El Ministerio de Educación de la República Dominicana-MINERD y la Asociación Dominicana de Profesores-ADP iniciaron, la semana pasada, un diálogo interinstitucional esperado por la sociedad y, especialmente, por el sector educación del país. La ADP desarrolla un nuevo proyecto a partir de los resultados de las elecciones realizadas en el transcurso del año 2018. Las nuevas autoridades de la ADP y los representantes del MINERD no tienen otra salida que buscarle solución a las tensiones permanentes que unos y otros generan; y, sobre todo, han de introducir cambios profundos en el modo de encarar los problemas que afectan a la educación dominicana.

El diálogo es un proceso complejo que ninguna de las partes involucradas ha sabido entender y respetar. Por ello los invitamos a que desde el inicio aclaren los criterios que van a regir ese proceso dialógico; las prioridades vertebradoras del diálogo; y, sobre todo, el horizonte práctico y real a que conducirá el clima de diálogicidad. Abogamos por un estilo de diálogo que desde el principio se desmarque de la publicidad exhibicionista y de discursos insustanciales que mantienen las sospechas recíprocas y la inamovilidad de situaciones que requieren modificaciones; y que, a su vez, son prioritarias en el campo de la educación preuniversitaria. Ambas instituciones han de pensar con perspectiva integral los aspectos básicos. No es válido continuar hablando de revolución educativa en la educación dominicana mientras los actores y los centros educativos trabajan afrontando condiciones que responden a tiempos medievales. Para superar estas condiciones contrarias a una educación de calidad, es preciso que la agenda del diálogo tenga un fundamento ético, científico y social. Este fundamento ha de articularse con las necesidades cardinales del país, para superar la corrupción y el tráfico de influencias. De igual modo, ha de vincularse con los avances de las ciencias, particularmente las ciencias de la educación; y con la demanda de transparencia y coherencia que la sociedad le solicita a instituciones que tienen una influencia y una responsabilidad educativa y social elevada, como es el caso del MINERD y de la ADP.

Consideramos que los 21 temas de diálogo entre las instituciones que nos ocupan han de ser de conocimiento público. Han de permitir que la sociedad civil le dé seguimiento al proceso dialógico, para que no se privatice un proceso que tiene repercusión más allá de las propias instituciones; y para garantizar decisiones que realmente impacten los problemas básicos de la educación dominicana. Nos interesa saber si en el círculo dialógico se aborda el problema de los baños en un porcentaje significativo de centros educativos del país. Es preocupante, escuchar y observar estudiantes y profesores que requieren baños en sus escuelas; que solicitan algo tan fundamental como es el agua. El clamor por la seguridad se ha convertido en un grito habitual al que se le presta oído sordo. En los temas no puede faltar el derecho y el respeto a la lactancia materna. Ninguna profesora debe confrontar dificultad para esta tarea, se le ha de garantizar tiempo y espacio para ello. Nos parece de alta prioridad la solución de los problemas que afectan a los profesores contratados y a los que acarrean todavía algunos de los participantes en el proceso de evaluación de desempeño. Interesa, también, que se hable claro sobre la responsabilidad de los maestros. Los hay que no están interesados en educación y éstos no deben encontrar apoyo en el MINERD ni en la ADP. En cualquier proceso de diálogo no ha de faltar un espacio privilegiado para la formación y las condiciones de trabajo de los profesores.

Reiteramos que ni la cantidad de eventos, ni los avances de Finlandia son los que van a salvar la educación dominicana. Ha llegado el momento de no huirle a la verdad educativa nacional y resolver problemas vitales. Esta nueva oportunidad dialógica ha de convertirse en una ocasión para no repetir más de lo mismo; para no desalentar, una vez más, al sector educación y, con éste, a la sociedad dominicana. El MINERD y la ADP están frente a un gran desafío: darle un vuelco de 360 grados a problemas básicos que no se corresponden con los anuncios de la República digital, ni de la Revolución educativa. Hemos de reorganizar nuestro sistema de veeduría, para darle seguimiento crítico y propositivo al diálogo MINERD-ADP.