En los últimos tiempos se observa, cada vez más, la complejidad y la fragilidad del mundo. Los acontecimientos que suceden cotidianamente, aunque parecen simples, no lo son; están cargados de tantas variables, que se torna difícil, primero, entenderlos; y luego, buscarles la solución más pertinente y exitosa. En la medida que pasan los años, descubrimos que la inteligencia humana adquiere más potencialidades, si se abre a otras miradas, a nuevas prácticas, a interrelaciones construidas a partir del examen crítico de las necesidades del contexto. Lo que estos años nos dicen es que finalizó la era del Supermán todo poderoso. Nos indican que ninguna persona, ninguna institución puede volar y hacer portentos con sus solas fuerzas. También nos dicen estos tiempos, que un problema auscultado desde diferentes perspectivas y actores puede solucionarse con mayor efectividad y en un período más ágil.
Estos argumentos, y otros que los lectores de este artículo incorporen, constituyen una invitación para que el Ministerio de Educación de la República Dominicana se disponga a construir una cultura, o si quiere, un sistema, que lo disponga a pensar, a planificar y a actuar de forma articulada y orgánica con ministerios cuyas funciones y tareas son esenciales en el desarrollo integral del ser humano y de la sociedad. Es muy importante el trabajo de diálogo y de concertación del Ministerio de Educación con sectores del ámbito educativo y de las organizaciones sociales. Pero no puede soslayar el trabajo conjunto desde la fase inicial con los Ministerios de Salud, de Medioambiente, de Agricultura; y de Educación Física y Deportes. Estas instancias son fundamentales para avanzar hacia aprendizajes integrales y polivalentes.
No solo la coyuntura de la pandemia hace imprescindible el trabajo conjunto con el Ministerio de Salud; lo exige el desarrollo humano de la persona. Al Ministerio de Medioambiente primero habrá que ayudarle a descubrir cuál es su foco de interés; pero aun en las condiciones en que opera, tiene que ser tomado en cuenta, para que la educación dominicana recupere la riqueza que aporta la naturaleza; la belleza que tributan la tierra, el aire, el agua, etc., en el campo de la educación de infantes y de adultos. El Ministerio de Agricultura tiene la responsabilidad de colaborar para integrar los saberes del campo a la educación holística que necesitamos. Asimismo, ha de contribuir para que la educación rural responda a su contexto y deje de ser una educación de quinta categoría. El Ministerio de Educación Física y Deportes tiene más tradición de trabajo articulado con el Ministerio de Educación, pero esta relación ha de tener más estabilidad y expresiones innovadoras. Más de lo mismo no aporta, retrasa, asfixia el proceso educativo.
Este conjunto de Ministerios ha de establecer ruptura total con prácticas unilaterales y publicistas; tienen que abrirse a un trabajo compartido y sistemático; optar de forma colectiva por un aprendizaje social más actualizado, solidario y creativo. Esta modalidad de trabajo cuesta, especialmente cuando se ha impuesto la exhibición de prácticas individualistas. Es tiempo de darle paso a las inteligencias múltiples que tienen estos Ministerios. De lo contrario no es posible avanzar ni, mucho menos, innovar. Estaremos recortando aprendizajes y conocimientos plurales.
La iniciativa para la acción conjunta y para un pensamiento más colectivo entre estos Ministerios ha de lanzarse desde el Ministerio de Educación del país. Esperamos que se fortalezcan y cualifiquen las señales de que el Ministerio de Educación de la República Dominicana está comprometido con una educación abierta y libre para pensar y trabajar con otros. Además, que está decidido a instaurar una cultura educativa distinta, direccionada hacia la adquisición de aprendizajes integrales en la vida; y una vida más robusta para los sujetos de la educación y para la sociedad dominicana.