Juan Pablo Duarte, persona educada y educadora, nos dejó un legado educativo invaluable. Por esto, el momento histórico que vive nuestro país deberá ponerle atención prioritaria al pensamiento y estilo educativo de Duarte. La impronta humanista, liberadora y ética de su propuesta educativa se evidencia en su modo de concebir la nación; en la lógica democrática y participativa de la sociedad La Trinitaria; en la pedagogía que utiliza para fortalecer en los integrantes de esta sociedad  la identificación con la causa del país. Asimismo, se evidencia en sus escritos, en sus relaciones con amigos y familiares.

La educación en la perspectiva duartiana se caracteriza por la presencia de valores y prácticas que trascienden el tiempo, los acontecimientos y las ideas. Son valores y prácticas con fuerza para transformar la mentalidad y el comportamiento de los ciudadanos. Los mismos dan origen a nuevas maneras de entender y asumir la realidad en la que nos desenvolvemos. Desde ahí, importa destacar algunos de estos valores y prácticas para renovar los compromisos con nuestra propia educación y con la de la sociedad de la que formamos parte.

Si la educación dominicana quiere responder al legado de Juan Pablo Duarte, tiene que ser más explícita en la educación en y para la justicia. Duarte considera que el buen dominicano tiene hambre y sed de justicia a largo tiempo. Esta creencia es un reto para el Sistema Educativo Dominicano. De igual modo, constituye un compromiso que se debe poner en ejecución en los desarrollos curriculares cotidianos y en los diferentes espacios de educación formal e informal. En Educación Primaria, en Educación Secundaria y en Educación Superior, los sujetos deben tener experiencia del valor de la justicia además de una comprensión conceptual de la misma. Hoy, el sector educación requiere hambre y sed de justicia, pues son muchos los hechos y las situaciones que evidencian una justicia de baja intensidad en aspectos específicos del sector educativo. De la misma manera, es preciso que la sociedad dominicana tenga experiencia de una justicia que no tiemble, cuando urja enfrentar la impunidad, ni dude, cuando sea necesario sancionar la corrupción.

Juan Pablo Duarte exhorta a los dominicanos diciéndoles: aprovechemos el tiempo. Este es un valor  inestimable que demanda orientación y seguimiento para utilizarlo con sentido educativo y humanizador. Interesa una educación sistemática sobre la gestión del tiempo para utilizar con mayor eficacia y eficiencia el tiempo personal, el tiempo escolar y el tiempo social. El tiempo debe ser repensado en el sector educación y en la sociedad. En educación se debe aprovechar más para pensar, para investigar, para innovar, para reconstruir procesos y experiencias. De igual manera se debe repensar el tiempo para actualizar la concepción que tenemos del mismo,  para analizar el sentido con que lo utilizamos y para constatar el impacto de nuestra gestión del tiempo en la calidad de lo que pensamos, de lo que decimos y de lo que hacemos.

En la orientación educativa de Duarte,  la libertad ocupa un lugar excepcional. Desde su visión y experiencia la libertad es fundamental para que el pueblo dominicano tenga experiencia de soberanía y pueda avanzar hacia un mayor desarrollo como nación. Duarte le canta a la libertad por considerarla fundamental para el ser humano y para el territorio en el que nació. Por ello, afirma cantad, sirenas, cantad, cantad un canto para mí, que anuncie la libertad al suelo donde nací. Este canto debe convertirse en una estrategia educativa para formar a las jóvenes generaciones y también a las adultas para que tomen la decisión de potenciar su libertad y fortalecer las identidades y el arraigo en su propia tierra, al tiempo que reconocen y estiman las demás realidades sociales y culturales existentes.

En este marco, la organización es un valor estratégico y decisivo para Duarte. La organización posibilita la optimización de los recursos, favorece la articulación de fuerzas, así como  la cohesión entre las personas y grupos que logran insertarse en una instancia organizativa. Desde la lógica duartiana, la organización se caracteriza por una estructura democrática, por contar con propósitos definidos, por integrar personas con principios éticos definidos y probado compromiso con la causa independentista. El Sistema Educativo Dominicano ha de arbitrar los medios necesarios para fortalecer la actualización y cualificación de la organización escolar. Asimismo, ha de poner en ejecución políticas educativas que revisen y relancen la organización social del país.

La educación en la perspectiva duartiana le otorga relevancia a la educación de los sentimientos y de las emociones. Una educación que recupere la ternura de los actores del sector y que ponga en lugar preferente el amor a la Patria para servirla con alma, vida y corazón. La tarea de educación de los sentimientos apremia. Una educación que los forme,  los refuerce  y los regule para que sus manifestaciones puedan ser autogestionadas por los sujetos. En esta época se percibe la necesidad de sentimientos en favor  del país, en favor de los niños,  de los jóvenes, de los adultos mayores y de la escuela pública. La Educación pública tiene que revertir los sentimientos encontrados que hay sobre ella. Tiene que ser objeto de evaluación profunda para reposicionar su imagen y su producción en la sociedad.

Una práctica y una preocupación permanente de Juan Pablo Duarte fue la transparencia. Nos dejó evidencias de la importancia de la transparencia en la gestión del discurso y en el desarrollo de sus acciones. La República Dominicana actualmente tiene una deuda grande con Duarte: desterrar la opacidad de su territorio, desterrarla de las instituciones públicas y privadas, desterrarla de la mentalidad de los ciudadanos. Para educar en y desde la transparencia hay que ser transparente; hay que estar consciente de su sentido e implicaciones. La transparencia tiene que ser un eje rector de la educación y de la acción de los ciudadanos: y para avanzar en esa dirección, conviene estudiar, reflexionar e investigar a fondo el pensamiento y la acción de Juan Pablo Duarte.  Para avanzar, conviene estudiar, reflexionar e investigar pensamiento y la acción de Juan Pablo Duarte. Además, dejemos que su vida nos inspire en todo momento.