SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El 18 de julio del presente año, las redes sociales fueron invadidas de manera vertiginosa, por una supuesta expresión anti haitiana del Profesor Juan Bosch, escrita en 1983.
Fueron muchos los que la reenviaron a sus amigos, familiares y relacionados o compartieron en sus muros sin detenerse a pensar en los motivos de la sospechosa publicación, dándole categoría de verdad a un párrafo mal redactado, que cualquiera podía detectar con una simple lectura, que no había salido de la pluma de uno de los más importantes escritores dominicanos del siglo XX, y sin embargo lo creyeron cierto.
Las redes sociales se han convertido en espacios que incentivan y hasta garantizan la libertad de expresión, facilitando la circulación de la información de manera horizontal y dándole voz a los que nunca la tuvieron.
Bien utilizadas, las redes han servido para promover ideales comunes, la defensa del patrimonio nacional, la exaltación de los héroes y consolidación de las identidades; pero también las han convertidos en instrumentos para difamar, desinformar, promover falsos valores, manipular la opinión pública, propalar la mentira, glorificar valores negativos, y falsificar opiniones con fines aviesos, como sucedió recientemente con la supuesta “opinión” externada contra el pueblo haitiano por el fundador del PLD, y puesta a circular como si esta fuera de su responsabilidad; no sabemos si para hacerle daño a su perfil de intelectual demócrata y liberal, o para beneficiar a los que patrocinaron la referida publicación.
La supuesta opinión de Juan Bosch puesta a correr en plataformas digitales, es un escrito corto, pero suficientemente venenoso y desconsiderado. Por ejemplo, se puede leer en Facebook el siguiente párrafo:
“Juan Bosch-1983: “Haití es un pueblo que siempre nos ha invadido, lo hicieron en los años 1801, 1805, 1822, 1844, 1849, 1855 y ahora que no pueden hacerlo con las armas lo harán empujando a sus nacionales emigrar hacia nuestro país. Esto pudiese afectar seriamente la democracia dominicana, ya que los Haitianos aún se encuentran en la etapa más primitiva del hombre, por eso vemos el salvajismo de sus actos y la destrucción de su propio país”.
Poner a circular ese párrafo como si fuera escrito por Bosch, es un acto sin valor; pero siendo conocida la forma en que los temas transitan por las redes sociales, donde muchos lectores no se detienen, ni se preocupan por conocer las fuentes en las que se originaron, entonces toda falsedad puede terminar convertida en verdad absoluta, que no requiere investigación, comprobación ni discusión.
Tal vez fue por eso, que la Fundación Juan Bosch, que dirige su nieto Matías Bosch Carcuro, respondió a través de las redes a la campaña de descrédito, considerándola “un acto ruin, vil y cobarde, propio de personas enfermas de odio y bajas pasiones, el pretender usar la imagen y el nombre de un prócer como Juan Bosch, inventando ideas y frases que no le pertenecen y que van completamente en contra de su naturaleza de patriota humanista y demócrata, pues es una frase que solo promueve el resentimiento, el enfrentamiento y la violencia”.
En una búsqueda en las “Obras Completas de Juan Bosch”, publicada en 40 volúmenes por la “Comisión Permanente de Efemérides Patrias”, el historiador, literato y político dominicano, que fue fundador del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), se refirió varias veces al pueblo haitiano como grupo étnico-cultural, y nunca en la forma discriminatoria con que lo quisieron presentar en las redes sociales.
Como historiador, que lo era y de los mejores del siglo XX, encontrándose como exiliado antitrujillista en la isla de Cuba, en 1944, escribió una reflexión concerniente a la celebración del centenario de la independencia dominicana de 1844, con la “matanza haitiana” en octubre de 1937 y con la campaña racista que la dictadura de Trujillo desató como justificación de aquel horrible crimen, que se hizo popular en el imaginario dominicano como “el corte”.
En ese entonces Juan Bosch escribió:
“La otra lección admirable que deja este centenario, ignorada también por la tiranía de Trujillo, es la actitud que, después de haber terminado la guerra con Haití, en 1855, mantuvo el pueblo dominicano hacia su vecino y antiguo dominador. Ningún resquemor quedó en la población de la nueva República hacia la de sus viajeros opresores. La convivencia dominico-haitiana —dos pueblos en apariencia antagónicos en una pequeña isla— fue siempre magnífica y enaltecedora, sobre todo para los dominicanos”.
Y más adelante, también dijo el autor de Composición Social dominicana:
“La dictadura de Trujillo la manchó ordenando matanzas de haitianos y tratando de sembrar, después, el odio hacia Haití en el corazón del Pueblo. En este secular aniversario de la República ¿qué sienten los dominicanos contra sus vecinos? Confiemos todos que la esperanza de seguir conviviendo cordialmente; una esperanza honda, acaso demasiado íntima, porque hacerla pública sería desatar las iras de Trujillo. Que ella llegue a ser realidad, habrá de constituir el silencioso, pero elocuente castigo de un pueblo al hombre que desvirtúa su genio nacional, que es generoso, humano, respetuoso de la libertad ajena, tanto como celoso de la suya”. (Véase: Juan Bosch. Obras completas: obra periodística vol. 35, Comisión Permanente de Efemérides Patrias, 2012).
Y luego contó cómo se enteró de la matanza en la frontera y ejecutada por la dictadura, aunque las autoridades, y el propio Trujillo, dijeron que no fue su gobierno, sino que fueron los campesinos, ganaderos y hacendados los que cometieron el hecho. Ese genocidio, como Bosch lo explica, incidió a la hora de tomar su decisión de partir hacia el exilio, el 13 de enero de 1938:
“Fue en el Ateneo donde una persona nos dijo que se había producido una matanza de haitianos en la Línea Noroeste hacía diez días o algo así… Me afectó mucho la matanza de los haitianos. Yo había vivido en Haití. Dos hermanos míos habían nacido allá. Rechazaba con vehemencia, con una fuerza talvez exagerada, cualquier alusión racista. Me parecía pecaminoso que se considerara inferior a un ser humano porque fuera negro… Asqueado por la matanza, decidí irme del país. No había un criterio político en esta decisión”. (Véase: Juan Bosch. “Obras completas: obra periodística” vol. 35, Comisión Permanente de Efemérides Patrias, 2012).
Diez y nueve años después, el 28 de abril de 1963, en medio de una terrible crisis fronteriza que tuvo sus raíces en la agresión de la dictadura de Francois Duvalier contra la embajada dominicana en Puerto Príncipe, situación que situó a nuestro país al borde de la guerra con esa nación, el entonces presidente de la República Dominicana explicó en alocución al pueblo dominicano, cuyo texto salió publicado en el periódico El Caribe del día 29, lo que estaba aconteciendo en relación con la tensa situación con el gobierno de Haití y su oposición a que los dominicanos atacaran a los haitianos que vivían en el país:
“Y nosotros no queríamos que eso sucediera. El pueblo haitiano, tan trabajador, tan luchador, tan sufrido, no puede ser confundido con los tiranos que lo explotan y asesinan; y la Embajada haitiana representa al pueblo de Haití, no a su Gobierno. Por eso pedimos protección para la Embajada, así como esta noche pedimos buen trato para todos los haitianos que están en nuestro país, sobre todo para los que han venido a nuestra tierra en busca de trabajo para calmar el hambre a que los someten sus explotadores y para los que han venido en busca de la libertad que allá no tienen. Que ningún dominicano deshonre la bandera de la cruz atacando o maltratando a un haitiano de los que están aquí bajo la protección de nuestras leyes”. (Bosch denuncia ultrajes de gobierno de Duvalier. “El Caribe”, 29 de abril de 1963).
Posteriormente, en una entrevista que le hiciera el literato chileno Alberto Baeza Flores, Bosch volvió a referirse de manera laudatoria sobre el pueblo haitiano y, conociendo de la difícil situación por la que pasaba en términos políticos, económicos y sociales, se atrevió a plantear una salida de solidaridad latinoamericana colectiva con ese pueblo, en una acción que fuera más allá de las posibilidades y los recursos limitados del pueblo dominicano. En aquella ocasión Bosch expresó lo siguiente:
“—Nosotros tenemos una gran simpatía por el pueblo haitiano y, personalmente, me siento vinculado porque viví en la infancia en Haití y porque conozco su dolor, su lucha y, además, su gloriosa historia. Tenemos que tratar de llevar a Haití el mensaje de libertad que hemos logrado sembrar en la República Dominicana. Tiene que haber un entendimiento democrático en el que intervengan no solamente la República Dominicana y Haití, sino toda América, porque es la única manera de solventar los problemas: ayudando a Haití a desarrollarse. La República Dominicana sola no puede ayudar a Haití. Tenemos que hacerlo entre todos. No podemos dejar a ese pueblo abandonado a su suerte ni podemos matarlo. Tenemos que buscar una solución humana, justa y democrática”. (Preguntas al presidente Juan Bosch, reformador social dominicano. Por Alberto Baeza Flores. Véase “Obras completas de Juan Bosch”, Entrevistas dispersas en periódicos, revistas y libros, p, 171),
En la misma entrevista, Baeza Flores le preguntó:
“—Leyendo sus cuentos recientemente, nos conmovió el drama de las inmigraciones haitianas, por lo cual creemos que sus cuentos no son fósiles. ¿Qué es para Juan Bosch vivir en República Dominicana en medio de ese drama?
A lo que Bosch respondió:
“—Bueno, eso está dicho ahí en ese cuento. Creo que los haitianos tienen todo el derecho a buscar su vida. Todo el que nace tiene el derecho a buscarse la vida en la forma en que tenga que buscarla. Hay algunos que matan y no podemos impedirlo. La vida es dura. Cuando alguno me dice que Haití nos está invadiendo, yo le digo: bueno, si nosotros tenemos un millón de dominicanos en EE.UU. y ellos tienen derecho a meterse allá para vivir mejor, entonces los haitianos tienen derecho a cruzar la frontera y meterse aquí… Ahora, ese cuento fue escrito en 1943 en Cuba y se llevó el premio Hernández Catá… y con el dinero de ese premio me casé”.
En la defensa hecha por la “Fundación Juan Bosch” en las redes sociales, hay otros textos que demuestran que Bosch nunca fue racista, y sí fue coherente con su forma de pensar sobre el pueblo haitiano a quien respetó y admiró.
En las redes sociales, como todos lo sabemos, aparecen continuamente noticias, informaciones textos, imágenes y opiniones variadas que pueden ayudar a la formación y edificación de los jóvenes que se mueven interactuando a través las mismas, pero ellos deberán mantenerse alertas para poder discernir entre la verdad y la mentira, entre las ideas con valores y las que son simple basura. En el caso de lo que circuló contra del profesor Bosch, podemos catalogarlo como basura y como tal, estamos obligados a colocarla en el lugar que corresponde a ese tipo de propaganda basada en la falsedad.