El mundo no puede ser indiferente ante al horror que representa el Estado de Israel masacrando impunemente a la población civil palestina.

Desde que se inició la última oleada de ataques israelíes contra la población palestina, hace casi dos semanas, han sido asesinadas más de 500 personas, en una masacre que no ha tenido la atención ni la condena de la comunidad internacional.

Jóvenes palestinos secuestraron y dieron muerte a otros jóvenes israelíes. El gobierno de la Autoridad Nacional Palestina condenó el hecho y se ofreció a investigar y apresar a los responsables de la muerte de cinco jóvenes de Israel.

La represalia de Israel no se ha detenido desde entonces. Ni la intervención de las autoridades palestinas, ofreciendo castigo por un crimen injustificado ha detenido la sed de sangre de los halcones de Israel.

Han lanzado una campaña de muerte que no tiene miramientos y hacen a un lado a la población civil, ni a los niños. Jóvenes palestinos han sido secuestrados y quemados vivos en Israel. Les han echado combustible en la boca y les han prendido fuego.

Es venganza lo que reclaman. Y el Ejército está dispuesto a seguir matando. Y tienen armas especiales para destruir órganos específicos. Y están destruyendo a niños palestinos, que resultan con sus cabezas destrozadas, con extremidades desmembradas.

Es una tragedia humana terrible. Y los palestinos no tienen forma de responder a la superioridad militar de Israel, ni a la ofensiva de los colonos que han invadido, con apoyo del gobierno, los territorios palestinos y la franja de Gaza.

Uri Avnery, un político de Israel, ex congresista, que cada martes publica una columna en la sección de Opinión de Acento, ha escrito la pasada semana una columna describiendo el horror de las agresiones de Israel contra la población civil palestina.

Ha dicho:

¿Dónde está la protesta, el levantamiento moral de la nación, la decisión unánime para acabar con el racismo que hace posibles atrocidades como estas?

EL NUEVO brote, en y alrededor de la Franja de Gaza, ha borrado por completo la atrocidad.

Las sirenas suenan en Jerusalén y en las ciudades del norte de Tel-Aviv. Los misiles dirigidos contra centros de población israelíes han sido interceptados (hasta ahora) exitosamente.

Sin embargo, cientos de miles de hombres, mujeres y niños continúan corriendo hacia los refugios. Por otro lado, cientos de misiones diarias de la Fuerza Aérea de Israel convierten la vida en la Franja de Gaza en un infierno.

CUANDO SE oye el rugido de cañón, las musas callan.

También la pena por un niño que fue quemado hasta morir.

Su artículo describe lo que está ocurriendo allí. Y es una pena que el mundo mire pasivamente el crimen que se comete de manera masiva y no diga ni haga nada para que esta masacre se detenga.