Con el último juego de la GRAN carrera de Derek Jeter, para muchos seguidores del béisbol se cierra un capítulo. No son dos, ni tres los fanáticos que han crecido viendo a Jeter en el uniforme de los Yankees desde el 1996.
Jeter, desde su llegada a las mayores, ha sido el mejor representante que ha podido tener el juego. Campo corto, en la ciudad a la que todos quieren llegar, con el equipo en el que todos quieren jugar, y un comportamiento impecable.
Para muchos así como el antiguo Yankee Stadium era ¨la casa que construyo Ruth¨, el nuevo es sin dudas ¨la casa que levanto Jeter¨.
No solo los números de Derek lo ponen entre los mejores campo cortos de la historia, de hecho, más que los números su forma de manejarse y la constancia es que lo han colocado en ese club de los mejores. Son pocos los jugadores que han alcanzado su nivel, sin ser tocados por escándalos, ni controversias.
Estoy seguro que muchos hombres rompieron en lágrimas en el último partido de Jeter en Nueva York. No es para menos, los fanáticos se sienten agradecidos por todos los momentos memorables que Jeter les ha brindado. El juego ya era algo histórico, y es que despedir a ese emblemático jugador es decir adiós a una época llena de campeonatos, metas y momento inolvidables.
Probablemente la generación que viene detrás de nosotros, así como la que estuvo antes, tendrán a otro héroe del beisbol, alguien a quien seguir, que levantara admiración y respeto de todos, incluyendo de sus rivales. Aunque lo más probable es que no sea como Jeter.
Con el retiro de ¨El Capitan¨, después de 20 temporadas, 5 anillos de Serie Mundial, 3,465 imparables y el respeto de todo el mundo, para muchos se nos cierra un capítulo de la historia del beisbol y una gran época de nuestras vidas.
Ya no veremos más el no. 2 en el uniforme de rayas de los Yankees, ya las ¨creaturas del bleacher¨ de Yankee Stadium no gritaran su nombre, ya el béisbol de Grandes Ligas se queda sin capitán.