LIMA, Perú.- Uno de cada cinco latinoamericanos, o sea unos130 millones de personas, no han conocido en sus vidas nada distinto a la pobreza y subsisten con menos de US$4, constituyéndose en “pobres crónicos”, a pesar de los avances y el crecimiento registrado en la región.

La situación de esta masa poblacional se torna más precaria a medida que el auge económico que contribuyó a reducir la pobreza en las últimas décadas comienza a menguar, como lo evidencia la evolución del PIB regional, que se redujo de un 6% al 0.8% entre el 2010 y el 2014.

Esto determina que buena parte de la población latinoamericana tenga precarias posibilidades de salir de la pobreza en un futuro cercano. “El crecimiento del PIB se ha ralentizado significativamente (…) Es posible, por lo tanto, que la mejora de las perspectivas del mercado laboral no sea suficiente para que los pobres crónicos logren salir de la pobreza”.

Asimismo, los pobres crónicos “no se han beneficiado mayormente de las impresionantes tasas de crecimiento de la década del 2000” que hubo en la región.

De ese modo resume el panorama el informe del Banco Mundial“Los olvidados, pobreza crónica en América Latina y el Caribe”, que sitúa a la República Dominicana como el sexto país donde hay más pobreza extrema en la región, de que fueron 18 analizados, después de Nicaragua, Honduras, Guatemala, Colombia y Ecuador. En RD persiste un 20.2% de personas en condición de pobreza extrema, según los datos más recientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL).

En Nicaragua y Guatemala viven según el estudio la mayor cantidad de “pobres crónicos”, con niveles del 37% y 50%, respectivamente, frente a la media regional de 21%, en tanto que Uruguay, Argentina y Chile exhiben las tasas más bajas, en torno al 10%.

República Dominicana es citada también como uno de los países que tienen un mayor número de pobres crónicos en las áreas urbanas que en sus campos o zonas rurales, junto a Brasil, México y Colombia, de acuerdo con las cifras del período 2004-2012.

Otro hallazgo del estudio revela que en este período de cada 100 pobres solo la mitad pudo salir de la pobreza, mientras que alrededor del 8% de los “no pobres, cayeron asimismo en la pobreza”.

El informe reseña también la disminución en más de 16 puntos porcentuales, de 41,6% a 25,3% que hubo en la región entre los años 2003 y 2012, así como de la pobreza extrema, que bajó a la mitad en el mismo período, de  de 24,5% a 12,3%.

En general, “setenta millones de personas salieron de la pobreza” en esa década, al tiempo que la cantidad de personas consideradas de clase media se amplió de alrededor del 23% de la población en el 2003 a 34% en el 2012, y en el 2010 superó por primera vez el número de personas pobres.

Acceso a servicios básicos

Las principales diferencias entre los pobres crónicos y aquellos que escaparon de la pobreza se encuentran en el acceso a los servicios, señala el informe, al destacar que en el 2004, apenas el 79% de los “pobres crónicos eventuales” tenía acceso a servicios de agua, en comparación con el 89% y 95% para los que salieron de la pobreza y los no pobres, respectivamente.

Del mismo modo, solo el 58% de los pobres crónicos poseía un nivel mínimo de activos, frente al 78% y 90% en el caso de los otros dos grupos.

“Además de enfocarse en acceso a servicios básicos y buenos puestos de trabajo, las políticas también deben tener en cuenta las verdaderas barreras sociales y aspiracionales que los pobres crónicos enfrentan en América Latina”, indicó Ana Revenga, directora sénior para Pobreza del Grupo del Banco Mundial.

“Si no se aborda este asunto, será muy fácil que los más vulnerables sean ignorados por las redes de protección social, independientemente de lo bien enfocados que estén estos programas”, agregó.

Como parte de la estretegia para reducir la pobreza, el  BM considera “imperativo mejorar la coordinación entre diferentes programas sociales y económicos, así como enfrentar el costo mental y emocional que la pobreza impone” a los segmentos menos favorecidos.

Otro paso importante por el que aboga el organismo es el diseño de políticas “con objetivos claros, específicos y medibles, y definir claramente las competencias,responsabilidades y sistemas de rendición de cuentas” para la ejecución de las iniciativas.