(Cortesía de La Nación, Buenos Aires, Argentina)

TORONTO (DPA).- Fue una victoria sin atenuantes. Las Leonas (argentinas) golearon 12-0 a República Dominicana en un partido en el que hubo argentinas a uno y otro lado de la cancha. Seis matrimonios por amor al hockey lo hicieron posible.

"En 2010 surgió la propuesta y fuimos tres jugadoras, a ciegas, sin saber con qué nos íbamos a encontrar. Me acuerdo que me preguntaron si tenía pasaporte, les dije que sí y un sábado me avisaron que salía el martes para Dominicana para nacionalizarme. Fue todo una locura", contó a la agencia DPA Agustina Birocho, que nació en Buenos Aires y fue una de las pioneras argentinas en reforzar a la selección de República Dominicana.

En el avión rumbo a Santo Domingo, Birocho conoció a Lucía Navamuel, a quien había enfrentado en partidos de la liga de La Plata. Cuando arribaron a la capital dominicana, les explicaron que por las leyes del país la manera más rápida de obtener el pasaporte dominicano era casándose con hombres locales. Entonces, los jugadores de la selección masculina se ofrecieron de cónyuges con el "objetivo de salvar al deporte". Las argentinas dieron el sí y el proyecto de reforzar a un equipo carente de competición y sin resultados estaba en marcha.

"El riesgo que se corría si no se reforzaba con argentinas era que el hockey desapareciera, porque había que sostener el equipo para sumar jugadoras menores e ir formando asociaciones, clubes y escuelas para que el hockey empiece a tener una base y empiecen a reemplazar a las chicas extranjeras", explicó Leonardo Di María, argentino y manager de la selección dominicana, que jugó un papel vital para reclutar jugadoras.

Con la organización de los Juegos Panamericanos de 2003 en Santo Domingo, la República Dominicana debió crear desde cero un equipo de hockey sobre césped. "Cuando contás que jugás al hockey tenés que explicar lo que es el deporte, porque no existe para ellos. Es como hablar de béisbol en Argentina", comparó Navamuel, delantera de 26 años.

Un entrenador argentino plantó la semilla, pero no fue hasta 2010 que surgió la idea de nacionalizar jugadoras para sostener al deporte. Malos resultados en las competencias por el Caribe minaban la confianza estatal y la federación tenía más problemas para conseguir recursos.

"Hicimos el casamiento, conseguimos los papeles y de ahí nos fuimos a Mayagüés para jugar el Centroamericano en Puerto Rico, ahí empezó todo. Después hubo un 'stand by' (un parate) de tres años que no pasó nada y en 2013 empezamos de nuevo", recordó Navamuel, que se formó en Estudiantes de la Plata.

La segunda etapa incluyó el arribo de más argentinas. "Llegamos todas por separado. Yo empecé a jugar con ellas en 2013. Llegué para entrenar, me casé con uno de los chicos que juegan en el seleccionado y eso me dio la nacionalidad para jugar", contó la capitana Soledad del Pino, también nacida en Buenos Aires. Del Pino, a diferencia de algunas de sus compañeras, fijó su residencia en Santo Domingo, donde se entrena hasta en triple turno y ayuda a la formación a las jugadoras locales.

El presupuesto no abunda en la federación local y las jugadoras mantienen un estado amateur. "Nosotras no cobramos por jugar. Solamente nos dan alojamiento, el pasaje y las comidas, no tenemos ningún sueldo", explicó Birocho, que es odontóloga en Buenos Aires.

"íEy, boluda, te olvidaste el celular!". El grito desnuda la nacionalidad de la jugadora vestida con la uniforme rojo y azul, que tiene la bandera dominicana en el pecho. Birocho, Navamuel, Del Pino, Julieta Roncati, María Disanti y Cecilia O' Flaherti son las seis argentinas en el plantel de 16 jugadoras que viajaron hasta Toronto.

El cuerpo técnico también tiene acento porteño, con el manager Di María y el entrenador Gustavo Bidegain. La base de entrenamientos es en Buenos Aires y un par de jugadoras dominicanas se mudaron a Buenos Aires, donde disputan el torneo Metropolitano.

"Las dominicanas que se fueron a vivir a la Argentina hablan más 'argentino' que nosotras. Toman mate, traen dulce de leche cuando vuelven, son más porteñas que nosotras", advirtió Del Pino sobre las costumbres de Magalys Ortega y Albania Marte.

Una de las principales barreras para el crecimiento del deporte en la isla del Caribe es la falta de competencia interna. No hay liga ni equipos y la única cancha es la que se construyó para los Panamericanos. Desde entonces no tuvo el mantenimiento adecuado por la falta de agua y electricidad que son parte del día a día en el país.

"Hacemos giras de fogueo a Buenos Aires y al interior de la Argentina. También nos preparamos recibiendo a otros equipos. Antes de venir acá jugamos contra Venezuela", comentó la capitana Del Pino.

Los resultados empezaron a verse en 2014, con la etapa de la World League en Jamaica, donde consiguieron ganar todos los partidos menos ante Trinidad y Tobago, y Birocho fue elegida mejor jugadora del torneo y goleadora.

La historia se repitió en los Juegos Centroamericanos, donde República Dominicana logró la primera clasificación para los Panamericanos. En Toronto viven "una irrealidad", según describió Navamuel. "Estamos en la villa, vemos la Torre CN de fondo y nos parece todo una escenografía", agregó.

Las dominicanas cayeron 12-1 en el primer partido ante Canadá y empataron 1-1 ante México. Hoy, cayeron 12-0 ante las Leonas.

"Nunca lo hubiera imaginado, pero ahora todo tiene sentido", completó Birocho. La argentina fue la única que se divorció de "su marido dominicano" y está ahora casada con el manager Di María, con el que tiene un hijo. Sin embargo, su amor al hockey sigue intacto.