La Habana, Cuba (EFE).- El reconocido poeta y ensayista cubano Roberto Fernández Retamar, Premio Nacional de Literatura y presidente de la prestigiosa Casa de las Américas, falleció este sábado en La Habana a los 89 años.

"Perdimos a uno de los mayores poetas y pensadores de Nuestra América y del mundo: Roberto Fernández Retamar. Nos deja una obra excepcional, centrada en la descolonización y el antimperialismo", escribió en Twitter el exministro de Cultura de la isla, Abel Prieto.

Periodista, poeta, ensayista, profesor universitario y diplomático, Fernández Retamar (1930-2019) comenzó a trabajar como reportero desde muy joven en la revista "Alba", para la que entrevistó al premio nobel estadounidense Ernest Hemingway.

En la década de 1950 colaboró con la emblemática revista "Orígenes" y se involucró en la lucha clandestina contra el régimen de Fulgencio Batista.

Tras el triunfo de la Revolución liderada por Fidel Castro en 1959 ocupó varios cargos en instituciones culturales, entre ellas la Casa de las Américas, donde primero dirigió la revista de la institución desde 1965 y luego asumió la presidencia desde 1986 hasta hoy.

Fernández Retamar también fundó y editó hasta 1964 la revista "Unión" junto a los reconocidos intelectuales Nicolás Guillén, Alejo Carpentier y José Rodríguez Feo.

Fue miembro de la Academia Cubana de la Lengua, la cual dirigió entre 2008 y 2012, y miembro correspondiente de la Real Academia Española.

Autor de una vasta obra en prosa y verso, sus libros han sido traducidos a una docena de idiomas y su ensayo "Caliban. Apuntes sobre la cultura de Nuestra América" (1971) está considerado uno de los más importantes de la literatura latinoamericana del siglo XX.

Fernández Retamar fue miembro del Consejo de Estado cubano – máximo órgano de gobierno del país- y diputado a la Asamblea Nacional entre 1998 y 2013.

En 1989 se le concedió el Premio Nacional de Literatura, el galardón más importante de su tipo en la isla, y más tarde el Premio Nacional de Ciencias Sociales en 2012 y el Premio Internacional José Martí de la Unesco en enero pasado, entre otras distinciones.

Los restos de Roberto Fernández Retamar serán incinerados y la semana próxima se prepara un homenaje a modo de despedida en la Casa de las Américas. EFE

Declaración de la Casa de las Américas

«Puso a disposición de los hombres lo que tenía de inteligencia // […] Les entregó lo que tenía de coraje // […] Hizo su parte, llegado el momento // […] al final, declaró que volvería a empezar si lo dejaran». Así se expresaba el poeta en los versos titulados «Sería bueno merecer este epitafio», y así lo recordamos.

La muerte de Roberto Fernández Retamar es una pérdida irreparable para la cultura cubana. Desde que se dio a conocer en 1950 con el poemario Elegía como un himno, su obra fue abriendo cauces y marcando hitos en la poesía de lengua española, a la que legó textos que quedarán para siempre como «Felices los normales», «¿Y Fernández?» o «Con las mismas manos».

No menos relevantes son sus penetrantes y esclarecidos ensayos, que ponen en evidencia la vastedad de su pensamiento y la magnitud de su labor intelectual, tanto si recordamos ese clásico de la reflexión latinoamericana y caribeña, «Caliban», como si pensamos en Para una teoría de la literatura hispanoamericana, en su fervorosa pasión por la obra martiana, o en sus lúcidos ensayos sobre el papel del intelectual y los procesos de descolonización cultural en nuestra América.

Es imposible disociar su nombre de la historia de la Revolución cubana, separarlo de un fenómeno que ha sido asunto e inquietud permanente, tanto como escenario vital y caja de resonancia de su figura y su obra.

Sería mucho, ya, si ese fuera el legado de Roberto, pero a su obra literaria habría que añadir su labor docente y su inigualable faceta de editor, que lo llevó a dirigir diversas revistas antes de asumir en 1965 la dirección de Casa de las Américas, para consolidarla como uno de los más importantes referentes culturales de nuestra América.

Pero aún haría más, al frente de la Casa de las Américas toda desde 1986, como continuador de la heroína y fundadora, Haydee Santamaría, y del gran pintor Mariano Rodríguez. El privilegio de que Roberto presidiera en las últimas décadas esta Casa contribuyó a que –bajo su conducción– ella apostara por el riesgo sin dejar de ser fiel a sí misma, al espíritu que la vio nacer en la descomunal e inconclusa tarea de la integración cultural de la América Latina y el Caribe.

En ocasión de la dolorosa pérdida de Haydee, la Casa de las Américas dio a conocer una declaración –en la cual se transparenta la escritura de Roberto– que concluía afirmando: «Es necesario decir que estará con nosotros, en nosotros. […] Pero desde ahora somos más pobres, aunque nos acompaña para siempre el honor de haber trabajado bajo su guía, bajo su aliento, que seguimos sintiendo, orgullosos y entrañablemente conmovidos, a nuestro lado». Esas palabras siguen siendo válidas para Haydee, tanto como lo son para este entrañable hermano suyo que acaba de dejarnos. Las hacemos nuestras para ti, en este momento de infinita tristeza, querido Roberto.

 

La Habana, 20 de julio de 2019.