Cuando se habla de la ecología, generalmente se entiende que nos referimos a los elementos naturales del ambiente: los árboles, el aire, el suelo, la basura, la contaminación. Pero la Ecología es una ciencia. Es la ciencia que estudia la relación de los seres vivos entre sí y con el entorno que los rodea, el cual incluye los elementos abióticos, como el agua, el aire y el clima, y los elementos bióticos que son los seres vivos que, por supuesto, nos incluye a nosotros, los humanos. El término ecología proviene del griego Ökologie, compuesta por dos vocablos, oikos que significa casa o residencia y logos, que se refiere al estudio. En la traducción literal significaría ¨estudio de los hogares¨.

Entender la ecología más allá de la ciencia pura en el imaginario de la gente no es una casualidad. Esto de asumirlo como algo relacionado con el entorno natural y lo que ocurre a su alrededor, A NUESTRO ALREDEDOR, viene a ser parte de una tendencia que hoy en día nos preocupa. Y no es para menos. Es muy frecuente la difusión de noticias sobre desastres naturales que están ocurriendo últimamente. Nevadas críticas en los países del norte, sequías o inundaciones, deslaves o incendios forestales, todo como consecuencia del cambio climático que estamos viviendo. Esto ha hecho que nos detengamos a mirar qué está pasando. O más exactamente, qué estamos provocando.

Los acontecimientos citados han ocurrido fuera de nuestras fronteras. Pero en nuestro país nos encontramos en una situación de sequía crítica que ha provocado fuertes pérdidas materiales y económicas al sector agropecuario. . No está muy lejos en la memoria la avalancha de basura que arropó el Malecón de nuestra ciudad capital por las ingentes cantidades de basura que descontroladamente producimos. Hay un problema muy grave en esto, y es que la ecología la vemos ahí afuera, es lo que está allá y que no nos incluye. Consideramos que estamos fuera de la situación de la ecología, cuando en realidad, somos parte de ella.

Una manifestación muy visible de esta realidad es el aumento en la tendencia a expresar una desbordada preocupación por la situación ambiental nacional e internacional. Esto se expresa de las más disímiles maneras, lo que se podría denominar como una moda de lo ecológico. El ejemplo más visible es la moda de la alimentación saludable y los alimentos dietéticos y orgánicos. También hay moda de visitar hospedajes llamados ecológicos, porque se encuentran en medio de una vegetación que no vemos en las ciudades, a pesar de lo cual poco tengan de realmente ecológicos en la forma de manejar su entorno natural y los recursos que poseen. De igual forma está la moda del ¨reciclaje¨. Se presentan muchas propuestas para que la población lleve a cabo labores de separación y clasificación de los residuos, pero que no calan debido a que los beneficios que se reciben se quedan entre los que los comercializan, que son las grandes empresas.

A lo mejor les ha llamado la atención como a mí la iniciativa del Ministerio de Obras Públicas y Telecomunicaciones de establecer en diferentes puntos de la ciudad capital varios tanques de basura con letreros que los señalizan para la colocación de los residuos separados según su clasificación en composición, ya sea, plásticos, papel, cartón, latas o vidrios. Acudí a esa institución pública a indagar sobre las motivaciones de esa sobresaliente iniciativa y cuáles resultados habría arrojado, por ejemplo, cuánto peso de plástico separado en los tanques recogen semanalmente. Como comprenderán, no pude establecer contacto directo con las personas responsables de la iniciativa, pero todos asumían que mi interés se reducía a la instalación de dichos tanques en otras zonas de la ciudad, para lo cual sólo debía dirigir una comunicación al Señor Ministro. Se me respondió que de la recolección se ocupaba el Ayuntamiento y que de la real separación, con tono de duda, se me asintió afirmativamente. Si nos asomamos a los tanques, consideran que encontraremos residuos separados? No será que esto forma parte de la moda?

A pesar de que la visión que hasta ahora se ha generalizado es la de la moda de lo ecológico, existen sectores de la población realmente preocupados por los problemas ambientales que vive el país, como lo son la degradación de las montañas y bosques por las actividades agropecuarias y mineras. Ahí tenemos el caso de la lucha por la declaración de Loma Miranda como Parque Nacional. También que se limiten las consecuencias de la megaminería. Se vive una lucha ingente para salvaguardar los recursos naturales, puesto que la degradación de los bosques y la vegetación forestal redunda en la disminución cada vez más crítica de los caudales hídricos, situación que se está presentando en diversas zonas del país. La que yo conozco es la de la Provincia Monseñor Nouel, donde la degradación de los bosques está mermando, entre otros, el río Juma y provocando inundaciones fuertes sobre la ciudad de Bonao.

Los ejemplos descritos dan cuenta de la existencia de dos tendencias en la economía mundial. La crisis ambiental que se viene tratando de detener a través de las conferencias internacionales desde la de Estocolmo de 1972 y pasando por la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992. Sin embargo, seguimos con la misma realidad que reflejara el Informe sobre Los Límites del Crecimiento que publicara el Club de Roma, que demuestra la imposibilidad del consumo desorbitado en un planeta de recursos finitos. Se nos pretende vender la idea de que a través de la moda podemos revertir la catástrofe que se nos vendría encima de continuar la tendencia de la explotación excesiva de la naturaleza en pro de un consumo superfluo. Podríamos aprovechar como una oportunidad esta tendencia de moda y tomar las recomendaciones que nos hace Enrique Leff, eminente ambientalista mexicano, y asumirnos como parte de la naturaleza en lugar de verla desde afuera para que nuestra relación hacia ella y la vida que nos brinda sea de doble vía, y le demos a ella, lo que generosamente nos regala cada día, nuestra vida misma.