Don Antonio Imbert Barrera colocó su nombre en las páginas de los valientes. Aquellos hombres y mujeres que ofrendaron sus vidas al formar parte de una conspiración para poner fin a la dictadura más larga y oprobiosa de la historia dominicana y, de paso, del todo el continente: la de Rafael L. Trujillo Molina.

Antonio Imbert Barrera formó parte de los héroes nacionales que el 30 de mayo de 1961 pusieron fin al dictador responsable del régimen más sanguinario que ha padecido el pueblo dominicano.

Imbert Barrera junto a Luis Amiama Tió, Antonio de la Maza, Juan Tomás Díaz, Amado García Guerrero,  Pedro Livio Cedeño, Salvador Estrella, Modesto Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Manuel “Tunti” Cáceres y Huáscar Tejeda fueron los ejecutores del plan del descabezamiento. Otros actores les dieron apoyo. Apenas sobrevivieron Luis Amiama Tió y Antonio Imbert Barrera.

Tal vez se trate de un simbolismo, o de una coincidencia, pero el hecho de que Imbert Barrera falleciera el mismo día 30 de mayo de 2016, 55 años después del sátrapa, permite recordar más solemnemente su heroísmo. Y por supuesto, el de todos los demás héroes que pusieron fin al dictador y así abrieron las puertas de la democracia a la República Dominicana.

No había otra forma. La potencia imperial, Estados Unidos, había intentado la salida pacífica de Trujillo del poder. Le habían ofrecido tranquilidad a él y a su familia en Portugal o cualquier país con seguridad que él eligiera, y que se llevara su fortuna -robada al pueblo dominicano- y el dictador lo rechazó, porque este era su feudo y estaba seguro que nadie se atrevería a enfrentarlo, tomando en cuenta los aparatos represivos que tenía a su servicio.

Su régimen había asesinado a miles de personas, otras estaban en las cárceles y las demás en el exilio. Trujillo se creía con el control absoluto. Su aparato represivo era tan eficiente que podría darse el lujo de transitar solo por las carreteras del sur del país. Sólo pensar un atentado contra el dictador erizaba los pelos a cualquiera. Hubo muchos planes para atentar contra el dictador, pero ninguno pudo ejecutarse…hasta la llegada del 30 de mayo de 1961.

Ramfis Trujillo Martínez se encargó, antes de marcharse del país, de asesinar a los héroes nacionales que había ejecutado el tiranicidio. Y lo hizo con saña y con total impunidad, además de la colaboración de sus acólitos. Ocho años después moriría en un accidente automovilístico en Madrid. Trujillo, que había pensado en la sucesión, planeó dejar a su hijo al frente de la dictadura. Los héroes de Mayo lo impidieron.

Antonio Imbert Barrera, sin tomar en cuenta sus actuaciones políticas posteriores, hizo lo que la historia demandaba a los dominicanos valientes en 1961. Y será recordado como el héroe que fue, y la Patria deberá estar agradecida por ese servicio del 30 de mayo de 1961, que pocos podían ejecutar aunque muchos lo pensaran y lo desearan.

Descanse en paz Antonio Imbert Barrera. Con justicia el gobierno ha decretado tres días de duelo nacional por su deceso.