Es conocido que historias fabulosas han surgido a través de la tradición oral de los pueblos. Sea que su origen haya sido un hecho real o fantástico, a partir de ellas se han producido muchas otras historias, igualmente cautivadoras.
En esta especie de leyenda, la escritora y educadora Brunilda Contreras, se inspira en un personaje del folclor dominicano: “la ciguapa”.
La protagonista, de nombre Lili, “permanecía con sus invertidos pies en el cuarto en que la había confinado su madre”. A ella la entusiasmaba el ver los rayos de luz solar que penetraban por las rendijas de las tablas de palma, de las que estaba hecho su bohío o casa. “Y en ese rayo de luz, más intenso a medida que el día cobraba fuerzas, se iba el alma de la ciguapita…y podía así elevarse hasta el mismo corazón del sol” y ver cómo el arco iris se vestía con “su ropaje de siete colores”.
Como podemos apreciar, la autora emplea un lenguaje lleno de imágenes poéticas que dan belleza y fluidez al relato. Esto también es evidente cuando nos dice que Lili se imaginaba bajando a la tierra, vestida de luz, y jugando con duendes y sílfides*.
Nos sigue contando en retrospectiva acerca de cómo la pequeña criatura recordaba el tiempo de los nueve meses, cuando “estuvo rondando por el abultado vientre de su madre”. Pudo también ver su rostro contraído de dolor mientras la daba a luz y la expresión de espanto de la partera al ver sus pies.
La madre, al saber que su hija no podría hablar ni andar vestida, decidió mantenerla oculta y encerrada.
Pero el espíritu libre de la niña la impulsaba a salir por las noches y reunirse con los cocuyos, quienes “jugaban con su larga y sedosa cabellera”, formando arcos que semejaban una corona sobre su cabeza. Era protegida por unos perros negros y por eso la ciguapita daba “notas tonales de gratitud” a sus cómplices nocturnos.
Y este vaivén “entre la realidad humana aprisionante y una libertad espiritual le duró siete años a Lili”, hasta que en una mañana subió al cielo, mientras se escuchaba como un murmullo “la oración de un ruiseñor”.
Todos los amigos y familiares lloraron su partida, y ya en el cementerio, vieron como salía de su tumba “un remolino de luz blanco cristal” que subía perdiéndose en el firmamento.
Dice la leyenda que los abuelos suelen contar a sus nietos este relato de la Ciguapita Ternura y de cómo ella se convirtió en una estrella.
La también comunicadora social Brunilda Contreras, nos ofrece en esta historia una narrativa hermosa, rica en imaginería, metáforas y personificaciones cuyo lenguaje es también poesía.
Una historia fantástica y a la vez realista, donde se reflejan los valores de la aceptación, la resiliencia y el amor por la vida ya que, como Lili, y “al igual que todo mortal”, todos tenemos un alma. Necesitamos y merecemos ser aceptados y amados por lo que somos, sin que nada ni nadie nos impida brillar con luz propia.
*Sílfide: Ninfa o espíritu del aire, perteneciente a la mitología germana.
“Lili, la Ciguapita Ternura”, de Brunilda Contreras, incluida en el Volumen 7, Huellas de la Leyenda, Serie Literatura, Colección Banreservas (1999).
Brunida Contreras, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, 2010.