I

Su vida profesional  y política

Maricusa Ornes, un nombre leyenda,  nace el 12 de septiembre de 1926 en la ciudad de Puerto Plata. Descendiente de una insigne familia de prohombres de la República y consagrados maestros. Junto a  sus hermanos se integró a la lucha antitrujillista y a la resistencia clandestina contra la opresión de la dictadura como militante de la Juventud Democrática.

Lleva ininterrumpidamente seis  décadas  de enseñanza, formando cinco generaciones de niños y niñas tanto en Santo Domingo como en Puerto Rico en el arte del teatro. Su rol protagónico en el siglo XX ha  sido ser guía y mentora, con una  entrega tenaz y de elevado altruismo, de los sueños de miles de infantes, y, ser la inmensa voz del exilio dominicano en la década del cincuenta, tanto que su voz fue un oráculo diseminado por el continente latinoamericano.

El 2008  fue  un año  para conocerla  y valorarla  en su justa dimensión por su quehacer reiterado, por sus múltiples compromisos con la patria, porque a la patria, a la nación dominicana se le rinde homenaje cuando sus hijos hacen de su vida un legado  de dignidad imperecedero, como es el caso de Maricusa Ornes, cuyo legado es, hoy por hoy, de una contundente actualidad:  una existencia ejemplar apegada al valor de la dignidad humana resume las virtudes de esta consagrada artista,  declamadora, maestra y directora de teatro.

Una de sus hazañas  fue ser portadora y estandarte del desafío de la palabra, al través de la declamación vibrante del verso de los más connotados poetas nacionales y del mundo hispánico,  a partir de la década del 40,   emprendiendo una lucha de resistencia distinta, por medio del arte, para despertar la  conciencia nacional.

La resistencia que emprendió Maricusa Ornes fue la resistencia de la voz, la resistencia de la voz detonante de dar fuerza a la palabra, al verso, con la declamación; encarnando la labor de la rebelde pura y noble que debe traer toda generación: ser la declamadora contestataria, en una  época de oprobio, donde la lucha por la libertad, además de armas y pólvora, necesitaba y requería de una proyección y trascendencia  por medio de la palabra vibrante, que tenía como arma de lucha sus recitales  en Santo Domingo, en México, en La Habana y en Puerto Rico,  donde se agrupaban los mayores núcleos de exiliados dominicanos y del exilio republicano español, cuyo periplo inició en 1950.

A través del antiguo arte dramático de la declamación, Maricusa  fue proclamando y desnudando al mundo las verdades y esencias de los dominicanos, y su martirologio a manos del tirano, sus huestes y esbirros.

Maricusa  Ornes, la declamadora del siglo XX de la República Dominicana de mayor proyección en Latinoamérica, considerada por la crítica internacional en la década del cincuenta como “la mujer hecha poema”, hizo en el extranjero lo que tiene que hacer todo buen dominicano: enaltecer con orgullo a la Patria, a la tierra que la vio nacer.

Maricusa Ornes ha dado a su patria lo mejor de su arte y su talento, desde su primera juventud, y a sus amigos tanto en el país como en el exilio, lo mejor de su fe en la libertad, la democracia y la justicia, además de su entrañable solidaridad, en esferas aún desconocidas hasta el momento que implicaron riesgos y desprendimientos materiales.

II

Etapas de su vida

Maricusa Ornes: “Nunca sentí miedo”

En febrero del 2006, un mes antes, del extraordinario éxito de la puesta en escena de Blanca Nieves y los siete enanitos en la Sala Principal del Teatro Nacional, por la compañía de teatro infantil Arlequín, del cual Maricusa Ornes es su directora-fundadora, Sylvia Toroncoso, y yo, intentábamos infructuosamente de convencer  a Maricusa de que nos diera la oportunidad de hacer público el festejo de sus ochenta años.

Este era un proyecto que veníamos soñando, homenajearla, puesto que a su lado son pocas las opciones que una tiene después de conocerla: soñar, trabajar tenazmente sin horarios, someterse a la rigurosidad de sus valoraciones, al ejercicio de su reiterada perfección en el hacer de las cosas, darse la licencia de ser auténtica, disfrutar de su exquisito sentido estético, escura  sus sabias observaciones y reflexiones sobre múltiples temas que compartimos en largas tertulias en su apartamento, o bien, rendirse a su agudeza, a su inteligencia cultivada, a su fortaleza, a su infatigable disposición de trabajo,   al embrujo, a la magia de su majestuosidad  e imponente presencia… en el fondo: amarla a pesar de su resistencia. Ciertamente, es una experiencia única e ir irrepetible tener el honor de compartir con ella, con Maricusa, Maricusa Ornes,  un poco de su historia, de su cultura sobria,  de su magnetismo personal, de su vida como artista de un género  como la declamación.

Sylvia Troncoso, nuestra veterana actriz  y declamadora, que ha actuado bajo la dirección de Maricusa,  sobre todo  en aquel impresionante espectáculo de Las Troyanas de Eurípides en la Plaza Gonzalo Fernández  de Oviedo, en 1985, como Adrómaca, y en La Casa de Bernarda Alba de Lorca, en 1992, y que tuvo a su cargo el rol protagónico de  Blanca Nieves en más de quince puesta en escena, ha sido la persona que me ha ayudado a darle forma a este homenaje que iniciamos desde hoy en honor a Maricusa Ornes, partiendo de un medio de información como  El Caribe, porque entendemos que es este periódico su casa, y tomado en cuenta que fue en éste donde se publicaron los primeros y múltiples claves internacionales de prensa que daban cuenta de sus éxitos como declamadora a inicio de la década del cincuenta. A Sylvia, las gracias infinitas por el ser la guía, en todo momento, de este proyecto. Acerquémonos ahora a conocer a Maricusa Ornes.

II. 1 Su nacimiento.

Es hija de dos notables educadores: Germán Ornes Schowerer (1895-1972) y Pura Marina Coiscou Pimentel (1895-1980). A los tres años de edad, sus padres decidieron venir a residir a Santo Domingo. Es hermana de  Horacio Ornes Coiscou que,  estando exiliado en Cuba,  vino como comandante en la Invasión de Luperón del 19 de junio de 1949,  y,  del notable periodista, director del periódico El Caribe por varias décadas, Germán Emilio Ornes Coiscou.

Ornes cursó  su educación  primaria y secundaria en  Santo Domingo, graduándose de Bachiller en Filosofía y Letras de la Escuela Normal “Salomé Ureña” que dirigía la maestra Urania Montás. El tema de su tesis de grado presentada en julio de 1943 para graduarse de bachiller fue el “Siglo XV. Los poetas de la Corte de Juan II. Los Cancioneros: Jorge Manrique. Los libros de Caballería. Los romances del siglo XVI al VII. Grandeza lírica del Siglo de Oro. Cervantes y el Quijote. Los historiadores españoles. Lope de Vega”.

A los catorce años inició sus estudios de declamación bajo la orientación de la maestra española Marujina de Farber, quien es la pionera de la enseñanza académica de este arte  en el país, estableciendo su escuela particular, además de impartir docencia en el Liceo Musical (1941) bajo la dirección de José de Jesús Ravelo, y luego en el Conservatorio de Música y Declamación en 1944.

Marujina de Farber preparó para la Escuela de Señoritas “Salomé Ureña” la Canción de Cuna de Gregorio Martínez Sierra. Maricusa tuvo  en esta obra su primera actuación teatral en rol  de la Madre superiora,  y en  Juguete Cómico de los Hermanos Quitero junto al actor Freddy Nanita, que entonces era estudiante junto a ella. Estas presentaciones se hicieron en  el Teatro Olimpia.

Más tarde Maricusa cursa, más tarde,  música, interpretación al piano, con la musicóloga Flérida de Nolasco, que luego prosigue con las maestras  María Barón y Manuela Jiménez.

En 1943 cuando  ingresa a la Universidad de Santo Domingo, a la Facultad de Derecho, se integra como militante al movimiento de la Juventud Democrática. Es en 1947 siendo estudiante de término que se ve precisada a no concluir su profesión. Ornes relata: “Me había ganado la inscripción, pero el Lic.  Julio Vega Batlle, Rector entonces, al través del Padre Robles Toledano, me solicitó escribir una carta de adhesión al tirano para agradecerle el premio. Consideré que un estudiante de Derecho debe ser honesto con su conciencia, y por tanto me negué”. Este suceso suscita su rebelión latente que estaba clandestinamente en marcha contra la opresión política de la dictadura. Maricusa sabía que su actitud era un desafío al régimen, y que el tirano era un enemigo a vencer.

En la década del cincuenta Maricusa Ornes era considerada a nivel de Latinoamérica como la declamadora contempoánera de mayor trascendencia y proyección, tal como lo atestiguan los continuos elogios de lo más connotados  críticos de la época, y de aquellos poetas de fama universal con los cuales compartió el exilio en tierras extranjeras: Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Matías Conde, Vicente Lloréns Torres, Pedro Mir, Carmen Natalia, Andrés Eloy Blanco, entre otros.

II. 2. Sus inicios como declamadora

Después de un largo silencio de años, animada por su maestro y mentor Sócrates Nolasco, Maricusa Ornes debutó con su primer recital de poesía moderna de América  en el patio español de la Librería Dominicana que administraba  Julio Postigo, el primero de  abril de 1949,  a las 8:30 de la noche, provocando grandes ovaciones y aplausos cerrados del público. El crítico José Miguel Vendrell la definió entonces como “la mujer hecha poema”. Para la ocasión incluyó en su repertorio poemas de Sócrates Nolasco, José Manuel Poveda, E. González  Martínez, Ligio Vizardi, Pablo Neruda, Meiira Delmar, Domingo Moreno Jiménes, Carmen Natalia, Flérida de Nolasco, Porfirio Barba-Jacob, Alfonsina Storni, Julián del Casal, Luís Llorens Torres y Emilio Prud’ homme.

Meses después, en el mes de julio de 1950, luego de la partida a México de su maestra Marujina de Farber, Maricusa ofrece un segundo recital en el mismo centro cultural de la calle Las Mercedes número 49, declamando poemas de Franklin Mieses Burgos (Cuando la rosa muere), Francisco Domínguez Charro (Yo que no he visto nunca), Rodolfo Coiscou Weber (Presencia del Ángel), Gabriela Mistral (Intima), Manuel Machado (Mariposa Negra), Juan Ramón Jiménez (La Cojita), Rafael Alberti (Marinero en tierra-selección), Gabriel D’ Annunzio (Un sueño) del inmortal Federico García Lorca Preciosa y el aire.

II. 3.  El exilio: nostalgia de la patria

La Escuela de Declamación “Marujina de Farber” que se inicia en noviembre de  1947, como un homenaje a su maestra, para enseñar teatro infantil, cursos de de ejercicios rítmicos, bailes y poesías, queda a cargo de la profesora  Margarita Allanic.

Las alumnas de esta escuela, formada por grupos de pequeñitas y adolescentes,  había realizado funciones de gala en el Teatro Independencia y en el Teatro Olimpia representando los cuentos de Perrault, Blanca Nieves y La Bella Durmiente en versión para el teatro de Carmen Natalia, así como en el hogar de los esposos Bienvenidos Sánchez y Encarnación Alfau de Sánchez, en la  avenida Bolívar;  en el hogar de los esposos Francisco Svelty y Adela de Svelty y en los Jardines del Polvorín, propiedad de Julio Ortega Frier.

El veinticuatro de julio de 1950 se ausenta del país,  tomando un vuelo internacional por el aeropuerto Andrews con destino a La Habana, Maricusa Ornes para iniciar con nostalgia un largo exilio de doce años. Marcharse al exilio no era para ella –de ninguna forma- una manera de naufragar, sino de robustecerse, de emprender con mayor voluntad la lucha estando al lado y apoyando a los amigos en el extranjero,  porque con la poesía iría proclamando y descubriendo las verdades del mundo y de los hombres.

En La Habana, Cuba
En La Habana, Cuba

Es en esta primera visita a Cuba cuando Pedro Mir  le hace entrega del manuscrito original  de Hay un país en el mundo (poemas gris en varias ocasiones) en hojas sueltas.  Ornes estaba hospedaba en el Hotel Lincoln de La Habana. Fue una  tarde, a las tres, luego de una cita previa, que Mir toca a la puerta de su habitación. No se conocían personalmente;  al verse se abrazaron.

De Mir ha expresa Maricusa: “El era un hombre de gran franqueza, una persona encantadora, con una humildad de sí mismo impresionante; desde entonces sabía que estaba ante un auténtico poeta social. Después de ese encuentro acostumbrábamos  a ir  de paseo por el malecón habanero en amena conversación”. Luego parte a ciudad México donde permanece un período de seis meses trabajando como  Asistente del erudito e investigador español doctor Javier Malagón Barceló (1911-1990), que fue en la Universidad de Santo Domingo su profesor de historia del derecho español y derecho romano.

El veintinueve de julio viaja con destino a Ciudad  México,  en Pan American Airlines; allí le espera su maestra Marujina de Farber y su esposo el austriaco Ernest Farber para lanzarla profesionalmente. Maricusa ha dicho siempre  que,  hay dos grandes luces en su vida “Marujina y Sócrates Nolasco, que escribió cartas a sus amigos de Cuba y de México para que me  dieran su respaldo”.

En México, un escenario internacional de primer orden continental, conoce a León Felipe, un poeta personal y penetrante, de gran sensibilidad y superior de espíritu. Estando allí trabaja por una  temporada de seis meses como Asistente del erudito e investigador español doctor Javier Malagón Barceló (1911-1990), que fue en la Universidad de Santo Domingo su profesor de historia del derecho español y derecho romano. Malagón Barceló le encomendó, además, la lectura y corrección de pruebas de  libros. Es en su oficina donde conoce al sabio Alfonso Reyes (1889-1959). “Alfonso–comenta Maricusa-era un hombre sencillísimo, encantador”.

Posteriormente es invitada por el Ateneo Español de México a ofrecer un Recital. Su maestro y  profesor Constancio Bernardo de Quirós, el notable criminalista español, es quien la introduce con elogiosas palabras ante la concurrencia formada por notables intelectuales republicanos del exilio español, en la sede del Ateneo de la avenida Morelos 219. A las ocho de la noche del miércoles 11 de octubre de 1950 la declamadora sube al escenario. Su estruendoso éxito no se hace esperar. Ella tenía la disciplina necesaria y el dominio de la técnica de un arte tan puro y solidario como la declamación.

Los periódicos Excelsior, El Nacional, Tiempo y el mensuario Izquierda Republicana le dedican páginas completas. Declamó Glosa de mi tierra de Alfonso Reyes, que se encontraba en el acto junto a Enrique González Martínez, Héctor  Inschaústegui Cabral, León Felipe, Luís Santullano, Isabel y Ceferino Palencia, y Javier Malagón Barceló.

Maricusa para su  recital en el Ateneo Español  escogió un poema de León Felipe,  El Viento y Yo. Esa noche él estaba entre el público, al fondo del pasillo, vestido de negro, con un abrigo largo encima y una impresionante barba blanca; desde el  inicio de  la declamación del poema, León Felipe comienza a adelantar sus pasos hacia ella, va acercándose al escenario…y  al concluir este hombre da un salto y vocifera “¡Bravo!”, para luego decirle a la declamadora: “Me ganaste”, a lo que ella le responde: “Sí, yo sabía que te iba ganar”. Desde entonces el público no dejó de decir “¡Bravo!  Maricusa logra interpretar magistralmente un texto conmovedor, un poema difícil, cuyas fuerzas vitales y estéticas de cada verso lo hacen único, ya que al decir de León Felipe  es “casi imposible que alguien logre transmitir su esencia, darle  el sentido que yo quería; Maricusa logra adentrarse en el verso con un dominio extraordinario”.

Esta noche  los ojos de una concurrencia que integrada por lo más selecto de la  eminencia y de la intelectualidad española en el exilio, en México, los ojos del mundo, los ojos del continente conocían el gesto, la figura y la voz de una mujer inmensa que amaba su arte: la declamación.

Alfredo Matías Conde, uno de los más importantes literatos del momento comenta que: “Maricusa Ornes es la continuación poética del poeta.  No recita ni interpreta.  Se funde con el poeta y le ofrece sus alas y su luz y su gesto”.

Isidoro Enrique  Calleja del diario El Nacional, expresa: “Estamos en presencia de una recitadora original y culta a cuya búsqueda tendrá que ir más de un poeta de nuestro tiempo  para oír sus versos en toda su pureza y en toda su verdad”.

El escritor y político venezolano Andrés Eloy Blanco enfatiza que: “Los diversos aspectos de las facultades  de Maricusa  Ornes, la joven recitadora dominicana, para mí podrían resumirse en dos principalísimos: fuerza y transporte. Calidad magnífica en la expresión, voz que puede en todo y antillano vigor comunicativo.  Con todo, total entrega al motivo, para el logro de la transforma  de ella en el poema mismo, y, consecuencialmente transporte personal de su ánima y transporte del auditorio al ámbito lírico de su interpretación”.  Fue en el fervor de estas circunstancias que Alfredo Matías Conde escribe, especialmente para Maricusa, El Loco de los pregones color corinto.

El cinco de febrero de 1951 la declamadora parte hacia La Habana, Cuba. Allí le esperaban los amigos de Sócrates Nolasco  y un amplio grupo de exiliados dominicanos que le organiza un  recibimiento: su hermano Horacio Julio Ornes, José Espaillat, Tulio H. Arvelo, Pedro Mir, Juan Bosh, Octavio Méndez Pereira,  Rómulo Bentacourt, Luís Beltrán Prieto, Carlos Andrés Pérez, los mellizos Hernández, Camila y Cotubanamá Henríquez,  Enriquillo Henríquez y  actores y actrices del momento, etc.

Su visita está precedida de una amplia información desplegada en la prensa habanera (La Marina, Diario Información, revista Carteles) procedente de claves internacionales que recogen reseñas de su presentación en México. Maricusa  despierta una  gran simpatía. Su primer Recital de “poetas cubanos, hispanoamericanos y españoles” lo ofrece el día diecinueve en los Salones de la Sociedad Lyceum y Lawn Tennis. Al concluir  expresó “Quisiera hacerme oír por todo el  pueblo de Cuba”. Petición suya que no se hizo esperar.

El trece de abril, en el amplio local del Anfiteatro Nacional, Maricusa Ornes presenta un Recital en “Homenaje al pueblo de Cuba” como indica la invitación que cursa el Alcalde Municipal de La Habana y el Director General del Departamento de Bellas Artes” ante un público espectador de 3,000 personas. Es en esta noche que  se estrena y  se da a conocer por primera vez en su voz, logrando el zenith de su magia artística, el poema fundamental de nuestro poeta nacional, Pedro Mir, Hay un país en el mundo, (inspirado en La Habana en 1949) que refleja la tragedia y el doloroso vía crucis de su patria bajo el poder sanguinario de un tirano, en una isla de campesinos sin tierra, jornaleros e ingenios de caña de azúcar.

Maricusa recuerda que “Aquella fue una noche de alta poesía, de aclamación de público.  Desde que lo declamé por primera vez nunca lo solté. Años después estrenaría en el Teatro Nacional de Santo Domingo, en 1976, su Contracanto a Walt Whitman”.

Pedro Mir dijo aquella noche de ella: “Maricusa Ornes es la definitiva verdad de la poesía; carril de la emoción, lenguaje sin acuerdo, manadero infinito”. De su parte Gabriel Bretón expresó: “Los dominicanos tienen en Maricusa Ornes una de las más brillantes intérprete del verso que ha producido América.  La que más se admira en ella es su dominio del gesto: Sin estudio, sin afectación, exuberante a veces, suelto, espontáneo siempre.  Lo que más no habla de su capacidad artística  es la versatilidad con que, sin esfuerzo alguno ataca todos los géneros”.

Ornes regresó a ciudad México en el mes de octubre de 1951, y realiza un segundo Recital sobre “Páginas poéticas selectas de la España de los Reyes Católicos” en el Ateneo Español, siendo presentada por el escritor Luís A. Santillano.

Maricusa Ornes llega a San Juan, Puerto Rico, en marzo de 1952, acompañada de su maestra Marujina de Farber,  invitada por la Universidad de Puerto Rico a ofrecer un Recital en su Teatro, por gestiones del doctor Guaroa Velásquez, profesor de la Universidad de Puerto Rico, quien fue su guía y apoyo al llegar a la isla.

En esta ocasión declara la prensa: “creo que el arte  hace mejores a los hombres. Un mundo donde los hombres dediquen mayor tiempo a las actividades artísticas y culturales tiene necesariamente que ser un mundo más amplio, más lleno de belleza, en el que se podría alcanzar la aspiración de paz que vive en todos los corazones…”. Allí le espera su leal e infatigable amiga, y compañera de largas jornadas de lucha en el arte y la política, la  escritora dominicana,  Carmen Natalia.

Es entonces cuando Maricusa Ornes adopta a la isla de Puerto Rico como su segunda patria para estar más cerca de su país y de sus afectos sinceros, ya que desde el momento de su partida hacia el exilio la casa de su madre, en la  calle Benito Monción número 4, jamás dejó de ser vigilada por dos hombres que se sentaban todos los días en el escalera, y sus cartas censuradas, no llegaban a manos de su madre.

Su primer Recital en la tierra del maestro Eugenio María de Hostos, le abre todas las puertas. Se suceden desde entonces los Recitales en el Teatro Auditórium de Mayagüez y el Ateneo de Puerto Rico (1952), siendo en este último, donde una gran mujer intelectual puertorriqueña, Nilita Vientós Gastón, la presenta ante los poetas más destacados de la vecina isla. Continua  declamando en  el Teatro Tapia (1954), Ateneo de Puerto Rico (1956-1957), en los Centros Culturales de Yaucano y Vega Baja (1959) donde realiza su Recital de Poesía Puertorriqueña con el apoyo y auspicio  del Instituto  de Cultura Puertorriqueña que dirige Ricardo Alegría; y en el Anfiteatro de Estudios Generales (1959).

En 1953 Maricusa Ornes abre en San Juan, Puerto Rico en la calle del Parque número 15,  la Academia de Arte Escénico “Santo Domingo” con el respaldo de la profesora húngara Magdalena Ferdinandy, que  ofrece clases de pantomima y movimiento corporal,  Carmen Natalia y Amalia C. de Rolán.

La Academia la  inaugura  el gran poeta español Juan Ramón  Jiménez, que reside en Puerto Rico junto a su esposa Zenoiba. Juan Ramón un colaborador ferviente y admirador de la labor de Maricusa.

 

Maricusa en un diseño de Luisa Geigel
Maricusa en un diseño de Luisa Geigel

En 1957 el rector de la Universidad de Puerto Rico, doctor Jaime Benítez,  que  estuvo en uno de sus recitales, le ofrece un contrato por dos años para darle clases de dicción y alocución a los estudiantes de la Facultad de Humanidades, a lo cual Maricusa Ornes responde: “Pero cómo voy a hacer yo catedrática sino tengo mi título universitario”.

Respondiéndole a seguidas el rector: “No se preocupe: cuando Trujillo se muera usted trae su título”.

III

Maricusa Ornes: El regreso del exilio

“(…)  creo que el arte hace mejores a los hombres. Un mundo donde los hombres dediquen mayor tiempo a las actividades artísticas y culturales tiene necesariamente que ser un mundo más amplio, más lleno de belleza, en el que se podría alcanzar la aspiración de paz que vive en todos los corazones…”.

Pienso que en esta expresión  se resume la grandeza de pensamiento de Maricusa Ornes, una mujer de gran magnetismo que confiesa que el género predilecto para su interpretación es el dramático “porque es el que va más de acuerdo con mi temperamento fuerte y sentimental”, algo con lo cual coincidimos si recordamos que ya anteriormente Gabriel Bretón había dicho en Cuba, que era ella “una de las más brillantes intérpretes del verso que ha producido América”.

En la Universidad de Puerto Rico, en el recinto de Río Piedras, en 1957  Maricusa Ornes empieza a laborar, por recomendación de la doctora Ethel Ríos de Betancourt, ofreciendo  una clase de fonética y dicción creada para ella por la Facultad de Humanidades  con el interés de mejorar la dicción de los estudiantes de la Universidad. Posteriormente, su cátedra pasa definitivamente al Departamento de Drama como  un curso obligatorio con el nombre de Dicción y Alocución,  colaborando desde entonces en  las obras del teatro universitario en el aspecto  de la expresión oral.

A través del Instituto de Cultura Puertorriqueña, bajo la dirección de Maricusa Ornes y Magdalena de Ferdinandy, en 1958 la Academia de Arte Escénico “Santo Domingo” monta escenas del Vía Crusis -pantomima, narración y cantos gregorianos- frente a la Capilla del Cristo de San Juan y en lugares distintos de pueblos de la isla (Iglesia de Porta Colei en San  Germán, el Atrio de la Catedral de Mayagüez, Plaza de Recreo de Ponce, para luego continuar con la  presentación de Romances y Romancillos -tradiciones españolas- y  giras por las escuelas públicas al estilo del  teatro rodante.

“Soy amable, soy sincero/ Soy alegre y parlanchín / Soy amigo de los niños/ Y mi nombre es Arlequín…Tengo el cuerpo hecho de paja, / La cabeza de aserrín; /Pero el corazón de azúcar, / Y mi nombre es Arlequín…”. Esta es la voz  de Arlequín, la sociedad que Maricusa Ornes funda el veintidós de mayo de 1961 junto a  la escritora dominicana Carmen Natalia y la profesora húngara Magdalena de Ferdinandy. Al poco tiempo se integra como productora la empresaria puertorriqueña Amalia C. de Rolán.

Arlequín “surge –de acuerdo a sus palabras- para llenar una laguna en el desarrollo cultural de Puerto Rico: la ausencia de actividades propias para niños realizadas con una continuidad que no existía”, y promover espectáculos infantiles en todas sus manifestaciones: conciertos, conferencias, exhibiciones de las artes plásticas, teatro, recitales poéticos, cuentos, fiestas folklóricas, ballet, marionetas y títeres.

Es en este mismo año que  realizan  su primera actividad teatral, estrenando  El Pájaro Azul de  Maurice Maeterlink, una traducción de Maribel Pintado y Lilliana Ramos por encargo de Arlequín, en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico.

Además luego  de promover en 1959 la Academia de Arte Escénico “Santo Domingo” un concurso de teatro infantil, montan la obra ganadora El cuento de la cucarachita viudita del gran escritor puertorriqueño Luís Rafael Sánchez, quien fue discípulo de Maricusa en el Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico. Esta es la primera obra de teatro de Sánchez llevaba a escena con escenografía y vestuario de la escultora Luisa Geigel, música de Jack Delano, dirección de Maricusa Ornes y  Magdalena de Ferdinandy.. Dicha obra se presentó en el ateneo puertorriqueño.  Otras obras montadas  por Arlequín fueron Estampas de Navidad (1961) y Los Aguinaldos del Infante (1962) de Tomás Blanco.

En el mes de marzo, justo  en la Semana Santa de 1962, los periódicos dominicanos (El Caribe y La Nación) traen la información de que ha regresado al país la luchadora antitrujillista  Maricusa Ones. El tirano había sido ajusticiado, y las puertas empezaron a abrirse a los exiliados desde el mes de noviembre de 1961.

A su llegada Maricusa Ornes ofrece tres  Recitales benéficos a favor de la Biblioteca de Teatro del Teatro Escuela de Arte Nacional, la Asociación Patriótica Femenina para el hogar de niñas adolescentes desamparadas, y, la Asociación de  Damas de la Caridad de San Vicente de Paúl, porque entendía que “Los niños y los ancianos tienen que ser objetos de protección de todos los hogares”. También se presenta en las escuelas Salomé Ureña y el Liceo Juan Pablo Duarte.

El primero de los Recitales tuvo lugar  en la Librería Dominicana, en  su local de la calle Mercedes número 49, el 22 de junio “en reconocimiento a la labor de esa casa de cultura que le abrió sus puertas cuando se inicia en el arte de la declamación”. La noche del Recital  la lluvia hizo su entrada, el cielo derramó pequeñas lenguas de agua, y los asientos se trasladaron del patio jardín a la sala de lectura bajo techo. El público, que abarrotaba por completo el lugar, corrió las estanterías que fueron luego colocadas contra la pared del improvisado auditorio, teniendo el lugar por decorado mágico único a los silentes libros, y sobre una mesa fue alzada por los brazos de los admiradores impacientes de la buena poesía, y de la libertad, la figura egregia de nuestra declamadora, Maricusa Ornes, para ofrecer como un preludio el poema de Carmen Natalia “La Miseria está de Ronda”, un texto desgarrador que describía en  toda su desnudez el panorama de la realidad reciente del país.

El periódico El Caribe publica el 26 de junio una secuencia de ocho imágenes que captó el fotógrafo Arriaga, que muestra la sensibilidad dramática de la declamadora en la interpretación del poema  “El Crimen fue en Granada” de Antonio Machado. Maricusa demostró, una vez, en este Recital ser una  artista de gran jerarquía que “siente el verso”. Su presentación hizo justo honor a las palabras que pronunciara el doctor Marcio Veloz Maggiolo momentos antes como un preámbulo merecido sobre ella.

El segundo Recital se produce en el patio español de la Logia Cuna de América No.2, de la calle José Reyes número 50, el 24 de octubre, ocasión en la cual es introducida al público, con una amplia motivación sobre sus cualidades de interpretación, por el doctor Jaime Álvarez Dugan.

El tercero Recital estaba pautado para el 28 de octubre; la lluvia  volvió otra vez a llegar, no obstante, el público otra vez también regresa  lleno de entusiasmo como una oleada abrumadora, para colmar en toda su capacidad el auditórium del Teatro Nacional de Bellas Artes; y de pie, al final del anhelado y esperado debut  de la declamadora, le tributa prolongados aplausos como un homenaje a Maricusa. Es allí donde interpreta,  como un estupendo  final de la función,  el célebre poema de Franklin Mieses Burgos “Paisaje con un merengue al fondo”, haciendo gala de su maestría, además, en el arte del baile.

Es en este Recital, en el Teatro de Bellas Artes, cuando la declamadora presenta ante el público dominicano un  texto fundamental que hizo suyo, puesto que fue ella quien lo declama  por primera vez en el exilio. En el intermedio del programa declama Hay un país en el mundo (Poemas gris en varias ocasiones) de Pedro Mir,  convirtiéndose desde entonces  en el poema emblemático de Mir, el cual le dio la trascendencia continental  a su obra.

Es  en medio de todo este proceso que envuelve su retorno del exilio, que a solicitud suya, luego de una cadena de trámites,  se conforma en la Universidad Autónoma de Santo Domingo una comisión para examinarla a ella y dos compañeros más que  también fueron impedidos de concluir sus estudios. En seis meses se prepararon.  Milagros Ortiz Bosch le lleva a Maricusa todos los libros de las materias pendientes a su casa, y con la ayuda del doctor Jaime Álvarez Dugan,  le da continuidad a sus estudios.

En este mismo año de  retorno del exilio Maricusa, que se desempeñaba como profesora del Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico,  logra  tender un puente para abrir un intercambio artístico entre las dos islas.

El cuatro de julio llegaron al país actores del Teatro Universitario de dicha Universidad, invitados por la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, al frente de la cual estaba el  licenciado Germán Ornes.  En el Teatro de Bellas presentaron Los Justos de  Albert Camus,  A Puerta Cerrada de Jean- Paul Sartre, en  Teatro Arena, en la Rotonda de Bellas Artes y El otro de Miguel de Unamuno.  La Celestina se puso en escena en el Aula Magna de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Es entonces a mediados de 1963  cuando Maricusa Ornes inicia como un experimento un género que en el futuro alcanzaría gran proyección en los demás países del continente, la Poesía Coreada.  Esta modalidad de declamación y actuación surge  atendiendo a una sugerencia de Ricardo Alegría, que era el director del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Maricusa accede a esta petición  buscando nuevos horizontes para  ampliar las oportunidades de sus alumnos, ya adultos, de la Academia de Arte Escénico “Santo Domingo” y del grupo artístico de Arlequín,  por lo cual  es ella, sin lugar a dudas, la creadora de este género que se ha internacionalizado en distintas regiones de Latinoamérica.

A Maricusa Ornes se debe la iniciativa de  promover y realizar el primer  Tele maratón acontecido  en el país, en el cual estuvieron presentes todos los directores de medios de comunicación dando su respaldo y distintas personalidades de la vida nacional. El mismo logró recaudar aportes muy significativos  a beneficio de la Sociedad de Lucha contra la Lepra, en 1963.

Finalmente, Maricusa se inviste como Doctora en Derecho, Magna Cum Laude, el tres de enero de 1964, estando junto a ella su tía, la brillante jurisconsulto doctora Abigail Coiscou, para cerrar un capítulo de su vida, y llevar inmediatamente a Puerto Rico su título como había acordado años antes con el rector Benítez.

El veinte de junio de este mismo año, Maricusa hace realidad otro sueño: en compañía de los doctores  Donald Read Cabral y  Huberto Bagaert   coloca la primera piedra para dejar iniciada la obra de construcción del edificio que alojaría al Instituto Dermatológico.

Es así –como luego- de dar a su patria  lo mejor de su arte y su talento, desde su primera juventud, y a sus amigos tanto en el país como en el exilio, lo mejor de su fe en la libertad, además de su entrañable solidaridad, en esferas aún desconocidas hasta el momento que implicaron riesgos y desprendimientos materiales que… un mes después,  el 24 de julio de 1964, luego de compartir sueños y realidades, motivaciones de alianzas profundas, sentimientos de compresión  y apoyo mutuo, Maricusa Ornes, la inmensa  voz del exilio dominicano, contrae nupcias  en San Juan, Puerto Rico, con el brillante economista y abogado dominicano el doctor  Jaime Álvarez Dugan.

A él le uniría desde entonces el magisterio, tres décadas maravillosas de unión matrimonial y el inmenso amor a los dos hijos que procrearon juntos: Juan Enrique (1965) y Ángel Luís (1968). Maricusa ha dicho de Jaime: “Mi marido era un hombre excepcional, único, inteligentísimo. Cuando lo vi, en una cena a la cual me invitaron, cuando nos presentaron me dije, muy hacia adentro: “éste es el hombre que ando buscando”, y así fue. No me equivoqué al elegirlo como mi compañero. Jaime me llenó de plenitud y de felicidad”.

IV

Maricusa Ornes sesenta  años dedicada al talento artístico de niños y de jóvenes

“Un mundo habitado sólo por niños sería mucho más sincero” (Maricusa Ornes)

IV. 1 Breve historia de su vida en la dirección de teatro. Arlequín

“Soy amable, soy sincero/ Soy alegre y parlanchín / Soy amigo de los niños/ Y mi nombre es Arlequín…Tengo el cuerpo hecho de paja, / La cabeza de aserrín; /Pero el corazón de azúcar, / Y mi nombre es Arlequín…”. Esta es la voz  de Arlequín, la sociedad que Maricusa Ornes funda el veintidós de mayo de 1961 junto a  la escritora dominicana Carmen Natalia y la profesora húngara Magdalena de Ferdinandy. Al poco tiempo se integra como productora la empresaria puertorriqueña Amalia C. de Rolán.

Arlequín “surge –de acuerdo a sus palabras- para llenar una laguna en el desarrollo cultural de Puerto Rico: la ausencia de actividades propias para niños realizadas con una continuidad que no existía”, y promover espectáculos infantiles en todas sus manifestaciones: conciertos, conferencias, exhibiciones de las artes plásticas, teatro, recitales poéticos, cuentos, fiestas folklóricas, ballet, marionetas y títeres.

El Teatro Infantil Arlequín lleva a escena  Platero y Yo  de Juan Ramón Jiménez, en el Teatro Universitario con la participación  de estudiantes de la clase de dicción y alocución (1965); Romances y Romancillos (1966);  Pedro y el Lobo de S. Prokofiev (1967), Ronda del Mar de Ester Feliciano Mendoza (1967) y Renadío del Cantar Infantil basado en una obra de Monserrate Deliz (1967).

Posteriormente, en 1975 vuelve a presentar  en el Festival de Teatro Puertorriqueño del Instituto de Cultura Puertorriqueña,  el Cuento de Cucarachita Viudita, Tragedia Popular de los tiempos de María Castaña de Luís Rafael Sánchez, con un Prólogo y Cuatro Cuadros,  en el Teatro Sylvia Rexach, bajo la dirección de  Maricusa Ornes y música compuesta para la ocasión por  Jack Delano, e interpretada al piano por Cecilia N. Talavera, profesora del Conservatorio de Música de Puerto Rico.

En 1976 Arlequín inicia su labor  en el Teatro Nacional de Santo Domingo, montando teatro para niños cada año. El doce de mayo  de 1976 en el Salón de Exposiciones del Teatro Nacional, a las seis de la tarde,  la co-directora artística  del teatro, la célebre concertista Aída Bonnelly de Díaz,  dio apertura en compañía de la directora teatral Maricusa Ornes, a una exposición gráfica sobre los diseños de escenografía, bocetos de  vestuario de los personajes de los cuentos montados por Arlequín, fotografías de sus actuaciones y afiches promocionales de sus distintas presentaciones en Puerto Rico,  con la presencia de los Secretarios de Estado de Deportes,  y Educación,  Justo Castellanos Díaz, Leonardo Matos Berrido, el jefe de redacción de El nacional, Ramón Reyes, el general Ramiro Matos y la pintora Nidia Serra, artistas y funcionarios del Teatro, entre otros invitados especiales.

El primero de junio de 1976 el Teatro Infantil de Puerto Rico Arlequín llega por primera vez al país. Arribaron  por el Aeropuerto Internacional de las Américas, procedente de San Juan, de Puerto Rico, en un vuelo especial de Dominicana de Aviación. El grupo está compuesto por 59 personas, entre artistas y técnicos, niños actores de dos años y nueve meses de edad, jóvenes actores estudiantes de teatro de la Universidad de Puerto Rico, y se hospedan todos en las instalaciones del Hotel Santo Domingo, como una cortesía de la gerencia administrativa de este complejo hotelero.

La compañía Arlequín está conformada por jóvenes actores de Puerto Rico y niños estudiantes de la Academia de Arte Escénico “Santo Domingo” que dirige Maricusa Ornes en San Juan, Puerto Rico. El actor  puertorriqueño José Arnaldo González personifica a Arlequín.

El grupo viaja además en compañía  de la pianista puertorriqueña Cecilia Talavera, la encargada de vestuario la española Gloria Sáez y Ricardo Molina, la coreógrafa  puertorriqueña María Teresa Miranda y el escenógrafo Checo; música  original del compositor Jack Delano, diseñador de vestuario Ricardo Molina Castrillón,realizado por el modisto Frank Elías.

Ofrecieron su primera rueda de prensa al día siguiente, a las 6:30 de la tarde en el Teatro Nacional,  luego de concluida la primera parte del ensayo de la Cucarachita  Viudita en la cual manifestaron que la Temporada de Teatro Infantil será dedicada a la memoria de Carmen Natalia, quien formó parte de la directiva de la directiva teatral en Puerto Rico, y ofrecerán doce funciones en el Teatro Nacional y una en el anfiteatro de la Universidad Católica  Madre y Maestra de  Santiago.

Las presentaciones incluyen el montaje del Cuento Cucarachita Viudita, Tragedia popular de los tiempos de María Castaña de Luís Rafael Sánchez,   y Renacer de Folklore y la   Tradición (Selección de Maricusa Ornes)  basado en las obras de nuestros estudiosos del  folklore Edna Garrido de Bogg, Flérida de Nolasco y Manuel Rueda, en canciones de cuna, rondas y juegos infantiles, y  romances y romancillos tradicionales del medioevo, a ser  recitados y cantados con la música de la época interpretada en instrumentos antiguos, tales como el clavecín, el laúd y la lira, además la escenografía está inspirada en grabados de la España del siglo XV.

El grupo  de actores puertorriqueños se integraron  cinco niños dominicanos (Rafael Eduardo Selman, David Fatule, Miguel Ángel Muriel, Karanjali Alfonseca, Claudia Pimentel y Laurita Fiallo), que previamente ensayaron con directora  de Arlequín, Maricusa Ornes. La iluminación de ambos espectáculos estuvo a cargo de Lillyanna de Díaz y Bienvenido Miranda; la regidora de escena es Marosa Mallorga,  técnicos del Teatro Nacional; de esta forma técnicos dominicanos y puertorriqueños se unieron para estas dos presentaciones de Arlequín.  Las funciones de Arlequín  fueron los días 4, 5 y 6, los días 11, 12 y 13.

El lunes siete de junio, a las  8:00 de la noche,  el grupo estuvo en el anfiteatro de la Universidad Católica Madre y Maestra (UCMM), en una presentación organizada por la Sociedad de Damas Amigas de la UCMM,  que presidía Jossette Polanco de Bermúdez. La Sociedad de Damas contó con la colaboración de las empresas J. Armando Bermúdez y la Compañía Anónima Tabacalera,   para realizar la única por Arlequín en la región del Cibao, la cual fue a beneficio del programa de Crédito Educativo con que la Universidad Madre y Maestra favorece a cerca del 50% de su estudiantado.

La empresa  Falconbridge adquirió la función del domingo trece, en la mañana, para traer los niños escolares de la ciudad de Bonao, a los cuales se le enviaron entradas, y fueron trasladados a Santo Domingo por los autobuses de la Cooperativa de Transporte (COFALCONDO)  para  ver la escenificación de la obra el Cuento de la Cucarachita Viudita de Luís Rafael Sánchez. La Secretaría de Estado de Educación compró seis funciones para llevar a los niños de las escuelas públicas locales. El Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), la Secretaría de estado de Deportes, los Colegios Santo Domingo y Gallardo.

En octubre de 1976 Arlequín monta la obra Blanca Nieves y los sietes enanitos,  en versión de Carmen Natalia. Actuaron actores en edad de 3 a 21 años. La escenografía era una creación de Ricardo Molina Castrillón.

Para junio de 1977 Arlequín realiza funciones de  La Cenicienta de Charles Perrault, en versión de Carmen Natalia, dividida en un prólogo y tres actos, en el Teatro Nacional, con la actuación de cuarenta actores dominicanos y puertorriqueños en edades de 5 a 21 años; música de Héctor Campos Parsi; ejecución al piano de Cecilia N. Talavera. Escenografía de  Checko y diseño de vestuario de Rafael Molina Castillón.

En 1978 y 1981  Arlequín trae al Teatro Nacional de Santo Domingo, el célebre cuento de los hermanos Grim,  La Bella Durmiente, en versión de Carmen Natalia, escrita con un prólogo y tres actos, música original de Héctor Campos Parsi, ejecutada al piano por Cecilia N. Talavera,  coreografía de Magdalena Ferdinandy, escenografía de Rafael Cruz Emeric, pintada por Nidia Serra, vestuario de Ricardo Molina Castillón. Dirección  Maricusa Ornes e iluminación de Bienvenido Miranda. En ambas ocasiones en el papel de La Bella actúo la actriz puertorriqueña Provi Sein.

Los beneficios económicos que se perciben de las presentaciones de Arlequín son donados a instituciones benéficas y de servicios a favor de la niñez dominicana como la Asociación de Rehabilitación, Hospital Robert Read Cabral, Escuela de Retardados Mentales, Instituto Dermatológico, entre otras.

Maricusa Ornes ha expresado que: “El teatro para niños es de las manifestaciones del arte más difícil; porque aparte del cuidado que siempre hay que tener en la realización total de la obra desde el punto vista estético, desde el punto del tema, está el tratamiento del tema en sí. Al niño no se le puede dar cualquier cosa, hay que darle aquello, en acción o palabras, que llegue a su sensibilidad y despierte su fibra emotiva. El niño de hoy no resiste la moraleja pura y simple (…). Hay que tener cuidado en  cómo se llega al niño para evitar crearle mal gusto”.

En 1979 Arlequín presenta en el Teatro Nacional de Santo Domingo El Pájaro Azul de Maurice Maeterlink, una traducción de Maribel Pintado y Lilliana Ramos por encargo de Arlequín, en siete funciones, con una asistencia aproximada de 10,500 personas, obra que fue posteriormente transmitida  por televisión el 25 de noviembre por Teleantillas,  y en el mes de  diciembre Retablo de Navidad, montajes que Maricusa Ornes tradicionalmente repondrá en los años siguientes tanto para el público dominicano como el público puertorriqueño, sumando  Arlequín a su repertorio de presentaciones el espectáculo musical Concierto Ilustrado (pantomima)  de los Juegos Infantiles de Bizet (suite en doce actos), en 1981 a beneficio de la fundación de niños del Consejo Nacional para la Niñez, con actores dominicanos; Cuento Musical: La Historia del BABAR el Elefantito, un cuento de Jean Brunhoff con música de Francis Poulenc, en una traducción realizada por Héctor Campos Parsi, y la ejecución al piano Cecilia N. Talavera; Romances y Romancillos en la Plazoleta del Alcázar de Don Diego Colón a beneficio de la Biblioteca Piloto Infantil de Santo Domingo, en 1982.

La dramaturga  puertorriqueña Myna Casas escribe Arlequín y el Parque de la Felicidad para celebrar los treinta años de Arlequín. La obra se presenta  en 1991 con música original de Alejandro José, a beneficio del Club Shrine Dominicana en el Teatro Nacional.

En el mes de noviembre de 1996 Arlequín estrena,  en el  Teatro Nacional de Santo Domingo, una nueva versión del Cuento de Cucarachita Viudita, Tragedia Popular de los tiempos de María Castaña de Luís Rafael Sánchez, con un Prólogo y Cuatro Cuadros.  La  actriz  dominicana Sylvia Troncoso tuvo la actuación estelar en el papel principal de la Cucarachita Viudita. La música original fue encargada al compositor  Alejandro José. Es así como esta producción  remozada llega a Puerto Rico al año siguiente al Centro de Bellas Artes Luís A. Ferré, en la Sala Festivales Antonio Paoli, en el mes de abril.

Arlequín acaba de cumplir en el año 2006 cuarenta y cinco  años  de labor ininterrumpida, manteniendo por varios años un tradicional festival de navidad en la sede del Instituto de Cultura Puertorriqueña y en distintos escenarios naturales. En marzo  de este año presentó en el Teatro Nacional una nueva versión de Blanca Nieves y los Siete Enanitos, en seis funciones, con una asistencia  de más de 10,000 personas, bajo la dirección de Maricusa Ornes y Carlos Ruiz.

V

Maricusa Ornes: creadora de la poesía coreada en Latinoamérica

En 1963 Maricusa Ornes inicia como un experimento un género que en el futuro alcanzaría gran proyección en los demás países del continente, la Poesía Coreada.  Esta modalidad de declamación y actuación surge  atendiendo a una sugerencia de Ricardo Alegría, que era el director del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Maricusa accede a esta petición  buscando nuevos horizontes para  ampliar las oportunidades de sus alumnos, ya adultos, de la Academia de Arte Escénico “Santo Domingo” y del grupo artístico de Arlequín; siendo reconocida Maricusa, desde entonces, como la creadora de este género que se ha internacionalizado en distintas regiones de Latinoamérica.

Duros ensayos y pruebas culminaron en un género que ha llamado  tanto la atención  que, en Puerto Rico se ha institucionalizado de tal forma que en las Escuelas Secundarias es un género muy popular, lo mismo en las universidades.  Ha sido además copiado en varios países  como Colombia y Argentina, diciendo que nació en Puerto Rico.  Tuvo el grupo de Poesía Coreada original muchos y grandes éxitos, mejorando cada vez su técnica y su estilo, y ampliando sus áreas de actuación o presentación, desde el meramente esquemático de voces y cuerpos estáticos, hasta el agregar el movimiento corporal, la expresión total de acuerdo con la interpretación agregando escenografía, música incidental, luces, etc., que convirtieron sus presentaciones en verdaderos espectáculos teatrales.

El primer recital del grupo de  Poesía Coreada se produjo en las escalinatas de la sede del Instituto de Cultura Puertorriqueña, con un repertorio de poesía puertorriqueña, el cual culminó con gran éxito. Su repertorio comprende: poesía puertorriqueña, poesía universal y  poesía dominicana. Es en ese  año cuando el grupo de  Poesía Coreada ofrece recitales a través de toda la isla de Puerto Rico.

En 1964 el grupo de Poesía Coreada es  invitado el grupo  por la Embajada de la República Dominicana en Washington,  siendo Embajador José Antonio Bonilla Atiles, para celebrar con poesía dominicana la conmemoración de la Restauración. En el auditórium del Departamento de Estado se presenta un Recital de Maricusa Ornes -poesía universal- y, otro, del grupo de Poesía Coreada de Puerto Rico -poesía dominicana.

En 1967 el grupo viaja a la República Dominicana para actuaciones en el Palacio de Bellas Artes a beneficio del Instituto Dermatológico y de la Escuela de retardados mentales. El Instituto de Cultura Puertorriqueña y el Departamento de Estado de Puerto Rico fueron los patrocinadores oficiales  del evento.

A partir de 1970  se inician las giras del grupo, primero por Centroamérica, con recitales en San José de Costa Rica, El Salvador y Tegucigalpa,  y recitales individuales de Maricusa Ornes. Luego se suceden presentaciones en el Antiguo Convento Santo Domingo  (1970) y   en el Teatro Tapia de Puerto Rico, con el Recital titulado “Julia de Burgos y Poetas del Mundo” (1974).

Posteriormente el grupo de Poesía Coreada viaja a Santo Domingo con un Recital de Poesía Dominicana y Poesía Puertorriqueña (1975); regresa al  escenario del Teatro de la Universidad de Puerto Rico en 1976, a rendir un homenaje a dos inmensas poetas: Carmen Natalia y Julia de Burgos.

En 1982 el grupo de Poesía Coreada  participa en el 1er Festival Interamericano de las Artes,  en el Centro de Bellas Artes de Puerto Rico, con un Recital  “Apabullando el aire y las caretas”. El título de este Recital es un verso de la poeta dominicana Jeannette Miller. Esta fue una bellísima producción, un  espectáculo de verso, luz y movimiento  basado en hermosas poesías de la República Dominicana y Puerto Rico, bajo la dirección de Maricusa Ornes, y música original de Héctor Campos Parsi, que colocó al grupo en la cima de su arte, porque “la conjunción de los elementos teatrales-luces, vestuario, movimiento, gestos-en su debida proporción y perfecto balance  con la palabra transmite el drama de cada poema”.

VI

Tres grandes éxitos teatrales de una maestra de la dirección

Una de los más grande aportes realizado al teatro latinoamericano contemporáneo por Maricusa Ornes lo constituye, sin lugar a dudas, la puesta en escena y dirección magistral, tanto en Puerto Rico como en  la República Dominicana, de una de las obras cumbre del teatro griego clásico de todos los tiempos: Las Troyanas de Eurípides, una tragedia que representa “los episodios más terribles que siguieron a la toma  de Ilión por los griegos”, escrita por su autor en el transcurso  de la guerra de Peloponesio (431-404 A. D.C.),

Maricusa Ornes presentó esta obra en el mes de octubre de 1984  en el  antiguo Castillo de San Cristóbal en San Juan, auspiciada  por el Instituto de Cultura de Puerto Rico para el Festival de Teatro Internacional, con música original escrita para la ocasión por el inmortal maestro  puertorriqueño Héctor Campos Parsi. Ornes trabajó con un estupendo equipo de notables técnicos que integraba Ramón Segarra, Gloria Sáez, Marosa Mallorga, Magdalena de Ferdinandy y Rafael Cruz Emeric, entre otros. Las  actrices de primer orden puertorriqueñas que actuaron eran las  más cotizadas del momento. Su éxito fue tal que la obra se repuso para el Teatro de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Sylvia Troncoso obtuvo en Puerto Rico por su papel de Andrómaca el Premio “Alejandro Tapia” como Mejor Actriz de Reparto.

Aquel impresionante espectáculo de Las Troyanas llega a Santo Domingo en noviembre de 1985 para presentarse en la Plaza Gonzalo Fernández  de Oviedo, en la Fortaleza Ozama, en el frente de la Torre del Homenaje, con un coro compuesto por un grupo del taller de Teatro Arlequín,  como una producción de Amalia de Rolán y el Patronato de Apoyo a la Universidad Católica de Santo Domingo. El montaje de la obra tuvo el respaldo del Teatro Nacional, Patrimonio Cultural,  Comisión de Monumentos Históricos y el Voluntariado de las Casas Reales.

Maricusa Ornes mereció por este aclamado montaje el Premio el Dorado como Directora de Teatro del año de 1985, que concibió realizar de forma ecléctica “entre el teatro tradicional y el teatro moderno  para preservar las raíces o gérmenes de la tragedia griega, recreándola con atractivos de la coreografía moderna”.

A su vez, una primerísima figura como  Margarita Baquero recibió el premio de Mejor Actriz  por su papel protagónico de Hécuba.

Luego de recibir el premio El Dorado, la noche del 17 de marzo de 1986 en la Sala Principal del Teatro Nacional, Maricusa Ornes expresó, posteriormente, a la prensa nacional: “Estoy muy contenta con mi premio porque aparte de que es un estímulo que siempre es bueno para un director, es muy importante que en mi tierra se me recuerde”. El espectáculo “para montarlo en Santo Domingo tuvo que hacer una dirección completamente nueva acorde con el lugar donde iba a ser presentado, que fue en la explanada que tiene como frente la fortaleza Ozama (…). En el coro trabajaron 12 muchachos dominicanos que pertenecen al Taller de Teatro Arlequín que integran niños y jóvenes que dirijo aquí desde hace cinco años, los técnicos de sonido, de luces son dominicanos y yo soy dominicana”.

En enero de 1992 Maricusa Ornes estrenó en Santo Domingo  La casa de Bernarda Alba, “Drama de Mujeres de los Pueblos de España y… el Mundo” obra póstuma  de  Federico García Lorca, en Teatro Arena “como una modalidad de puesta en escena donde la audiencia rodea el área del escenario”, en la Sala Eduardo Brito del Teatro Nacional, con actuaciones estelares de actrices puertorriqueñas y dominicanas, entre ellas, Mercedes Sicardo, Monina Solá, Margarita Baquero de Reid, Wanda I. Vélez Acosta, Ana Rossina Troncoso, Sylvia Troncoso, Provi Sein y Mari Socorro Pérez.

Esta temporada tuvo el patrocinio del Teatro Nacional de Santo Domingo, Arlequín y el Centro de Bellas Artes de Puerto Rico. La dirección estuvo a cargo de Maricusa Ornes; la música, composición y realización de Héctor Campos Parsi; coreografía Magdalena de Ferdinandy; una escenografía de Rafael Cruz Emeric; diseño  y distribución del Teatro Arena de César Portes,  Nelson Victoria y María Isabel Lebrón; pintura de Nidia Serra; dirección técnica y regiduría de Marosa Mallorga e iluminación de Bienvenido Miranda.

La Casa de Bernarda Alba se repuso en la Sala René Marqués del Teatro de Bellas Artes,  en Puerto Rico, en el mes de febrero para estudiantes de  la Escuela Superior y público en general, y, luego  en el mes de diciembre en el Teatro Tapia.

En julio de 1998  Maricusa Ornes realiza la dirección de la presentación en Casa de Teatro  del Recital de Poesías de Federico García Lorca: Romancero Gitano y Llanto por Ignacio Sánchez Mejía, con coreografía de Magdalena de Ferdinandy y Provi Sein. Ayudantes de dirección: Sylvia Troncoso e Irmgard Despradel. En el año 2001 este Recital se traslada al Teatro de la Universidad Interamericana de Puerto Rico en funciones para estudiante y el público en general.

VI. 1. Presencia y Voz

En 1979   la noche del 25 de diciembre  se presentó el estreno nacional del especial de televisión Presencia y Voz de la declamadora Maricusa Ornes, a través de Rahintel, en el cual la artista ofrece un Recital en su voz. Ornes hizo para la ocasión una selección antológica de poemas de Federico García Lorca, Lope de Vega, Gustavo Adolfo Bécquer, Alfredo Matías Conde, Ricardo León, Jorge de Bravo, Carmen Natalia, entre otros.

Presencia y Voz ha sido considerada como una de las producciones visuales en su género de mayor calidad realizada en el país; para su filmación se escogieron escenarios  naturales como la Fortaleza Ozama, la bóveda de Las Atarazanas, las ruinas de San Nicolás. La dirección de cámara fue una responsabilidad de Pedro Pablo Bonilla, y la composición de la  música -al igual que la dirección general- correspondió al compositor puertorriqueño  Héctor Campos Parsi.