitación técnica y fortalecimiento de la identidad con el organismo. Ofreció detalles sobre el mejoramiento de la infraestructura física, la gestión mejorada ante los grandes contribuyentes, la fiscalización para fomentar el cumplimiento voluntario y la creación de un departamento para la investigación de los fraudes y delitos tributarios.

Todo ello está relacionado con unas políticas de cumplimiento de las normas, comenzando por los propios funcionarios, ejecutivos y empleados, por la administración de la ley contra el lavado de activos y los cambios en las áreas jurídicas, regímenes especiales, función de cobranza, RNC y nuevas tecnologías.

Todo ello parece algo propio de cualquier gerente, sin embargo, hay que tomar en cuenta que las innovaciones han implicado la detección y sometimiento judicial de actividades fraudulentas, en las que participan personas que tienen o han tenido acceso a poder, que a su vez tratan de sobornar a funcionarios o amenazan de muerte a los que no se pliegan. En las palabras de Magín Díaz: El personal de la DGII ha recibido mejoras sustanciales en sus condiciones de trabajo, porque “constantemente enfrenta no sólo ofertas de sobornos, sino incluso amenazas a su integridad física por parte de sectores desaprensivos”.

Es loable que una institución como la DGII incluya entre sus prioridades la transparencia, tanto en la contratación del persona, como en las licitaciones públicas, compra de bienes y servicios y otras tareas, en las que se ha contado con el apoyo de organismos como el PNUD y el Banco Mundial.

Las reflexiones finales de Magín Díaz son una buena lección para todos los que cumplen funciones públicas:

  1. Velar porque la DGII siga siendo un ente confiable, sin importar la bandera política del que gobierne. Buscar siempre los mejores resultados, ofrecer servicios ágiles, profesionales y éticos a los contribuyentes. “Una eventual regresión de la DGII haría inviable la burocracia del Gobierno y sería un fracaso para el país”.
  2. El sistema tributario no resiste la postergación de una reforma profunda, que actualice el Código Tributario, vigente desde hace 25 años. Ese código está rezagado con relación a la economía y la sociedad de hoy. Es una tarea que debe tomarse bajo consenso, con espíritu de equidad y sin populismo político ni populismo corporativo.
  3. Sólo con el diálogo y la apertura podemos avanzar y lograr los objetivos. Sectores que antes adversaban a la DGII ahora dialogan con las autoridades y cooperan con un espíritu de superar las diferencias y crecer todos.
  4. Al director de la DGII se le exige una gran carga, porque hay empresarios y contribuyentes que quieren que el director atienda personalmente sus casos, y que los resuelva con parámetros que ellos quieran. Eso no es solo falta de institucionalidad y de confianza, es también parte de la arraigada cultura de corrupción y tráfico de influencias que todavía persisten en el país.
  5. Siempre es mejor poner el criterio técnico y las leyes por delante de las decisiones discrecionales. Nadie debe aspirar a que las decisiones del director de la DGII “dependan de su estado de ánimo o de la capacidad del contribuyente para acceder al máximo despacho”.
  6. Y muy noble y humilde su parte: Asumió la responsabilidad por los eventuales errores cometidos, y pidió disculpas por esos errores, “pero no por luchar por una DGII más sólida, independiente, ética y alejada de la política partidaria: sin favorecer a los que están en el poder, ni mucho menos perjudicar a los que están fuera de éste”.

Un excelente discurso que actualiza la información sobre los cambios que ha registrado una entidad sensible del Estado, la que recauda los impuestos, y que se sostiene en sus avances por la credibilidad que transmite y la corrección en sus decisiones.