Por: Alejandro Paulino Ramos

El artículo de hoy trata sobre el accionar de los Comandos Clandestinos y de otras agrupaciones políticas de izquierda durante los doce años de Balaguer, lo que obliga a hacer algunas precisiones.

Escribir sobre acontecimientos del pasado recientes de la política dominicana, sin que contemos con toda la documentación necesaria para desentrañar las verdaderas causas y detalles coyunturales de los acontecimientos narrados, podrían hacernos presentar una parte de la verdad y por lo tanto caer en imprecisiones. Ella, la verdad completa, tendrá que esperar a que historiadores, investigadores y protagonistas de ese pasado asuman la tarea de darla a conocer.

Esta aclaración es necesaria

La falta de documentación y testimonios creíbles, que complementen los que forman parte de estas crónicas y de los escritos publicados en los últimos años por algunos autores, podrían incidir en la debilidad analítica y hacernos llegar a conclusiones sesgadas por la falta de información o porque las obtenidas formaron parte del debate que a lo interno de las organizaciones de izquierda enfrentaban actitudes personales, de fracciones y tendencias político-ideológicas, o fueron publicadas por las autoridades con fines políticos en la prensa dominicana, lo que las hace no necesariamente fiable.

En ese sentido, se hace necesario que comencemos a transparentar los acontecimientos de los últimos cincuenta años y dar a conocer la realidad, no parcial, de los más importantes hechos de aquellos días. Pero esto se hace imposible sin que los actores faciliten la documentación preservada en sus archivos personales y sin que los especialistas asuman la responsabilidad de hurgar en la documentación existente, incluyendo la del Estado, además de entrevistar a los protagonistas de los más destacados sucesos del periodo posterior a la muerte de Trujillo.

Es en ese ánimo y con esos fines, que nos hemos atrevido a abordar los  temas inconclusos que han estado apareciendo en los artículos que forman parte de esta serie de las Crónicas de los doce años de Balaguer, que gracias a la apertura mostrada por Acento ahora ustedes pueden leer.

Después de esta oportuna aclaración, ahora pasamos a tocar dos temas tabús en la historia de la izquierda dominicana, como son los relacionados con las acciones de los  Comandos Clandestinos y los asaltos cometidos por los partidos que en aquellos años se autoproclamaban como revolucionarios.

Surgimiento de los Comandos

Desde las primeras semanas de gobierno del doctor Joaquín Balaguer, el Movimiento Popular Dominicano (MPD) se mantuvo buscando fórmulas para desarrollar la lucha armada, por lo que  planificó insertar sus cuadros en la zona rural y Cordillera Central, pero sin poder cumplir con esos objetivos conforme con lo que se habían propuesto.

Esa situación comenzó a cambiar cuando a mediados de 1968 el MPD reunió a sus principales dirigentes en la Asamblea de Cuadros Guido Gil,  y determinaron que como forma de relanzar las iniciativas guerrilleras contenidas en la estrategia de “lo mejor al campo” con que pensaban insertarse en la zona rural y montañas dominicanas, la agrupación tenía que crear núcleos urbanos y campesinos integrados por dirigentes, militantes y colaboradores con los fines de propiciar la lucha agraria y sindical, así como en los demás frentes de masas, de modos que los mismos sirvieran para crear la base de apoyo y el abastecimiento de las guerrillas que supuestamente iban a operar en sitios estratégicos,  en los que se daría inicios a la esperada “guerra popular prolongada del campo que rodea la ciudad”.

De esa decisión aprobada en “la Guido Gil”, surgieron los Comités y Comandos Clandestinos que agrupaban a los miembros del partido de izquierda, que luego pasaron a llamarse Comandos Revolucionarios Clandestinos (CRC). Esa línea política del MPD fue modificada a los pocos meses, en enero de 1969, para dar paso a la “táctica Hilda Gautreaux”, provocando un cambio significativo en los CRC.

Fue en ese proceso de variación de la línea política de la agrupación comunista, que los CRC, surgidos para encuadrar la militancia del MPD, comenzaron a transformarse en estructuras abiertas en las que podían participar como miembros personas ajenas a esa organización, bajo la condición de que fueran partes de los partidos y grupos políticos que luchaban contra el continuismo balaguerista o de que simpatizaran con el derrocamiento del gobierno reformista a través de un golpe de Estado, que siendo ejecutado por las diferentes fuerzas unificadas en ese fin, diera paso a un gobierno de transición y posteriormente a la profundización del proceso a través de la lucha armada, en la que los comandos jugarían un papel fundamental.

Muy pronto los comandos clandestinos crecieron en cantidad, pero a la vez fueron perdiendo la calidad desde el punto de vista teórico-ideológico y organizativo de una agrupación que se proclamaba la más importante representante del marxismo-leninismo en la Republica Dominicana. Los comandos formados se llegaron a calcular en más de 600, y contaron con una militancia de diversas procedencias  pues los había de obreros, campesinos, ex militares, ex policías, estudiantes, de sectores profesionales y moradores de los barrios pobres. Entre estos últimos sobresalían los chiriperos y jóvenes “desclasados” muchos de los cuales eran tenidos como “tigueres” o “lumpenes”, de bajo nivel educativo y político, pero atrevidos para la acción directa. Por lo general, un comando contaba con siete u ocho miembros.

Los Comandos Revolucionarios Clandestinos llegaron a estar dispersos en toda la geografía nacional, inclusive sus actividades eran visibles en la zona rural donde dirigían la toma de tierras por los campesinos. De estos, la ciudad de Santo Domingo concentraba unos 300, siendo la “zona Norte”, que era la más deprimida económicamente y centro de los barrios marginados, donde se encontraba la mayor parte de los CRC. A esta le seguía la “zona Sur”, que incluía a personas de clase media, estudiantes y empleados públicos que residían en la Ciudad Colonial, Gazcue, Ciudad Nueva, La Feria,  y zonas aledañas, y por último la “zona Este”, cuyo territorio se expandía por los barrios de los Mina, Villa Duarte y Las Américas, principalmente.

La mayoría de las protestas populares, huelgas sindicales, ocupaciones de tierras, paralización de actividades en barrios y ciudades del país eran ejecutadas o dirigidas por los miembros de los comandos, aunque también participaban  en esas protestas militantes de la izquierda y del Partido Revolucionario Dominicano. Además de que muchos militantes del PRD también eran miembros de los comandos, y se decía que el doctor José Francisco Peña Gómez tenía coincidencia con la línea política del MPD en cuanto al golpe de Estado y a la resistencia contra el gobierno del doctor Balaguer.

Actividades de los comandos.

En sus diferentes funciones político-militares, los comandos tuvieron entre sus  responsabilidades las de organizar e impulsar huelgas laborales, dirigir la toma de tierras en la zona rural, encabezar las protestas callejeras relámpago que eran conocidas como “micro mítines” y organizar paralizaciones de actividades en los pueblos del país, pero todo esto relacionado con el propósito principal que era crear el ambiente para propiciar el deterioro del gobierno y facilitar el “golpe de Estado revolucionario”.

Para cumplir con la línea de apoyo a la guerrilla que estaba supuesta a operar en los campos y en la Cordillera Central, los CRC se dedicaron a la búsqueda de recursos económicos a través de “operaciones” en las que casi siempre actuaban vestidos de militares y con armas de guerra y en las que asaltaban bancos comerciales, vehículos blindados en los que se transportaban recursos de Rentas Internas, oficinas comerciales  y empresas privadas.

Esos recursos sustraídos, estaban destinados en principios para la compra de armas y pertrechos militares que serían utilizados por la guerrilla y por los mismos comandos, pero como veremos en los documentos del MPD, esto no sucedió así. La mayoría de esas acciones resultaron en fiascos debido a que, por diferentes razones, se suspendían minutos antes de ser ejecutadas o porque luego de realizarse, las autoridades enfrentaban a los participantes, los cuales iban a parar a las cárceles y traducidos a la justicia. Además de que muchas veces el resultado de esas “búsquedas” de recursos terminaba beneficiando de manera personal a los que cometían las referidas acciones y no a los planes revolucionarios.

Cotidianas de los CRC

Algunas de las operaciones “militares”, de acuerdo a lo que se rumoraba en los ámbitos políticos de izquierda de la época, tenían una complejidad tal, que hacía que las mismas fueran ejecutadas por comandos que integraban selectos hombres del MPD y de otras organizaciones con las que ese partido tenía alguna coincidencia, como sucedió con el asalto del Royal Bank en 1971. En esa acción, se dijo en círculos de izquierda  y así lo publicó la Policía, actuaron juntos miembros de los comandos del MPD y de los Comandos de la Resistencia de Amaury German Aristy.

Algunas personas conocedoras de la historia política de la izquierda durante el período de gobierno de Balaguer, llamaron la atención sobre el hecho de que otras organizaciones y grupos de izquierda como los eran el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, el Grupo Plinio, los Comandos de la Resistencia,  una agrupación liderada por Homero Hernández, y miembros de otras pequeñas organizaciones realizaban iguales “acciones”, pero que casi siempre las autoridades  responsabilizaban a los comandos y al MPD. También se adujo, que bajo el amparo de las acusaciones contra esa organización, que parecía ser la más agresiva en esa política de los “golpes de manos”, se encubrían algunos delincuentes comunes, así como escasos miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policías que ocasionalmente se dieron a la tarea de efectuar asaltos y secuestrar empresarios para luego exigir el pago de rescates. Muchos de estos rumores nunca pudieron ser comprobados.

Los “golpes de manos” en la izquierda

Durante los “doces años de Balaguer” se hicieron cotidianos los asaltos a manos armadas, casi siempre ejecutados por miembros de los diferentes partidos de izquierda y bandas de delincuentes que hicieron de aquella practica su modo de vida. Estos se popularizaron con el nombre de “golpes de manos”.

Muy temprano, el 28 de octubre de 1966, se dice que por militantes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, fue asaltado el vehículo de la Lotería Nacional que transitaba por la calle Arzobispo Merino casi esquina Padre Billini, del que fueron  sustraídos más de 80 mil pesos.

El 1 de agosto de 1967 fue asaltado un vehículo del Banco Popular. En aquella ocasión, en que los asaltantes se llevaron 65 mil pesos, se rumoró  que el hecho fue cometido por el Movimiento Popular Dominicano. Cuatro meses después, el 28 de noviembre, otro grupo intentó asaltar una sucursal del Banco Popular en la ciudad de Santo Domingo, lo que fue impedido por un agente de la policía que resultó muerto. Posteriormente, el 29 de junio de 1970, un grupo armado intentó el asalto de la oficina de Nelly Rent Car en la avenida Independencia, de donde solo pudieron sustraer unos 3 mil pesos.

Desde 1970 fue más que evidente que las acciones cometidas por grupos armados contra empresas privadas y del Estado se habían incrementados, debido a que organizaciones de izquierda así como personas y grupos independientes, se dedicaron a realizar ese tipo de hechos bajo la justificación de que los mismos eran desarrollados para obtener recursos económicos para financiar las actividades revolucionarias. En esas acciones se destacaron, además de los comandos del MPD y los Comandos de la Resistencia, el 1J4, el Grupo Plinio y el Grupo Rubirosa.

Varios de los asaltos más espectaculares se hicieron bajo la responsabilidad de los comandos del MPD y los Comandos de la Resistencia, entre ellos los del Royal Bank of Canadá, del 29 de junio de 1970 y  del 8 de noviembre de 1971. Este último, que fue realizado con el fin de obtener recursos económicos para apoyar tareas relacionadas con los preparativos expedicionarios de Francisco A. Caamaño en Cuba, tuvo un desenlace trágico con las muertes de los máximos dirigentes de los Comandos de la Resistencia.

Posteriormente, cada cierto tiempo, la prensa trajo las noticias de nuevos actos de esa naturaleza realizados a nivel nacional, contra personas y empresas de pocos recursos económicos, como eran los canjeadores de cheques y los vendedores de billetes y quinielas. Los últimos asaltos de importancia sucedieron los días 21 de octubre y el 6 de diciembre de 1974, cuando el Grupo Rubirosa, también conocido como Los Trinitarios, atracaron la sucursal del Banco de Reservas de la avenida Bolívar llevándose 185 mil pesos y la Colecturía de Rentas Internas de La Romana, de donde sustrajeron más de 42 mil pesos.

En el MPD se denunció degeneración de  CRC

Luego del periodo 1968-1970, “donde los comandos jugaron un gran papel en la lucha general del pueblo—dice un documento puesto a circular por el Movimiento Popular Dominicano entre sus miembros en 1971—, surge inesperadamente una peligrosa tendencia, que sin darnos cuenta de las funestas consecuencias que traería a la organización de comandos, la dejamos colar en seno de la organización. Los llamados “golpes de manos”, con el solo pretexto de comprar armas y equipos, para la organización. Debemos señalar que ante esta tendencia tan peligrosa, el partido en su inicio actuó con mano floja”. (Véase “El por qué degeneraron los comandos”, documento del Comité del Distrito del MPD, marzo 1971).

El párrafo del citado documento contiene una de las conclusiones a las que el Comité del Distrito del MPD llegó al momento de querer “enderezar” el rumbo de los CRC, a principios de 1971. Esa estructura político-militar estuvo planificada para actuar como guerrilla urbana con el objetivo de garantizar el apoyo y abastecimiento de la supuesta “guerra popular prolongada” que ese partido iniciaría en los campos dominicanos. Además, actuaría como instrumento armado, pero con la función de organizar los movimientos  reivindicativos de los diferentes sectores del país, y responsable de preparar la base para la guerra, una vez se lograra el derrocamiento del gobierno del presidente Joaquín Balaguer mediante “el golpe de Estado revolucionario”.

El MPD puso a circular el referido documento (El por qué degeneraron los comandos), entre sus cuadros profesionales, militantes y colaboradores, no así entre los miembros de los CRC, que ya eran visto como parte de un proyecto en el que iban rápidamente perdiendo el control. En el referido año se comenzaba a hablaba del fracaso de la línea política de “la Hilda Gautreaux” y de que la “táctica se había tragado la estrategia”, pues el esperado golpe de Estado terminó convirtiéndose en una ilusión en la que nadie creía, mientras los principales líderes de la organización marxista-leninista habían sido muertos o se encontraban en la cárcel y el exilio, y una discreta confrontación comenzaba a darse entre los más importantes líderes presos en la “cárcel de La Victoria” y los nuevos dirigentes que dirigían la agrupación desde las calles.

En ese ambiente de incertidumbre y perdida de las perspectivas políticas (y en la que iba surgiendo una tendencia que se auto definía como “rectificadora”), miembros de los comandos, especialmente los que habían sido captados entre los moradores de los barrios más pobres, comenzaron a actuar por sus cuentas y en provechos de sus intereses personales, de modos que muy pronto las “búsquedas de recursos para el partido” ejecutadas a través de los asaltos se convirtieron en operaciones de rateros llevadas a cabo a través de los famosos “golpes de manos” y del socorrido e improvisado “método de la pesca”, para beneficiar a los que participaban en las “operaciones”.

Esas acciones delincuenciales, muchas veces eran combinadas con asesinatos que se hacían contra los señalados como “traidores”, “calieses y chivatos” como llamaban a los espías y “soplones”, y contra indefensos policías y militares. En muchos casos, las acciones delictivas eran producidas en cooperación con delincuentes que se habían armados durante la guerra de abril de 1965 y que dirigían pequeños grupos para cometer fechorías. Estos, en su accionar, parecían coincidir con los objetivos de los comandos, como por ejemplo lo era “El Grupo de Rafael El Loco” en la ciudad capital.

Además, algunos dirigente del MPD entendían que la estructura de los CRC había entrado en crisis debido a que esos organismos formados en 1968 fueron abiertos un año después para que pudieran ingresar a ellos  “todos los que estuvieran en contra del gobierno y a favor de su derrocamiento”, lo que facilitó la entrada de militares en servicios y en retiros que colaboraban con las autoridades, ex policías, agentes-espías preparados para dar seguimiento a las actividades de la agrupación, y  miembros provenientes de lo que en esa época eran identificados como lumpenes, que eran los jóvenes conocidos popularmente en los barrios como “tigueres”, la mayoría de ellos vinculados a la vagancia y la ratería.

Los miembros de los CRC, desilusionados del esperado golpe de Estado que no llegaba y con los principales dirigentes del MPD presos o asesinados, quedaron a la deriva a partir de 1970 y permanecieron hasta 1974, pero en ese proceso se fueron pasando a militar en otras pequeñas organizaciones de izquierda, como los Trinitarios y el Grupo 12 de Enero, que reivindicaban los asaltos y los “golpes de manos”. Muchos de los miembros de los comandos se convirtieron en colaboradores de la Policía y se destacaron como integrantes de los más activos de la Banda Colorá, como fue el caso del famoso “Carabina”, que terminó por convertirse en uno de los líderes del grupo de facinerosos.

Una parte de los Comandos, todavía vinculados al MPD en 1974, se  concentraron en operaciones “militares” que no pasaban del asesinato de “chivatos” o informantes, y despojar de sus armas a policías, el incendio de locales del Partido Reformista, lanzamiento de bombas de estruendo conocidas como “Agfas” y la destrucción de propiedades utilizando las conocidas bombas llamadas “Niples”.

Esa situación produjo, que los principales miembros de la dirección  emepedeista, que integraba en su mayoría a los que formaron la “tendencia rectificadora”, comenzó desde 1971 a  rechazar lo que entendían como la desviación o degeneración de los comandos. Estos dirigentes se encontraban en la cárcel de “La Victoria” y desde allí hacían esfuerzos para alejarse de la decadencia de los CRC. Con esa limitación, impulsaron la política de la “rectificación” y denunciaron el robo y los actos de “terrorismo individual” y parecía comenzaban a rechazar la política de golpe de Estado.

En 1977 el grupo “rectificador” enfrentado con los que auspiciaban la práctica que había propiciado la política de la Hilda Gautreaux terminó rompiendo sus vínculos con el MPD y creando el Núcleo Comunista de los Trabajadores (NCT), dirigido por Rafael-Fafa-Taveras, Moisés Blanco Genao, Edgar Erikson, Rafael-Cucuyo- Báez Pérez y otros cuadros importantes del referido partido que antes sobresalieron como líderes de la referida tendencia.

Los CRC estaban desapareciendo en 1974

Una crónica periodística firmada por Epifanio Rodríguez del periódico Ultima Hora, acerca del asesinato de dos jóvenes de Santiago que eran señalados como informantes de la policía, aporta el patético cuadro vivido por los comandos todavía en 1974, cuando ya el Movimiento Popular Dominicano había perdido el total control de esas estructuras que actuaban desvinculados de las líneas generales del partido de izquierda y que, en algunos casos, parecían responder a fracciones o tendencias dentro de esa organización que se resistían a abandonar las prácticas delictivas en las que habían caído.

Se debe hacer notar que el MPD, al referirse a los jóvenes asesinados en Santiago, se desvinculó de aquel hecho  porque –decían ellos—“no somos partidarios del terrorismo individual porque no resuelve nada en esta época para el bien del pueblo dominicano”. En 1974 la dirigencia de ese partido de izquierda daba pasos para actuar en la vida política de manera pública y legal, por lo que tendencias dentro de la agrupación la acusaban de ser  “legalistas”, al decir que estos querían abandonar la lucha armada y clandestina para participar de manera pública en las lides políticas y en las elecciones generales. Se recuerda que en el certamen electoral de ese año, el MPD actuó junto al PRD, el Partido Quisqueyano Demócrata y otros partidos, como parte del bloque de oposición conocido como “Acuerdo de Santiago”.

El texto a que nos estamos refiriendo narra las muertes de dos supuestos confidentes de la policía que habían militados en el MPD, los comandos y en el Grupo Plinio en la ciudad de Santiago, publicado en el periódico Ultima Hora del 22 de agosto de 1974:

Comando Clandestino reivindica asesinato de dos jóvenes en Santiago”. (Por Epifanio Rodríguez): “Un denominado “comando clandestino” se responsabilizó hoy del asesinato a balazos perpetrado ayer a prima noche contra dos jóvenes en el parque Ercilia Pepín, de aquí, y dice que con el sangriento hecho “el pueblo hizo justicia (…) porque eran confidentes de la Policía”. (…). Los jóvenes asesinados son Adolfo Álvarez, de 26 años, y Víctor Antonio Rodríguez, de 23, ambos residentes en esta ciudad”. (…).

“Víctor Antonio Rodríguez ingresó al Movimiento Popular Dominicano (MPD) en el año 1965. Hasta 1970 mantuvo la dirección de las actividades de ese partido en la parte baja de la ciudad. En ese año paso a colaborar con la Policía luego de que fuera detenido. Fue acusado por el Movimiento Popular Dominicana de haber participado en la muerte del luchador antitrujillista José María Álvarez (Boyoyo). También de ser de los autores del asesinato de los esposos norteamericanos Pablo Poteer y Nancy de Potter”.

“Actualmente—dice Ultima Hora—se dedicaba a la orientación del Frente de Desertores Políticos. Participaba en la ubicación de jóvenes revolucionarios conjuntamente con la Policía en muchas ocasiones, según se informó. Fue uno de los principales activistas de los comandos clandestinos formados por el MPD a principios del año 1969. Durante los años 1969 y 1970 participó en numerosos hechos delictivos, tales como desarmes de policías y personeros del Gobierno. Últimamente portaba una pistola calibre 38 y se le veía con frecuencia circular por el centro de la ciudad”.

Documentos  MPD denuncia  degeneración CRC

De acuerdo a los documentos del MPD, los comandos surgieron como respuesta a una nueva política que descansaba en el derrocamiento del gobierno a través del golpe de Estado revolucionario, y como una necesidad de romper con la organización “tradicional de la “celulita” y el “contacto”, en los que los nuevos militantes estuvieran en capacidad de organizar la lucha política, convertidos en cuadros “que fueran fiel a los estilos proletarios de trabajo”.

Sin embargo, los Comandos—de acuerdo con lo expresado por el MPD—muy pronto perdieron las perspectivas políticas y devinieron en simples organismos desvinculados de las tareas que les dieron origen; además de que en el aspecto militar “adolecieron de una pobre preparación bélica, tanto en los conocimientos militares como en el aspecto del abastecimiento”. (Véase “Impulsemos movimiento campesino imprimiéndole carácter violento”. Periódico Libertad, no. 19, enero 1971). Las razones de la degeneración de los comandos, el MPD las resumes en 5 puntos:

“1. El abandono a los principios, que lo fundamentan y sirven de base. 2. A la política de los llamados “Golpes de Manos”, que fue la génesis de una serie de bandas, que hoy funcionan tras la pantalla de la revolución. 3. A la Sacada de los Dirigentes Naturales, surgidos de los combates de clase. 4. A la política de la famosa “Pesca”, y 5. A la visión estrecha de los nuevos “Dirigentes”.

En el próximo articulo publicaremos dos documentos del MPD sobre los comandos: “Por qué han fracasado los comandos” de 1971  y “Algo más sobre los comandos” publicado en 1972.