Santiago de Chile, 30 may (EFE).- El descenso de la desigualdad se ha ralentizado durante los últimos años en América Latina y el Caribe y sus actuales niveles son un obstáculo para el desarrollo sostenible en la región, afirmó en Santiago la Cepal.

La desigualdad es un fenómeno estructural, que se manifiesta a través de múltiples circuitos viciosos, precisó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su Panorama Social 2016, difundido este martes en Santiago.

Aunque el Coeficiente de Gini para los ingresos personales mostró en 2015 un valor promedio de 0,469 para 17 países de la región (0 representa ausencia de desigualdad y 1 desigualdad máxima), un nivel considerado alto, el ritmo de descenso bajó a la mitad entre 2012 y 2015, consigna el documento.

El descenso de la desigualdad en la distribución de los ingresos observado desde el 2008 responde a la prioridad que dieron los países a los objetivos de desarrollo social, impulsados por una mejora relativa de los ingresos laborales en los sectores más pobres, explica la Cepal.

Las mujeres destinan hasta un tercio de su tiempo al trabajo doméstico no remunerado, mientras que los hombres solo un 10 %, explica el texto, que recuerda que el trabajo no remunerado en los hogares, y que no se incluye en el PIB, equivale aproximadamente a un quinto del mismo

Ello gracias a políticas como la formalización del empleo y el aumento real de los salarios mínimos, además de un incremento de las transferencias monetarias hacia los estratos de menores ingresos, precisa.

No obstante, se observa que las mejoras distributivas recientes no estuvieron necesariamente asociadas a un reparto más equitativo del capital y el trabajo, añade.

Además, la distribución del ingreso es solo una de las dimensiones de la desigualdad en la región, advierte el informe, que ahonda en las desigualdades en el uso del tiempo entre hombres y mujeres, en las asociadas a la condición étnico-racial y las que se evidencian en distintas etapas de la vida.

También llama la atención sobre la estructura de la propiedad de activos físicos y financieros como un factor fundamental de la reproducción de la desigualdad en la región y constata que la distribución de la riqueza es aún más desigual que aquella medida solo por los ingresos corrientes de las personas.

Las mujeres, consigna, siguen sobrerrepresentadas en los quintiles de menores ingresos y su tiempo total de trabajo (la suma de las horas dedicadas al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado con aquellas dedicadas al trabajo remunerado) es superior al de los hombres, lo cual limita su autonomía económica.

Las mujeres destinan hasta un tercio de su tiempo al trabajo doméstico no remunerado, mientras que los hombres solo un 10 %, explica el texto, que recuerda que el trabajo no remunerado en los hogares, y que no se incluye en el PIB, equivale aproximadamente a un quinto del mismo.

La condición étnico-racial es otro factor de desigualdad en América Latina, advierte la Cepal, precisando que en la región viven unos 130 millones de afrodescendientes, aproximadamente el 21 % del total de la población.

Este grupo sufre desigualdades profundas en todas las áreas del desarrollo social, que se expresan, por ejemplo, en mayores tasas de mortalidad infantil y materna, embarazo adolescente, desempleo y en menores ingresos laborales.

En cuanto al gasto social, el informe señala que alcanzó en 2015 su máximo histórico: 10,5 % del PIB para el gobierno central y 14,5 % del PIB para el sector público, como promedio regional.

La protección social (5 %), la educación (4,6 %) y la salud (3,4 %) siguen siendo las funciones de mayor importancia en relación con el PIB.

Sin embargo, los presupuestos de gasto social en 2016 y 2017 registran contracciones en la mayoría de los países, mientras las estimaciones del PIB son en general de crecimiento moderado, por lo cual la Cepal llama a resguardar y cautelar el financiamiento de las políticas sociales, para dar sostenibilidad a los avances alcanzados y hacer frente a los desafíos vigentes.EFE