El curso escolar 2018-2019 se inició recientemente; y muchos sectores sociales tienen su mirada puesta en lo que pasará en este año escolar. Es importante recordar que el curso escolar 2017-2018 estuvo movilizado por problemas diversos que, en algunas ocasiones, generaron un susto colectivo por la intensidad del conflicto y la paralización de las clases por los encuentros y desencuentros entre el Ministro de Educación y el liderazgo de la Asociación Dominicana de Profesores. Los incidentes provocaron tensiones locales y nacionales en el sector educación. Las partes encontradas hicieron un esfuerzo por comportarse a la altura que demandan las necesidades de los estudiantes y, sin llegar a una conciliación total, allanaron los caminos para que el año escolar finalizara con menos dificultades.

En el presente curso escolar, tanto para el Ministerio de Educación como para la sociedad, se presentan desafíos que no son pasibles de olvido, ni mucho menos de un tratamiento a medias. Valoramos el deseo de innovar y de imprimirle un carácter cada vez más dinámico y diversificado a los procesos del aula y de los centros educativos; pero para que esto no sea un hecho puntual y desarticulado de las necesidades globales del sistema educativo, conviene que el Ministerio de Educación encuentre apoyo de la sociedad para responder con efectividad a los principales desafíos que afronta este nuevo curso escolar.

Consideramos que un desafío prioritario en estos momentos es una atención integral a la educación en la región sur del país, de manera especial en Pedernales y en Enriquillo. El documento Resultados de la Evaluación Diagnóstica Nacional de Tercer grado de Educación Primaria 2017, presentado por el Ministerio de Educación, reveló que el aprendizaje de la lengua española y de las matemáticas alcanzó niveles bajos en el país y que una de las regiones más afectadas ha sido el sur. Estos resultados nos obligan a todos, y de manera particular a las autoridades educativas, a tener como foco principal la mejora de las condiciones físicas y académicas de la zona, lo que implica mayor inversión y atención sistemática. Las condiciones en las que los profesores tienen que desarrollar su trabajo docente son mejorables significativamente. De igual manera, urge un cambio de las condiciones en las que los estudiantes de la zona rural tienen que aprender y mostrar resultados de calidad. Asimismo, la formación de las familias requiere un apoyo que favorezca su desarrollo integral, lo que implica una transformación de la calidad de vida.

Otro desafío que ha de asumirse con acentuada responsabilidad y sistematicidad está vinculado a dos aspectos: la formación docente de calidad y la formación de los directores, para que aprendan y comprendan la necesidad de articular la gestión institucional con la gestión pedagógica. El equipo de gestión de los centros educativos tiene una tarea compleja y hermosa a la vez. Pero, no obstante, este equipo tiene dificultad para detectar la dimensión artística y trascendente de su trabajo, por la carencia de una formación cualificada. Este desafío ha de mover a las autoridades educativas a ponerles punto final a la designación en funciones directivas y docentes a personas que no han completado los estudios de grado. Es inconcebible que todavía no se haya superado esta situación mientras estamos hablando de profesores de excelencia. Los profesores que no poseen los estudios de grado necesitan atención prioritaria.

Un tercer desafío responde a toma de decisiones de calidad a partir de los resultados de la evaluación de desempeño docente. Cuando se publicaron los resultados de la evaluación de desempeño, se extendió el pánico; y durante semanas se habló y se volvió a hablar sobre el pobre desempeño de los docentes. Esperamos que en este curso escolar se tomen decisiones coherentes con las necesidades reflejadas en los resultados de la evaluación. Lo importante es actuar con efectividad y pertinencia, pues es el momento de que se formulen y apliquen decisiones de políticas que cambien los resultados. Reitero que cualquier decisión ha de priorizar procesos sostenidos de formación docente. Para ello han de contar con estructuras de apoyo que garanticen condiciones emocionales estables; espacios de investigación y recreación de la práctica; y funcionamiento autónomo frente al clientelismo político que ya empieza a elevarse.

Los tres desafíos constituyen una unidad y requieren una respuesta responsable y en tiempo real.