El presidente de la Junta Central Electoral, Roberto Rosario Márquez, no tiene obligación legal de recibir a 6 de los 8 candidatos presidenciales que se presentaron este lunes al tribunal electoral, a reclamar del Pleno del organismo una respuesta sobre el conteo manual de los votos en las tres boletas que se utilizarán en las elecciones del próximo domingo.
Como ha explicado el propio Roberto Rosario en una declaración escrita entregada la noche de este lunes, esos ciudadanos distinguidos no utilizaron el procedimiento burocrático, necesario en todo régimen, de pedir una cita a alguien de las dimensiones del doctor Rosario, quien ahora tiene más compromisos y ocupaciones que el presidente de la República.
Los seis candidatos presidenciales estuvieron allí perdiendo su tiempo, porque no tenían otra cosa que hacer al final de la campaña electoral, y que quedaron en el local del tribunal electoral durante seis horas, a la espera de la llegada del doctor Rosario, quien ocupadísimo como estaba no pudo recibir a los prestantes ciudadanos, que han tenido la suerte de ser acogidos como candidatos presidenciales precisamente por el órgano que preside el doctor Rosario.
Un séptimo candidato presidencial, de los 8 con participan, no pudo llegar al lugar por razones de salud, pero avaló todo cuanto se dijo en un documento leído frente a tres de los cinco miembros del Pleno de la JCE. Es decir, que si los siete candidatos presidenciales estaban de acuerdo en reunirse para hacer la petición que hicieron, en realidad nunca contaron con la sapiencia del doctor Rosario, quien invalidó su presencia en la JCE, que es terreno bajo su estricta dirección, y de pasó resto importancia a que Rosario Graciano, José Angel Aquino y Eddy Olivares escucharon su petición y recibieron su documento, porque no se trataba de una reunión del Pleno convocada por él como presidente que es.
Lo que el país observó este lunes fue la arrogancia desmedida del poder, representado por el doctor Roberto Rosario, quien se considera fuera de la vigilancia de los partidos y de la sociedad, y quien cree que puede violar la ley electoral sin temor a consecuencias. El desprecio a los seis candidatos de la oposición que se presentaron al local de la JCE es un exceso y un desplante inconcebible en alguien que dirige el órgano oficial responsable de organizar las elecciones. Y que se supone al servicio de los partidos políticos, que son los que contienden.
La ley electoral habla claro del procedimiento de escrutinio, que es contrario a lo que ha decidido la JCE. El simulacro que hizo la JCE sobre el escrutinio fue un fracaso. Nadie de los partidos políticos conoce los equipos adquiridos por la JCE, ni sabe sobre las cualidades del software. Los partidos están obligados a creer en lo que decida el doctor Roberto Rosario Márquez, quien se niega a recibir a los candidatos si no le cursan una invitación formal y por escrito. Y quien dice que no acepta presiones.
Si no existe obligación legal, por lo menos por cortesía con los distinguidos ciudadanos que han sido postulados a la presidencia, el doctor Rosario pudo recibirles y dialogar con ellos, para transmitirles su convicción de que todo funcionará a las mil maravillas el 15 de mayo. ¿Cómo pueden seis candidatos a la presidencia confiar en un presidente de la JCE que se presta a un desplante como el de este lunes, y que luego califica de presión la presencia en el organismo electoral de los candidatos que fueron a entregar un documento, cosa a la que tienen todo el derecho? Roberto Rosario ha demostrado un desprecio notable por los mecanismos que habilita el sistema democrático para debatir las diferencias.
Lo que queda a partir de ahora, con este tipo de comportamiento y desplante, es la duda. Una duda muy grande que podría extenderse hacia el resultado final de la elección que haga el pueblo dominicano el 15 de mayo.