SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Prácticamente todo el mundo ha entendido que fue buen negocio lo que realizó el Gobierno al adquirir la deuda de Petrocaribe. Con ello el coeficiente de deuda pública se redujo en tres puntos porcentuales del PIB y bajó el monto anual del servicio de la deuda por un largo período y, con ello, mejora la imagen crediticia del país.
En adición, le hizo un favor a un gobierno amigo que estaba necesitado urgentemente de liquidez. Ahora mismo el Gobierno Dominicano tiene buen crédito internacional, que no es el caso venezolano, por lo cual aquel no iba a encontrar acceso al financiamiento externo a los costos a que vendió su deuda a la República Dominicana.
Amor con amor se paga, dice un refrán, y Venezuela ha sido en extremo solidaria con nuestro país, más que ningún otro, aún cuando su situación crítica de los últimos tiempos desaconseja a cualquier gobierno mantener un programa de apoyo internacional en términos tan concesionarios como Petrocaribe.
La deuda estaba ahí desde hacía muchísimos años y los montos anuales de amortización también, y nunca se pudo pagar con alimentos excepto una pequeña parte
Mucha gente piensa que al comprar esta deuda el gobierno pierde oportunidad de pagarla con productos alimenticios nacionales. Eso es un error por varias razones. En primer lugar, por falta de capacidad productiva dominicana en condiciones competitivas de los productos que Venezuela necesita. La deuda estaba ahí desde hacía muchísimos años y los montos anuales de amortización también, y nunca se pudo pagar con alimentos excepto una pequeña parte.
En segundo lugar, porque la recompra no cubrió la totalidad de la deuda, y Petrocaribe seguirá funcionando en los años venideros, de modo que los productos alimenticios que se estaban usando como compensación se podrán seguir exportando. Hasta ahora los bienes principales que se habían estado exportando como parte del programa eran frijoles, jarabe de glucosa o fructosa, espaguetis y alimentos para crianza de animales.
Pero el mayor error consiste en creer que al pagarlo con productos nacionales el Gobierno Dominicano se estaría economizando el dinero de la amortización. El Gobierno no tiene plantaciones de frijoles ni fábricas de espaguetis. Al compensar deudas con ese tipo de productos, tiene que pagar en efectivo tal como si estuviera amortizando la deuda. Para ello tiene que cobrar los mismos impuestos que si estuviera pagando con dólares, pero en este caso, para pagar a los productores nacionales.
Claro está que el país tiene una ventaja al poder pagar en especie, y es que contribuye a las exportaciones nacionales y a la generación de empleo; pero no es que Venezuela estaría dispuesta a recibir por la deuda cualquier producto sin importar la calidad y el precio. Hay que competir. Como mucho, tener el acuerdo facilita los trámites de hacer la venta.
Pero es en su capacidad de competir donde la producción dominicana siempre ha tenido serios problemas. No solo la producción de alimentos, sino la de cualquier industria y hasta la de servicios. Por eso cayeron tantas industrias, quebraron tantas zonas francas y el propio turismo estuvo tanto tiempo virtualmente estancado. Competir involucra muchos esfuerzos en distintos ámbitos, de los cuales el único fácil es garantizar a la producción nacional una tasa de cambio real atractiva.
Porque si no pudiéramos competir e intentamos venderle caro, por más interés de solidaridad que tenga, el Gobierno venezolano tiene el derecho a decir “mejor pásenme mi dinero, que yo lo compro en otra parte”. Y si fuésemos competitivos, el Gobierno dominicano también podría responder “meda igual, porque vendo el producto en otro país y te pago con las divisas que reciba”.
Es decir, a cualquier productor en condiciones de competir bien en el mercado internacional le da lo mismo colocarlas en el mercado venezolano o exportar las habichuelas hacia otro país, y en términos macroeconómicos la República Dominicana gana igual que se pague con habichuelas la deuda a Petrocaribe o que las habichuelas se vendan en el mercado internacional y con las divisas que genera se pague en efectivo la deuda. En cualquiera de las dos formas, lo importante es que hay que producir y exportar.