El pasado día 29 de abril se celebró el Día Nacional de la Ética Ciudadana; dicha conmemoración se realiza cada año en memoria de Ulises Francisco Espaillat (1823-1878), ciudadano y militante comprometido en la empresa de la independencia del imperio español (1863-1865) y presidente de la República (1876). De él E. M. de Hostos llegó a señalar que era “el hombre más digno del ejercicio del poder que ha tenido la República Dominicana”.
La poca importancia que se le da a este conmemoración del Día Internacional de la Ética Ciudadana puede ser un termómetro de lo poco asimilado que se tiene el tema, la reflexión y la práctica ético-política a todos los niveles en la sociedad dominicana.
Consideremos algunas situaciones que siguen siendo consecuencia de la degradación ético-política de la sociedad dominicana.
*. En el interior del partido de gobierno hay una lucha encarnizada por el control del poder y del presupuesto nacional entre dos grupos económico-partidarios enfrentados. Para ambos grupos su prioridad es el manejo de los fondos públicos, priorizando sus intereses, sin ningún tipo de restricción. Por eso uno de los grupos promueve el cambio de la Constitución para asegurar la permanencia en el poder del actual grupo gobernante. Y ambos grupos enfrentados promueven una ley de partidos que impide el control social de los fondos asignados a esas corporaciones y de los que consiguen con el empresariado y con el negocio del tráfico y consumo de drogas.
En ese contexto la renuncia de los “vincho” a los puestos públicos que ocupaban es una consecuencia de la pugna entre los dos grupos enfrentados, con el agravante que deja sin soporte ideológico al poderoso grupo leonelista y al emergente grupo danilista que hace tiempo abandonaron la escuela de Juan Bosch y se inscribieron en la escuela perversa de Balaguer y de Vincho.
*. En el último año la corrupción y la impunidad han seguido por sus fueros. El presidente Medina está ejecutando su propuesta de “no tirar piedras hacia atrás”, pero tampoco las está tirando en el presente y parece que en el tiempo que le queda tiene pocas intenciones de cambiar de actitud. Su reacción de lavarse las manos como Pilato ante la vergonzosa sentencia del juez Moscoso Segarra, con relación al caso de Félix Bautista, así parece confirmarlo.
Las supuestas medidas implementadas por este gobierno para adecentar la administración pública y el uso de fondos públicos parecen más bien acciones de maquillaje, pero no tocan en profundidad el tema de la lucha contra la corrupción. De hecho, mucha gente del pueblo tiene la percepción de que hay un nuevo grupo económico poderoso que se está enriqueciendo con el dinero público.
*. En el último año el manejo de la economía ha seguido el mismo ritmo de endeudamiento y de gasto en áreas no prioritarias. Ha habido funcionarios y dependencias estatales –como en el caso de la dirección de aduanas- que han continuado aumentándose los suelos –más bien la apropiación ilegítima de fondos públicos- sin que haya ningún tipo de control ni de sanción. Un ministro renunciante hace una abultada nómina en el Ministerio de Energías y Minas, sin que haya habido ningún tipo de control, de las instancias responsabilizadas de controlar tal tipo de dispendio.
El endeudamiento público no se detiene. La práctica de ejecutar un presupuesto abultado sobre la base de tomar dinero prestado sigue su rumbo indetenible. Sin que parezca preocuparle mucho, a quienes manejan la macro-economía, esta carrera enloquecida de endeudamiento externo e interno.
La baja del petróleo no se ha reflejado en los precios de los alimentos, ni de la electricidad, ni de los productos de consumo y el gobierno ha manejado a su antojo el precio de los combustibles, priorizando la cantidad de dinero que quiere recaudar cada semana, antes que respetar la ley de hidrocarburos. Además, no se promueve el ahorro de combustible, porque mientras más gasto de combustible haya, más dinero entra al gobierno.
En medio de nuestros grandes problemas ético-políticos surge la luz encendida por los grupos, personas y comunidades que asumen la lucha contra la corrupción como un compromiso ético y ciudadano. Entre estos grupos podemos señalar a Participación Ciudadana, Finjus, la Fundación Primero Justicia, Justicia Fiscal, y El Movimiento Cívico Ciudadanos Contra La Corrupción-C3-.
La lucha por crear una sociedad fundamentada en una actuación ética y verdaderamente política sigue siendo un gran desafío; se hace necesario retomar el sendero de la ética y la política como ejercicio de búsqueda del bien común; es decir, la POLÏTICA, con mayúscula. Solo así podemos enderezar el camino torcido y auto-destructivo de esta querida sociedad nuestra.
En la próxima entrega continuaremos compartiendo otras reflexiones ético-políticas.