(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)

La individualidad no puede, ni debe seguir dominando las acciones del sujeto.

Se requiere de acciones colectivas que nos permitan proseguir los senderos… hacia la construcción de una sociedad más justa, donde el espectáculo, el exhibicionismo y narcisismo, no sigan representando la simbología protagónica de este tiempo.

Hay que volver al convivir colectivo, para, juntos, asumir nuestras apuestas cotidianas.

No es posible seguir conviviendo en un contexto social repudiable, impenetrable e irreverente. Cómo si no estuviésemos actuando  en un ambiente de justicia, donde cada ser humano tiene derechos y deberes.

En esta sociedad del espectáculo, hay que reconstruir los escenarios y levantar las  banderas del cooperativismo o de la economía solidaria, para subsistir, como sujetos actuantes y pensantes.

A ti que quieres crecer asumiendo tu derecho a ser y a poseer, dejando huellas. Estoy de acuerdo, crece dejando huellas…pero no sigas pisoteando las huellas del otro…de aquel que también, como tú,  tiene derechos y deberes.

Ahora más que nunca, en este tiempo enfermizo, se necesita del humanismo solidario. Ahora que todo huele a soledad, la palabra hacia los demás es la más efectiva medicina.

Tu apoyo moral, ético, espiritual o afectivo, hoy es la mejor medicina para el alma. Esto te lo dice alguien que vivió los resquicios de la soledad. "Nunca estuvo tan sola la soledad". Sabina se convirtió en el filósofo de la cotidianidad. Sabina fue mi gran sacerdote budista, a pesar de su tono rockero.

Él (Joaquín Sabina), fue mi solidario sacerdote del silencio más tenue y vocinglero. Desde entonces es mi poeta y confesor, en esta travesía del vivir resiliente.

Hay que hacer de la amistad un ritual de afectos de doble vía, donde no medie nada más la búsqueda y el cumplimiento de mis intereses personales y las situaciones ocasionales  que me favorezcan.

Si tratamos de buscar el espacio de la amistad en el saber filosófico, tenemos que escudriñar en Aristóteles, quien definía la amistad como una " virtud" fundamental que se expresa en la benevolencia recíproca consciente entre dos seres humanos" y que posee un genuino "carácter moral" sólo cuando se cumplen otras condiciones como el "amor recíproco", respeto, apertura y confianza incondicionada"(Schischkoff.1991. p.20).

Si bien es cierto que Platón, antes de Aristóteles, ya había tratado ese tema, no le otorgó un valor filosófico. Los Estoicos, con Epicúreo, fueron los que destacaron su importancia para la vida humana.

En la edad media, pasó a ser vista,  no como un vínculo entre los seres humanos, sino como una posible unión, dada por la gracia y amor divino. En la medida en que se fue cristianizando la cultura en estas tierras, la amistad es alejada del amor sensible y vinculada con la creencia en Dios.

Es con la secularización del pensamiento, en la modernidad, es que la amistad vuelve a retomar ese sentido vinculante con los seres humanos y vuelve a asumir un espacio dentro de la sociedad.

Es con el filósofo Heidegger, a principio de 1930, que el concepto de "amistad" adquiere un enfoque ontológico, planteando, que "el filósofo "representa  al Freud des Seins" (amigo del ser) (Heidegger, 1988, p.82).

La amistad se sostiene en la reciprocidad compartida, no fraccionada, acomodada, truncada y/o cedaceada según me convenga, acomodada a mis planes y fijada hasta que no entorpezca mis intereses personales o grupales.

En este tiempo de COVID, la amistad se expresa con una simple llamada, una nota o el envío de algún flyer, porque no es suficiente filosofar, para abrir las ventanas y  extender un saludo solidario a aquel ser que, entre el dolor, la tos y la fiebre, vive custodiado por el insondable fantasma de la muerte.

En este tiempo enfermizo, hay que aplicar una fuerte dosis de nuevo humanismo solidario contra el COVID, con el objetivo de reintegrarnos al convivir colectivo,  cooperativo y en modo de resiliencia permanente.

El COVID ha dejado nuevas formas de ver la vida y de pensarla o filosofarla de manera novedosa, victoriosa, desde la mirada de una hermenéutica humanística y transformadora.

El mundo está en modo 4.0, ya todo ha cambiado y hasta las hegemonías del poder mundial, se redefinen y van cambiando.

No puedo ver cambio por cambio…sino cambio por democracia participativa, reflexiva y renovadora. Cambio por transparencia y respeto a los derechos y deberes del sujeto. El COVID ha obligado a cambiar el cambio, porque el sujeto de ayer tiene hoy otras perspectivas vitales o existenciales.

El COVID nos ha obligado a cuestionar nuestras vertientes políticas, económicas, educativas y culturales de vivir y de cambiar.

Necesitamos cambiar hacia la convivencia reflexiva, crítica, creadora, imaginativa y solidaria.

Recuerda siempre este filosofar pregonero: Te llevarás, lo que das. Dejarás lo que siembras. Doy para llevarme lo imperceptible. Siembro, sin importarme el terreno, para que otros multipliquen la cocecha.

Cambiemos hacia el humanismo solidario, contra el COVID. Sígueme: Yo estoy en ese cambio.