SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Es cardinal que se proteja y se conserve la Cordillera Central como zona productora de agua, no como una mina para explotación de oro.
Esta es la postura de los científicos de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, quienes criticaron este martes el discurso de ‘‘minería sostenible’’ que pregona el Gobierno y que, a su juicio, es solo propaganda.
‘‘¿Vamos a vender un río por 224 millones de dólares?’’, es la pregunta que de entrada le hacen los académicos, expertos en diversas áreas científicas, al Ministerio de Energía y Minas y al Gobierno de Danilo Medina que alientan el Proyecto Romero con ideas irreales, a juicio de los expertos.
Pero la oposición a la mina de la empresa Gold Quest, de capital canadiense y suizo, que pretende aprovechar los recursos mineros de la Cordillera Central, indemnizando al país con 224 millones de dólares en siete años, no solo viene de parte de la comunidad científica dominicana. La iglesia Católica y su feligresía, organizaciones no gubernamentales, productores agropecuarios y activistas sociales se han pronunciado en contra de la instalación de una mina que ‘‘perjudicaría irreparablemente la producción agrícola y ecoturística de San Juan’’ y, agregan los ecologistas, "una de las zonas de mayor producción de agua de la isla completa".
Tanto Gold Quest como el Ministerio de Energía y Minas dicen que el proyecto no contaminaría las aguas. Sin embargo, en voz de Milcíades Mejía, esa idea de ‘‘extraer oro con productos naturales no es verdad’’. Explica que es para la separación del oro de la tierra se ejecuta un proceso químico natural que necesita cianuro, polvo de zinc y otros elementos.
La idea que difunde el Gobierno también incluye el enunciado de que la explotación sería subterránea, disminuyendo el impacto. Mas la Academia alerta que ‘‘el agua es el insumo principal de la minería de oro. El uso del agua es indispensable’’.
‘‘El recurso agua es imprescindible para la agricultura, la alimentación, para la vida. Su preservación tiene que estar por encima de cualquier tipo de aprovechamiento’’, alertó Luis Scheker.
Y continúa: ‘‘No importa que sea a cielo abierto o que sea subterránea, como se está hablando. La problemática es que está en la confluencia de las dos fuentes de agua que están en la zona’’.
De ahí que el ecologista Eleuterio Martínez enfatizara en las coordenadas acuíferas que se afectarían de concretarse el Proyecto Romero.
‘‘Esta mina está ubicada exactamente en la confluencia de los ríos La Guama y San Juan. Dos fuentes de agua procedentes de la Cordillera Central. No es una mina que se va a hacer en una montaña, sino en la misma confluencia de dos ríos’’, advirtió.
Expone que inmediatamente las aguas se concentran, desembocan en la presa de Sabaneta. A esto se adiciona que la mina está ubicada a más de mil metros sobre el nivel del mar, mientras que la presa, que es el único almacén de agua para irrigar el valle de San Juan, a 730 metros. ‘‘Es una mina encima de la presa’’.
‘‘La preocupación técnica es que no hay otra fuente importante de agua para irrigar el valle de San Juan. Es la única’’, reflexiona.
‘‘El río da vida permanente, la mina es durante siete años’’, enunció Milcíades Mejía, ecologista y miembro de la Academia.
Martínez opina que el Gobierno no puede jugar con el río Yaque del Sur, que comienza a ser un gran río cuando entra el de San Juan. ‘‘Este río tiene 121 kilómetros, recogiendo todas las inervaciones hídricas para luego juntarse con los ríos Mijo, Blanco, San Juan, Grande y Las Cuevas’’, precisa.
En la falta del Parque Nacional José del Carmen Ramírez
Además, mencionaron que el proyecto de capital extranjero estaría ubicado en la frontera del Parque Nacional José del Carmen Ramírez, donde habitan especies endémicas. ‘‘En el país tenemos alrededor de un 32 % de especies endémicas y recuerda que las montañas son el reservorio de esas especies. Muchas de esas especies son de esas montañas’’, subraya Mejía.
‘‘Antes de dar una autorización, hay que hacer estudios de fauna y flora de la zona’’, sugiere al Gobierno.
¿Qué sucederá con la agricultura de la zona?
Recuerdan que San Juan es un valle indispensable para la alimentación local. Es el segundo granero agrícola más importante que tiene República Dominicana. La producción de granos, tubérculos y musáceas depende de las áreas que se inician, recogen y concentran en el valle. Por tanto, apuntan, el Gobierno no puede imponer por encima de la alimentación ningún otro de aprovechamiento.
Según detalla una publicación de finales de 2016 de la misma entidad y firmada por el ecologista Eleuterio Martínez, el mayor consumo anual de la riqueza hídrica del país lo tiene el sector agrícola con más de mil millones de metros cúbicos, incluso sobre el uso humano, que representa 950 millones de metros cúbicos. De ahí la importancia de la producción de agua para el desarrollo agropecuario que señalaron los miembros de la Academia.
Pero la Academia de Ciencias menciona que el daño a la agricultura también se extendería hasta Barahona. La producción agrícola de Canoa, Jaquimeyes, Palo Alto, Caobita se abastece del agua de esa cuenca hidrográfica.