Bogotá, 22 jul (EFE).- El Mundial de Brasil 2014 será inolvidable para el centrocampista colombiano James Rodríguez, quien, superando toda expectativa, no solo se convirtió en el máximo goleador del torneo con seis anotaciones, sino que además fue el trampolín para alcanzar el sueño de su vida: jugar en el Real Madrid.
Con 23 años, James, que siempre expresó su admiración por el equipo 'merengue', y en especial por Cristiano Ronaldo, había reconocido que se iría a jugar al equipo español "con los ojos cerrados".
Hoy su deseo se hizo realidad gracias a su gran desempeño en el Mundial de Brasil, donde fue la figura de Colombia, el máximo goleador y uno de los más destacados jugadores de la Copa.
Sin dejar de mencionar que el primer gol que le marcó a Uruguay en los octavos de final fue considerado por el 75 % de los cuatro millones de votos que se registraron en la página de la FIFA, como el mejor de Brasil 2014, por encima del tanto del holandés Robin Van Persie, de palomita, ante España.
El Mundial de Brasil, sin buscarlo, le dio a James una especie de revancha pues desde las eliminatorias estaba a la sombra de su compañero de equipo del Mónaco francés, Radamel Falcao García, quien era el llamado a ser el ídolo y la figura del grupo de José Pekerman.
Él, por su parte, fiel a su temperamento tranquilo que raya incluso en la timidez, se limitó a jugar bien y a mostrar un talento que desde niño estaba en sus pies, en sus gambetas y en su magia con el balón para ser hacer pases-goles o para marcarlos.
Una infortunada lesión dejó fuera del Mundial a Falcao y mientras los colombianos se lamentaban por la sensible baja, fue James quien "se echó el equipo al hombro".
A pesar de su gran actuación, en la derrota ante Brasil por 1-2 James tocó la sensibilidad de 47 millones de colombianos que vieron sus lágrimas impotentes ante la eliminación en cuartos de final del mundial.
El regreso al país fue un paliativo para él y para el equipo tras ser recibidos como héroes por haber registrado el mejor desempeño en la historia de una selección absoluta en los cinco mundiales en los que Colombia ha participado.
Ya en casa, al lado de su esposa Daniela -hermana del arquero David Ospina, titular de la selección Colombia- y de su pequeña hija Salomé, James esperó paciente los últimos partidos del mundial en los que ni el alemán Thomas Müller ni el argentino Lionel Messi pudieron superarlo como máximo goleador.
"Gracias a Dios. A todos ustedes por la fuerza que hicieron. Y a mis compañeros de selección que lo hicieron posible", reseñó luego en su cuenta de Twitter al recibir miles de felicitaciones de sus seguidores.
El centrocampista colombiano que el pasado 12 de julio cumplió 23 años, nació en 1991 en Cúcuta, ciudad fronteriza con Venezuela, en donde vivió tan solo tres años para luego irse con su familia a Ibagué, capital del departamento del Tolima, en el centro del país, en donde desde muy pequeño comenzó su carrera de futbolista en la Academia Tolimense de Fútbol.
A los 14 años se fue a Medellín en donde debutó con el Envigado, uno de los equipos de Antioquia en el que se hizo figura por sus gambetas, por su exquisito juego y por su olfato de gol, sin ser delantero.
Se destacó también con la selección colombiana en el Mundial Sub’17 de Corea en 2007, y su papel le valió para ser tenido en cuenta en el 2008 por el Banfield argentino, equipo con el que salió campeón en el 2009.
Luego, en el verano de 2010, fue adquirido por el Oporto portugués, en el que jugó con dos de sus compañeros de selección, Falcao García y Freddy Guarín. Allí ganó la Superliga, la Liga portuguesa, la Copa de Portugal y la Liga de Europa en un solo año.
A finales de ese mismo año, el 24 de diciembre, James decidió casarse con Daniela Ospina.
Desde 2013, una vez más al lado de Falcao, James se fue a jugar con el Mónaco, que lo fichó cinco años, pero su desempeño en el reciente mundial y sus goles de antología lo llevaron a ser fichado por el equipo de sus amores, el Real Madrid. EFE