Hace sólo muy poco murió Norberto James Rawlings (6 de febrero de 1945 – 7 de enero de 2021), un poeta dominicano al que hay que prestar más atención de la que ha recibido. Llegó a publicar ocho poemarios. Uno de ellos recoge su obra de 1969 al 2000. En el último Miguel D. Mena recopila la que parece ser la totalidad de su producción poética, inclusive unos textos sueltos que no parece formar un libro, textos que el poeta escribió en su último año: Norberto James Rawlings, Poesía completa(Edición de Miguel D. Mena, Santo Domingo, Ediciones Cielonaranja, 2020).
A pesar de esta producción sustancial o, al menos, notable, a James muchos lo conocen o lo reconocen por un poema de su primer libro, “Los emigrantes”, poema que Mena considera “un acto fundacional” y lo iguala a otros dos que trataron de definir el país y a su gente: Yelidá (1942) de Tomás Hernández Franco y Hay un país en el mundo(1949) de Pedro Mir. Por su parte, Néstor E. Rodríguez, uno de los mejores comentaristas de la poesía de James, llama este poema “su más grande creación” y “el estadio más alto de la poesía dominicana” (“Norberto James Rawlings, el hombre de la multitud”, Interposiciones, San Juan, Santo Domingo, new York, Zemí Books, 2019). Por mi parte apunto que mientras Hernández Franco propone en Yelidá una mulatez esencial del dominicano en términos cuasi míticos y Mir, en Hay un país en el mundo, echa una mirada amplia a su país y a su gente con lentes ajustados al materialismo histórico, James centra su atención en un grupo particular de dominicanos, los cocolos, y reclama para ellos – y por ellos para sí mismo – la dominicanidad que a veces se les niega. Recordemos que con el término cocolo, término originalmente despectivo, se designa en la República Dominicana a los negros descendientes de emigrantes venidos al país de las islas del Caribe inglés. Más claramente no pueden hablar sobre ese origen del poeta sus apellidos. Sus antepasados vinieron de Jamaica, de Saint Kitts y del sur de los Estados Unidos. James habló sólo inglés hasta los diez años. Pero hay otros dominicanos del mismo origen que han hispanizado sus apellidos en un intento por asimilarse más fácilmente a la cultura dominante. También hay que apuntar que en contexto de la problemática racial de esa otra antilla se establece una diferenciación entre el negro de origen cocolo y el de origen haitiano, a quien muchos, hasta nuestros días, le niegan por completo la dominicanidad. Este último ha sido un tema debatido por décadas y décadas entre nuestros hermanos de esa media isla vecina.
Como apuntaba, “Los emigrantes”, el poema que hasta ahora se ha visto como el emblemático de Norberto James, es un reclamo de la dominicanidad para los cocolos. El poeta así lo establece desde el comienzo del mismo. “Aún no se ha escrito / la historia de su congoja. / Su viejo dolor unido al nuestro”. Con estos tres tajantes versos abre el poema donde también se listan los nombre de cocolos importantes, algunos reconocidos en el país:
John Thomas, predicador.
Whinston Broodie maestro.
Prudy Ferdinand trompetista.
Cyril Chanlanger ferrocarrilero.
Aubrey James químico.
Violeta Stephen soprano.
Chico Conton pelotero
Y el poema cierra con un reclamo de inclusión con el que poeta pide el reconocimiento de la pertenencia a la dominicanidad para todos los cocolos y, a la vez, presenta la contribución de estos al país: “…aseguramos / la posibilidad del canto / para todos”.
No cabe duda de que “Los emigrantes” es un poema de importancia para las letras dominicanas. Pero es injusto reducir a este solo texto la obra y la valía de Norberto James. Ahora que gracias a la labor de Miguel D. Mena tenemos a mano su Poesía completapodemos y debemos ver su poesía como un conjunto, con variantes, diversidad y choques, pero también con una unidad que la hace coherente. La propuesta de estas páginas es comenzar a apuntar hacia la coherencia de esta poesía e ir más allá del poema hasta ahora privilegiado por la crítica.
En el breve prólogo a Poesía completa de James Mena propone un acercamiento biográfico a esta. Y la misma propuesta ha sido también el punto de partida que han adoptado otros comentaristas de la obra de James. Su poesía se tiende a ver como producto directo de los azares vitales del poeta. Así su primer libro se asocia y hasta se identifica como producto del compromiso político de James quien estuvo directamente unido a la lucha estudiantil que floreció tras la invasión militar estadounidense de su país en 1965. Su primera producción, pues, responde a su compromiso con esas circunstancias políticas y, por ello mismo, Mena ve como el primer James queda marcado por la poesía de León Felipe y de Pablo Neruda a quienes parece tomar como modelos principales. Para mí el impacto de la obra de Neruda marca toda la poesía de James, pero no lo hace un solo Neruda, no sólo el Neruda político.
Hay que apuntar que este primer libro queda también marcado y hasta parcialmente deformado por una visión de la poesía como un discurso privilegiado y elevado que lleva al poeta a emplear ciertas formas lingüísticas que no se usan en el lenguaje dominicano. Creo que el joven James empleaba esas formas porque lo hacían sentir que su poesía se fundaba en una lengua privilegiada, elevada, digna y artística: “Vengo a escribir vuestros nombres / … / sobre vuestra fatigada sal de obreros”, dice el poeta en “Los emigrantes” (y yo subrayo) con un lenguaje que no suena al de todos los días, al de un poeta comprometido con su gente y sus circunstancias y que, en parte, niega, en el fondo, una identificación completa con los dominicanos común y un total compromiso con ellos al separarse de la lengua compartida. En su segundo libro todavía persiste ese lenguaje: “Si conocierais/ el reverso de nuestros toscos escudos…” (IX,La provincia sublevada[1972]), dice con esa expresión engolada que más tarde, por suerte, abandona.
El empleo de ese lenguaje que tergiversa su realidad lingüística desaparece poco a poco y el poeta aboga al fin por una sencillez que refleja la realidad de la lengua compartida. Ese cambio también afecta el contenido de sus poemas que intentan darnos un cuadro fiel de sus circunstancias sociales. Ya en su segundo poemario se enfocaba en su historia personal – “Yo no tuve libros / ni bicicleta.” (XI, La provincia sublevada) – y el reconocimiento de esa realidad personal lo lleva a abogar también por una sencillez formal que refleje esas circunstancias: “La sencillez / fue norma inviolable, / como lo fue el abierto amor a lo humano” (XV, La provincia sublevada). El poeta reconoce que la lengua que emplea y el mundo al que intenta dirigirse están íntimamente relacionados.
En su producción posterior esa sencillez no queda divorciada de un cierto grado de abstracción que lo lleva, especialmente en sus poemarios más tardíos, al empleo de un lenguaje privado, críptico, abstracto, un lenguaje que, para mí, mira al Neruda surrealista y también a otros poetas que exploran el tema del amor, entre ellos, Pedro Salinas. Ese lenguaje más abstracto se fundamenta en las metáforas crípticas y en el empleo de la sinestesia:
Existen olores oscuros,
señas de identidad,
que cuelgan de la vestimenta de
los objetos
atareados con su propio decaimiento
zozobrantes de sí mismos…
(“Cansancio visible”, La urdimbre del silencio[2000])
Pero en ese contexto de tonos surrealistas aparece el tema del amor que le da un sentido de concreción a su poesía y la hace más comunicante. El amor hace más real todo el mundo del poeta y ese afincamiento se concreta específicamente en la amada que, en estos textos, sigue teniendo tonos nerudianos:
En lo más hondo de tus entrañas
edifico mi morada
lugar al que pertenezco
Levanto paredes
que habrá de garabatear mi hijo
con los vivos colores de sus canciones
En ti fundo mi hogar creo mi patria
(“Compañera”,Patria portátil[2004])
El trayecto poético que aquí trazo brevemente en la poesía de Norberto James – y sé que mi particular lectura juega con los textos y reestructura esa poesía, y sé también que hay muchas otras posibles y diferentes lecturas de esta – me lleva a trazar en la misma un proceso que va de lo concretamente político a lo abstracto de tono surrealista y teñido fuertemente por el tema del amor a lo autobiográfico. Pero aclaro que para mí ese intento de presentar su propio mundo está presente en toda su poesía, aunque se evidencia más fuertemente en su obra tardía.
En ese último o penúltimo momento poético – penúltimo si contamos los poemas que no llegó a recoger en forma de libro – el poeta, quien se sabía gravemente enfermo, tiene la valentía de explorar su propio fin:
Bajo el mismo toldo
esperando a que escape
en el brillo moribundo de la tarde
me mira esquiva la muerte
y yo provocador sonrío.
( “Encuentro”, Patria portátil)
Este rasgo autobiográfico, que aparece en toda su obra pero que se incrementa y concretiza al final de la misma, me lleva a verlo como un elemento que da una fuerte coherencia interna a la poesía de Norberto James, poeta a quien hay que leer, releer y colocar con propiedad y respeto en el canon dominicano y en el antillano también.