El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha puesto su atención en la crisis institucional y política en la que se encuentra Haití.

Es positivo que se haya realizado esta reunión, y que bueno que el Consejo de Seguridad haya iniciado su reunión con una disertación del ministro de Relaciones Exteriores de la República Dominicana, Roberto Álvarez Gil, a quien se le dio la bienvenida en el foro de buena forma, y quien pronunció un excelente discurso sobre la crisis política haitiana y cómo la República Dominicana interpreta esa crisis.

Muchas fueron las voces que se pronunciaron. Los delegados de Estados Unidos, Francia, Rusia, China, y los representantes de diversos países que forman parte de forma temporal del más encumbrado organismo del sistema de las Naciones Unidas.

Haití debió celebrar elecciones legislativas en enero del 2020, y no las pudo tener. El país carece de un poder legislativo. Esta crisis política ha mutado en crisis institucional. Hay regiones controladas por grupos violentos, pandillas armadas que cobran impuestos y ejecutan a personas, como acaba de ocurrir con el ex jefe de la Policía de Puerto Príncipe y el presidente del Colegio de Abogados de Haití.

Las Naciones Unidas hace un año organizaron una representación en Haití para ayudar al país a salir adelante, luego de que la MINUSTAH fuera disuelta. La Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití (BINUH) cumplirá el 17 de octubre su primer año, y deberá tomarse una decisión sobre si queda disuelta o se mantiene. Todos los países, incluyendo la República Dominicana, han pedido que la BINUH se mantenga y sea reforzada con más recursos y más personal.

Cerca de cinco millones de haitianos pasan por una situación humanitaria grave. Hambruna, desatención, inseguridad son elementos distintivos de Haití en este momento, no solo por la crisis política, sino por el Covid-19, las pandillas que se han expandido en Haití, la debilidad del gobierno y la ausencia de mediadores válidos.

De los 472 millones de dólares que la comunidad internacional se comprometió a entregar para atender las urgencias de Haití en el 2020, apenas se ha recaudado un 16 por ciento. Ya los países no creen en los gobiernos, ni en los políticos haitianos y tampoco confían en otros que pudieran actuar como mediadores, como serían las Iglesias o la sociedad civil.

Roberto Alvarez ha dicho que para hacer frente a la crisis de Haití hace falta, es imprescindible, el apoyo de la comunidad internacional. Y es válido recordarlo, porque la crisis haitiana podría amenazar la estabilidad dominicana y de la región del Caribe. Los políticos haitianos no han hecho caso a todos los mensajes de unidad y solvencia que ellos deben ofrecer al mundo, y su país sigue hundiéndose en la crisis más terrible del desorden, la violencia y la falta de credibilidad como país.

Además del discurso de Roberto Álvarez, que fue el más centrado y sólido, y el que ofreció los datos más contundentes para encontrar el camino y apoyar a Haití, hubo embajadores europeos que dieron en el blanco sobre la naturaleza de la crisis haitiana. En defensa del interés dominicano, Roberto Álvarez dijo que “no hay, ni podrá haber una solución dominicana a la situación haitiana”. Estados Unidos dijo que seguirá aportando recursos económicos para enfrentar las pandillas y violaciones de los derechos humanos, pero reconociendo que la situación “se puede salir del control” más de lo que ya está.

El diálogo constructivo que pide la comunidad resulta imposible en Haití en estos momentos. El gobierno es débil, carece de autoridad y de confianza. No hay partidos políticos creíbles y quienes sostienen una posición de fondo no tienen poder para hacer que camine. Por ejemplo, Francia es la única representación que dio en el clavo en cuanto a la solución de la debilidad institucional: Haití está obligado a cambiar su Constitución y eliminar el régimen parlamentario para asumir un régimen presidencialista, que otorgue poderes de mando reales al presidente del país, quien quiera que sea electo. La representante francesa no lo dijo tan claro, pero fue la única que habló del cambio de la Constitución haitiana.

Haití tiene que aprovechar esta oportunidad, esta atención que las Naciones Unidas le ha puesto. Y como es casi seguro que el 17 de octubre habrá la decisión de ampliar el mandato de la BINUH, autoridades y políticos independientes, iglesias y grupos empresariales, deben agilizar, tanto como les sea posible, acuerdos básicos, para realizar elecciones, establecer un gobierno que pueda realizar un cambio de su Constitución, que le ayude a salir del hoyo en que se han metido.

La República Dominicana debe comprometerse a apoyo a los haitianos en esta crisis. El gobierno dominicano puede ayudar. No necesariamente servir de mediador, pero puede crear alguna plataforma de apoyo, independiente, que posibilite a los haitianos encontrar el camino del diálogo.