Roberto Guzmán es miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua

Desde hace ya más de un año el periódico digital Acento ha venido ocupándose de lo que ocurre en el seno de la Academia Dominicana de la Lengua. Es una fortuna que un periódico de las cualidades de Acento sea el que demuestre mayor interés en lo que ocurre en esa academia.

Como sucede en algunas ocasiones, hasta en periódicos de la seriedad comprobada de Acento algunas inexactitudes pueden colarse en las informaciones que se ofrecen al público. El propósito de esta intervención es aportar algunas precisiones con respecto a lo que Acento ha publicado últimamente con respecto a esta academia.

Estas líneas las escribe un miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua que se interesa en el buen desempeño de las funciones de esa corporación, así como en la exactitud de lo que publica Acento, por ser el autor de estas notas un colaborador regular y admirador de este periódico.

A pesar de vivir fuera de la República Dominicana, quien esto escribe se mantiene en permanente contacto con varios de los miembros de la Academia. Esa relación le permite al autor de estas explicaciones mantenerse al día acerca de lo que acontece en esa corporación.

Roberto Guzmán, con Bruno Rosario Candelier, presidente de la Academia Dominicana de la Lengua.

Antes de entrar en materia hay que reconocer el derecho que tiene Acento a demostrar interés en lo que sucede en la ADL. Además, es un interés legítimo y bien fundado que merece respeto. Por este medio se deja constancia de que nadie puede ser mejor que Acento para demostrar disposición de conocer y divulgar lo que ocurre en esa organización.

Los estatutos por los que se rige en la actualidad esa asociación -la ADL- fueron aprobados en el año 2002, es decir, que no se redactaron a la medida de las necesidades de la directiva actual.

De acuerdo con lo que establecen esos estatutos, hasta el momento en que se redactan estas notas, no hay candidatos oficiales para ser elegidos en la próxima reunión eleccionaria para la posición de miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua. Esto así porque aún no ha vencido el plazo establecido con ese fin en la asamblea celebrada el mes pasado y que consta en el aviso enviado a los académicos de número el 20 de febrero.

Una vez haya expirado el plazo otorgado por los estatutos para depositar las candidaturas, se convocará a una reunión con el propósito de formalmente elegir al nuevo miembro de esa academia. El plazo para proponer la candidatura vencerá el día siete (7) de marzo del año en curso (2018).

No cabe duda de que en una corporación del prestigio de la Academia Dominicana de la Lengua,en la que la nómina de miembro de número es limitada, haya más de dos personas interesadas en ocupar una posición. Como acontece en casos similares a este, las candidaturas son promovidas desde dentro, es decir, son los miembros de número  del colegio los que presentan los candidatos cuyas credenciales son ponderadas en el momento del depósito oficial del nombre del candidato.

De manera extraoficial se conoce de tres candidatos cuyos nombres se presentarán para ocupar la plaza vacante que existe en la actualidad en la ADL. Después de que sean formalizadas las candidaturas, entonces se procederá a convocar a una reunión posterior, de acuerdo con lo pautado por los estatutos para la elección con el fin de llenar la vacante.

De palabra en palabra, libro recopilatorio de textos sobre la lengua publicados en Acento por Roberto Guzmán, y editado como libro por la oficina de abogados Guzmán Ariza

Existen otros puntos que es oportuno esclarecer en esta intervención. Uno de ellos es lo concerniente a los miembros que pasan a ser supernumerarios. Cuando los estatutos se refieren a esa condición, utilizan una terminología muy diferente a la que se empleó antes en el periódico Acento.

Los estatutos cuando se refieren a los miembros de número que pasan a ser miembros supernumerarios utiliza el verbo “promover”; esto es, cuando el miembro de número no ha cumplido con sus obligaciones, lo que disponen los estatutos es que lo promuevan a la condición de miembro supernumerario, así que no es una degradación ni algo parecido. Además, el cambio de estatus solo se podrá producir en las condiciones establecidas en los estatutos, falta de asistencia a reuniones de la Academia en un período bastante amplio, y, advertencia previa e individual de las consecuencias de sus ausencias.

En la Academia Dominicana de la Lengua sucede lo mismo en que en muchas otras organizaciones sin fines de lucro. No todos los miembros demuestran el mismo interés en el funcionamiento de la entidad. Unos son más activos que otros; algunos una vez alcanzado el honor de ser incorporados al número de los elegidos pierden la disposición de colaborar. Esto se ve con frecuencia en organizaciones en las que los miembros son elegidos con carácter vitalicio, una vez y para siempre.

La Academia Dominicana de la Lengua es una corporación muy activa en el tipo de actividades que le son propias. Por ejemplo, las autoridades que están al frente de la gestión actual han logrado poner en circulación en los últimos cinco años,y por primera vez en toda la historia de la Academia, fundada en 1927, tres diccionarios académicos preparados con rigor lexicográfico: Diccionario del español dominicano, Diccionario fraseológico del español dominicano y Diccionario de símbolos; este año saldrá a la luz un diccionario de refranes dominicanos. No creo que haya otra Academia de la Lengua en Hispanoamérica que haya desarrollado en los últimos tiempos un plan de publicaciones de esta envergadura.

A todo lo anterior hay que sumarle que la ADL llena su cometido internacional asistiendo a las reuniones de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Aparejado con esto van las colaboraciones con las que tiene que cumplir en tanto miembro de esa Asociación para desempeñar sus funciones en las actualizaciones de los diccionarios de la lengua.

Bruno Rosario Candelier, presidente desde el 2002 de la Academia Dominicana de la Lengua

Hay una miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua a la que se la ha catalogado de secretaria de una firma de abogados. La señora Ruth Ruiz es una periodista de larga data en Gaceta Judicial, es también correctora de estilo profesional con méritos acumulados en el desempeño de su trabajo. Es la persona que se ha ocupado de revisar las impresiones de todas las publicaciones de la Academia Dominicana de la Lengua, incluyendo todos los diccionarios citados. A los diccionarios hay que añadirles los boletines periódicos. Ella desempeña una gran labor que la acredita para ser distinguida. Nunca ha laborado como secretaria ni para oficina de abogado alguna. Ella es la coordinadora de Fundéu Guzmán Ariza que publica tres veces por semana puntualizaciones sobre el buen uso de la lengua española.

Con esta intervención lo que se procura es despejar dudas con respecto de la trayectoria de una institución que está funcionando en el país dominicano desde el año 1927. Esa institución hay que protegerla y preservarla para que siga cumpliendo cabalmente con sus funciones. Hay que evitar disensiones internas que puedan socavar las energías que se necesitan para promover la organización. Es más, no solo hay que evitar disensiones, sino también se debe cuidar la imagen que refleja la institución, de modo que esta sea lo más apegada posible a la veracidad de lo que sucede y que así se reconozca el verdadero valor de la Academia Dominicana de la Lengua.