Ramón Arturo Guerrero, periodista y agrónomo, con una carrera realizada en el ámbito de la comunicación, falleció el domingo, con apenas unas horas de diferencia del fallecimiento del doctor Rafael Molina Morillo, también periodista, y a quien dedicamos nuestro comentario editorial de este lunes.

Ramón Arturo Guerrero, además de agrónomo y periodista, fue un activista revolucionario en sus años de juventud, y trabajó arduamente al interior de las comunidades eclesiales en la región del Cibao. Tenía una especialidad en economía agrícola, se había destacado en el análisis de los conflictos y temas internacionales, y desde mayo del 2014 publicó su columna dominical Coyuntura/Mundo en Acento.

Ramón Arturo Guerrero fue columnista de la revista Amigo del Hogar, en la que cada mes publicada análisis sobre la realidad socio-económica de la República Dominicana. También fue corrector de estilo en el diario Hoy, en el que laboró durante varios años.

Gran lector, periodista preciso, amante del dato, socialmente comprometido con las mejores causas de la sociedad dominicana y de la justicia en el mundo, Ramón Arturo Guerrero encabezó una sólida familia con su esposa Maielma Rojas, con quien procreó ocho hijos.

Paz a su alma, y que su ejemplo de trabajo y dignidad quede para beneficio de la sociedad y del buen periodismo.

Apertura a juicio por el asesinado de Mateo Aquino Febrillet

Hubo que esperar 17 audiencias para que el juez del Sexto Juzgado de Instrucción del Distrito Nacional, Rigoberto Sena, dictara la sentencia de apertura a juicio contra el empresario del transporte de carga Blas Peralta y los demás imputados en el crimen contra el maestro Mateo Aquino Febrillet, ex rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Congratulamos al tribunal y al juez que resistió todos los esfuerzos, incluyendo algunos procedentes de personas y órganos de poder, para que se rechazaran las pruebas aportadas por el Ministerio Público en este caso, como las grabaciones que se hicieron de las conversaciones sostenida por Blas Peralta con algunos subalternos suyos, y que evidencian la comisión del crimen.

El dictamen del tribunal de Instrucción es lo que el país necesitaba para que se inicie el proceso penal por asesinato de un ciudadano ejemplar, un maestro, que había incursionado en la política sin la certeza de que allí también se incubaba su propia muerte a manos de personeros que no entienden la política como una actividad digna y noble, sino como un escenario para hacer fortuna y ganar oportunidades de poder, para su propio beneficio.

Además del reconocimiento al magistrado Rigoberto Sena, hay que reconocer la valentía y decisión de la magistrada Yeni Berenice Reynoso, quien ha sido firme en su postura de que ese crimen tienen que ser sancionado por los tribunales.