Si un valor indudable tiene el montaje de esta pieza en la Sala Ravelo, donde hoy domingo concluye sus funciones, y que es original del dramaturgo Ariel Feliciano, con la dirección de Pilar Pineda, no radica la juventud de su equipo, ni la impactante personalidad del mito hollywoodense de la Monroe, ni el descubrimiento de nuevos rostros para la primera línea de la escena dominicana.
Su principal atributo es el atrevimiento desacralizador con que el equipo se atreve a plantear una propuesta alternativa, consistente y valida, pese a algunos aspectos que debieron haber sido mejor logrados.
No se trata de la vieja política, ciertamente cómoda, de la critica cuando se enrumba por la bajada facilista de alabar esfuerzos, lo que es la peor derivación interpretativa de un proyecto de este nivel.
¿Quién mató a Marilyn Monroe? parte en tanto recurso argumental, de un personaje que sigue provocando tanta admiración como interrogantes sin respuestas y enigmas que a estas alturas no van a encontrar la plaza de las certidumbres establecidas.
Uno de sus éxitos es lograr convencernos de que estamos ante un elenco numeroso y múltiple y no frente a cuatro actuaciones de primera línea.
Actoralmente, el peso del trabajo recae en Pamela Herdiz, con la responsabilidad de convencernos de que es la Monroe. Tiene