PARÍS, Francia.- El serbio Novak Djokovic mostró su rostro más humano frente al español Pablo Carreño, a quien tuvo que arrancar una trabajada victoria para clasificarse por décima vez para semifinales de Roland Garros, donde se medirá contra el griego Stefanos Tsitsipas, que venció al ruso Alexey Rublev.
En el cuadro femenino, la estadounidense Sofia Kenin, cuarta favorita y vigente campeona del Abierto de Australia, venció a su compatriota Danielle Collins por 6-4, 4-6 y 6-0 y se medirá por un puesto en la final contra la a checa Petra Kvitova, séptima cabeza de serie, que venció a la alemana Laura Siegemund por 6-3 y 6-3.
Pero la noticia estuvo en que Djokovic mostró su rostro más humano, más mortal, aquel que hasta ahora ningún rival había sabido arrancarle y que Carreño le obligó a rescatar, par ganar el duelo 4-6, 6-2, 6-3 y 6-4.
Fue el mismo rival que asistió hace poco más de un mes a uno de los incidentes más rocambolescos del tenis reciente, aquella agresión a una jueza en octavos del Abierto de Estados Unidos que provocó su descalificación y su única derrota de la temporada.
La segunda pudo olerse en los primeros compases de su partido contra Carreño, cuando el serbio pareció desubicado, errático, sin encontrar los golpes que le condujeron a alcanzar en volandas los cuartos.
Por vez primera en lo que va de torneo, Djokovic cedió un set y aunque en el resto del partido sacó el campeón que lleva dentro, a cada instante que bajaba la guardia sentía de nuevo la amenaza del español.
Carreño, que disputaba los cuartos en París por segunda vez, para tratar de alcanzar sus segundas semifinales de un Grand Slam, tras las dos jugadas en Estados Unidos, bajó al serbio del pedestal al que parecía subido, encontró sus debilidades.
El serbio reconoció haber entrado frío, lució un vendaje en la espalda y se hizo tratar por un fisio al final del primer set. A partir de ese momento, su tenis se reguló y, aunque en ningún momento pareció sobrado, pudo poner los ladrillos de su triunfo.
El rostro del serbio al final del duelo, que acabó bien entrada la noche, denotaba que no había sido un paseo. "Es un rival muy duro, los puntos son siempre muy largos, te obliga a jugar muchos intercambios. He tenido que tener paciencia", dijo el número 1 del mundo.
Djokovic jugará sus décimas semifinales en busca de su segundo título en la tierra batida francesa. En busca de la primera final desde que levantó el título en 2016, el serbio se encontrará con un Tsitsipas que ha ido de menos a más.
El griego, de solo 22 años, se deshizo en tres sets, de Rublev, 7-5, 6-2 y 6-3, en una venganza de la final de Hamburgo de hace dos semanas.
El moscovita lamentará no haber aprovechado el servicio que dispuso para apuntarse el primer set, tras el cual sucumbió al juego del heleno, que venía con la cicatriz de la derrota en Hamburgo, cuando fue él quien no aprovechó un servicio para adjudicarse el partido.
El griego, que había perdido sus tres anteriores duelos contra Rublev, jugará su segunda semifinal de un grande, tras la del Abierto de Australia del año pasado, donde perdió contra el español Rafael Nadal, es el único tenista griego que ha llegado a esa ronda en un grande.
El balance entre ambos está 3-2 a favor del serbio, que ganó el único duelo en tierra batida, la final del Masters 1.000 de Madrid del año pasado.
En el cuadro femenino, Kenin, de 21 años, jugará sus primeras semifinales en París y las segundas en su carrera en un grande, tras vencer en un disputado partido a Collins, demostrando su mejoría en tierra batida, donde no había jugado unos cuartos de final.
Su rival será Kvitova, que a sus 30 años vive en París una segunda juventud. EFE