Un erudito diría que Luis O. Brea Franco era un pensador renacentista, un hombre de pensamiento universal, con todas las versiones de los asuntos que realmente eran de su interés, y que explicaban los grandes problemas de la humanidad.
Luis O. Brea Franco era realmente un erudito. Solo hay que leer sus artículos para descubrir un pensamiento profundo, una comprensión inusitada sobre los grandes temas del humanismo y las ciencias sociales. Ya fuera porque se plantearan en las obras de ficción de los grandes novelistas, en las obras pictóricas de los más renombrados pintores o en las obras filosóficas de los pensadores y ensayistas que han dominado el pensamiento occidental durante varios siglos.
Veamos los títulos de algunos de los libros de Luis O. Brea Franco:
Antología del pensamiento helénico, 1983;
Preludios a la posmodernidad. Ensayos filosóficos, 2001;
Claves para una lectura de Nietzsche, 2003;
El espejo de Babel, 2005;
La modernidad como problema, 2007;
La cultura como identidad y derecho fundamental, 2012;
El derecho a la Filosofía, esbozo de una estrategia para su implementación en el país, 2012.
Global y diferente, 2015.
Sabiduría poética de la Grecia antigua. Antología, 2019.
Luis O. Brea Franco cargó, si es permitido el término, con el sostenimiento teórico y fundamentación filosófica de la cultura dominicana. Fue el redactor de las leyes culturales más importantes del país. Dio batallas desconocidas con los burócratas y políticos defendiendo el espacio de los intelectuales en las posiciones relevantes de la cultura oficialista. Sostuvo, a puro esfuerzo personal y valentía, el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, que por última vez se otorgó a Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura. Hubo que esperar que pasaran las elecciones presidenciales del 2016 para entregar el premio, y jamás fue posible recuperarlo.
La política se impuso y trabó los planes y proyectos de Luis O. Brea Franco. Hubo tanta maledicencia que ya no era posible seguir adelante. Solicitó su pensión y en el pasado gobierno sus deseos de dedicarse a otras tareas más trascendentes se quedaron entre montañas de papeles. Y el Palacio Nacional no aceptó su retiro ni la pensión que por antigüedad le correspondía.
Luis O. Brea Franco tenía serias preocupaciones por su salud, por el deterioro de sus condiciones de vida, por los tratamientos médicos, por la compra de los medicamentos, por el cuidado que necesitaba para sostenerse, a sus 74 años. El Ministerio de Cultura, del anterior gobierno y del actual, fue mediocre en su protección y cuidado de una persona en las condiciones de Luis O. Brea Franco. Por todos lados lo estorbaron. El presidente Luis Abinader, atendiendo peticiones de amigos y con el apoyo del consultor jurídico Antoliano Peralta, finalmente emitió el decreto de pensión especial para Luis O. Brea Franco. Leyó el decreto 611-20 firmado por Luis Abinader el 2 de noviembre, y dos días después fallecía, sin fuerzas, agotado, hastiado, cansado de tantas injusticias y descuido con los hombres que, como él, tenía su pensamiento en las grandes ideas de justicia, en las propuestas universales de las grandes obras literarias, que tanto conoció y descifró.
Nuestro honor y reconocimiento a Luis O. Brea Franco, a quien agradecemos haber mantenido durante varios años su columna Crónica de ser, en Acento, y a quien prometemos recordar por su calidad intelectual, profesional, y por su don de hombre pulcro, honesto y de íntegros pensamiento sobre la identidad y la justicia dominicanas.