Las elecciones presidenciales de noviembre tienen toda la atención, no sólo de los ciudadanos de Estados Unidos, sino de todo el planeta.

La repostulación del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sigue siendo una gran incógnita, por el rol que ha jugado este presidente en el desequilibrio mundial, y en la insolidaridad universal en tiempos de gravísimos riesgos para todos los países.

El aislacionismo a que el presidente Trump ha sometido a los Estados Unidos en los últimos cuatro años representa la anti-globalización de parte de la potencia que mayor impacto económico, político, militar y cultural tiene en el mundo. Países emergentes y potencias menores ven con horror las decisiones de política global del presidente norteamericano y solo atinan a dar la espalda. Retiro de Estados Unidos de los acuerdos de París, retiro de los Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, retiro de los Estados Unidos de los acuerdos de Libre Comercio de Norteamérica, y replanteamiento para que el pacto sea modificado de acuerdo a los criterios del presidente.

Debate entre Donald Trump y Joe Biden

Todo ello ha significado una gran incertidumbre para el mundo, en un momento en que la salud, las migraciones, la economía y la solidaridad influyen en impartan en todos los países. En medio de este oscuro panorama, con presidentes que han llegado al poder en países cercanos influenciados por una actitud poco responsable del imperio del norte, llega el proceso electoral de noviembre en los Estados Unidos. Dos candidatos compiten, uno demócrata, Joa Biden, y el republicano que aspira a repetir en el cargo, Donald Trump.

La noche de este martes ha tenido lugar el primer debate del proceso electoral. Y los que hemos podido observar la discusión pudimos ser testigos de cómo se puede ser político y tener poder sin respetar ni siquiera las normas previamente pactadas para una discusión que permita a los votantes evaluar la conducta y el contenido de los contendientes. Estados Unidos parece haber alcanzado niveles tercermundistas en materia política y degradación del discurso y el respeto por la verdad.

Son realidades de los nuevos tiempos. Son políticos exitosos que alcanzaron en poder degradando a las instituciones democráticas, mintiendo y amenazando a todo el que ose oponer verdades a los preceptos, al parecer escritos sobre piedras, de los nuevos dueños de la verdad. Degradar al oponente, impedirle hablar, explicarse, pareciera ser un modelo exitoso en un debate de las ideas. Y no es eso lo que enseñaron los padres fundadores de los Estados Unidos, cuna de una democracia electoral con gran vitalidad y ejemplaridad para todos los países del continente americano.

Lo que se transmitió la noche de este martes, como debate electoral para que el pueblo norteamericano escoja a su próximo presidente, luce un ejemplo denigrante de lo que el pueblo norteamericano merece. Y como en la República Dominicana no hay debates obligatorios para procesos electorales, tal vez no seamos ejemplo para presentar en este momento. De todos modos es un debate muy degradado.