El 2015 será el año de las definiciones. Eso todo el mundo lo sabe, porque en los próximos meses el país entrará en una vigorosa campaña electoral para el 2016 que involucrará a todos los estamentos políticos, al Estado, incluyendo al Gobierno y al Congreso Nacional, y por supuesto a los ciudadanos que activan en la política como una cuestión fundamental de la vida del país.
Sabremos si el proyecto reeleccionista tiene posibilidad de sobrevivir y si Danilo Medina podrá, sin gestionarlo como ha sido su postura, lanzarse como candidato del Partido de la Liberación Dominicana, pese a la absoluta prohibición que tiene en la Constitución. Ese proyecto será posible mediante un consenso en el PLD, que incluya a Leonel Fernández, y es algo que a la vista de todos resulta poco probable.
Sabremos en los primeros meses del 2015 quién será el candidato del PLD, entre los muchos que aspiran, con total derecho a ser parte de una alternabilidad política: Francisco Javier García, Temístocles Montás, Reinaldo Pared Pérez y Radhamés Segura. No lo ha dicho abiertamente, pero es quien más promoción publicitaria tiene, el ex presidente Leonel Fernández, a quien habrá que ganarle la posición de candidato presidencial del PLD en el 2016. Es poco probable que ese partido escoja a alguien diferente.
El país terminará de saber si el Partido Revolucionario Moderno encuentra la fórmula para escoger un candidato presidencial sin traumas, y si presenta una opción coherente, entre Hipólito Mejía, Luis Abinader, Geanilda Vásquez y Ramón Alburquerque. Es la incógnita más importante de la política, luego de la reelección presidencial, a ser resuelta en 2015.
El país tendrá que empujar al gobierno en las realizaciones y en un proyecto de inversión pública responsable, que no dilapide los recursos en propaganda electoral, como ocurrió en 2012 y terminó con un déficit fiscal de más de 200 mil millones de pesos. La tentación del gobierno será influir con recursos gastados irresponsablemente en la elección presidencial del 2016.
Como ha visto la nación, la reducción del gasto público es un puro cuento. Las promesas de racionalidad, reducción de personal supernumerario o inversión en las áreas prioritarias no han sido cumplidas. Hace falta que los grupos empresariales, los partidos políticos y demás agrupaciones de la sociedad civil presionen en la dirección a lograr una pulcritud mayor del gobierno en los gastos, y en especial impulsar promesas que se hicieron y que de no completarse en el 2015 jamás el presidente Medina podrà hacerlas realidad.
Las instituciones del Estado, responsables del cumplimiento de las leyes, deben operar con más eficiencia. Cámara de Cuentas, Contraloría General de la República, Ministerio Público, y las superintendencias deben jugar un rol de supervisión y control más efectivo, sin aliarse a las políticas clientelares del Estado o del partido de gobierno.
Y por supuesto, habrá que terminar de decidirse por eliminar muchas instancias públicas que no sirven para nada al Estado, sólo para garantizar empleos a políticos infuncionales, corruptos, cleptómanos por antonomasia, que andan haciendo bulto, hablando disparates y ejercitándose en una práctica de mentira que nada reditúa a la sociedad.
El país tiene que tomar el camino de la institucionalidad, y esa sería una forma de comenzar a andarla, con el gobierno como estandarte, y poniendo todo el mundo la atención que requieren organismos que más que resolver problemas se han especializado en crearlos, en especial una buena parte de las llamadas altas cortes.
Feliz 2015