Adiós al buen amigo Hugo; hombre singular y decente
La partida del gran amigo Hugo Tolentino Dipp me deja un gran vacío y va cerrando capítulos de nuestras vidas. Hugo era un ser extraordinario y polifacético. Un catedrático, intelectual de vasta formación, historiador, chef, poeta, hombre público y político sobresaliente y fino estratega y asesor. Pero ante todo era un gran amigo de sus numerosas amistades y relacionados políticos dentro del PRD viejo y el PRM y de cualquier partido. Tenía también gran conexión con toda la sociedad. Era un hermoso señor del buen vivir, de la comida fina, del exquisito vino y de la gastronomía dominicana. En todo se exaltaba.
No conocí a Hugo de joven ni en sus años de profesor y luego Rector reformador de la UASD. Mis primeros tratos con él comenzaron cuando el gobierno del presidente Antonio Guzmán y después interactuamos mucho más durante la presidencia de Salvador Jorge Blanco. Ya para esa época éramos amigos personales y conversábamos mucho de diferentes temas culturales, políticos y económicos. Me trató siempre con un afecto muy cercano, amigable y disfrutábamos de las tertulias con mutuas amistades. Siempre me trató como un amigo y mentor y me brindaba consejos de su vasta experiencia.
Fue alrededor de 1993 cuando preparando la oficina personal del Dr. José Francisco Peña Gómez, que se convirtió en la oficina de la Internacional Socialista, en la segunda planta de mi edificio en la Lope de Vega 29, cuando forjamos una singular amistad y una combinación política muy estrecha durante las campañas presidenciales del Peña Gómez y el PRD de 1994 y la dos vueltas del 1996. Hugo era el principal asesor y amigo personal de Peña Gómez, quien lo consultaba para todo y para redactar o corregir discursos y cartas. A mi Hugo gradualmente me fue incorporando a la intimidad del líder. Hicimos una gran amistad y trilogía, ambos dedicados a todo lo que necesitara el candidato.
Esa oficina de la Internacional Socialista fue idea del gran amigo español Jesús Barderas, quien convenció a Peña Gómez, que aceptara que se le preparara un despacho personal con oficinas y salón de reuniones. Jesús proporcionó la mayoría de los fondos para la oficina y el mobiliario, con aportes y ayudas de Hugo y mías. Hugo se mudó fijo a un despacho para estar siempre a disposición de Peña Gómez. Yo estaba en mi oficina del primer piso, y me pasaba el día subiendo y bajando las escaleras. Hugo y yo estuvimos casi seis años juntos en estas labores y forjamos una hermosa y duradera amistad.
Por un tiempo el economista Fernando Pellerano también tuvo un despacho en la oficina y por supuesto, Juany Uribe, la gran asistente y única mecanógrafa de los discursos del líder. En el salón, Peña Gómez reunía semanalmente su Comisión Económica, compuesta de los mejores economistas y profesionales. También se reunía el Frente Agropecuario liderado por Hipólito Mejía. Hugo era el gran asesor no sólo de Peña Gómez, sino de los demás dirigentes del partido y fueron vitales sus participaciones en las reuniones durante la crisis electoral de 1994, junto con el agudo estratega Hatuey De Camps. Ambos fueron los máximos colaboradores y consejeros del gran líder.
Mi amistad con Hugo se afianzó aún más fuera de la política. Nos hicimos muy amigos y conversábamos mucho sobre diferentes temas. Encontré en él un hombre muy sensible, de ideas progresistas y de una fina humanidad. Le gustaba el buen vivir, la ropa elegante y la vida mundana. Amaba a los libros. Así era un hombre polifacético y universal; un renacentista. Era muy honesto y decente, tanto en la política como en el trato humano.
Yo iba a su casa y él iba a cenar en la mía. Mi esposa Anita era parte de la cofradía y le preparaba buenos platos de comida y vinos. Le gustaba mucho que le hablara de economía y de las reformas económicas, y de los entresijos de la política fiscal y monetaria. Yo a su vez le preguntaba mucho de historia dominicana y de anécdotas de la política. Sin duda, Hugo me enseñó muchas cosas y siempre teníamos una agenda abierta.
Como Canciller de la República durante el gobierno del presidente Hipólito Mejía, me hizo nombrar Embajador Asesor Económico (Honorífico) y de esa manera seguimos trabajando juntos en diversos temas internacionales. Viajamos juntos con el presidente Mejía varias veces a Nueva York, a Quebec, México y Miami. Los tres teníamos muchas vivencias con Peña Gómez, y forjamos para siempre una gran amistad y vínculo personal. Los viajes con Hugo y su esposa Sara eran un deleite de buen gusto, amistad y elevada conversación y mucha risa.
La vida de Hugo Tolentino Dipp es la de un hombre singular, político e intelectual honesto y vertical. Tenía muchas amistades de todos los niveles y áreas de trabajo y profesiones. Hugo era un libro abierto y un ser humano muy especial. Tenía el don de hacerte sentir importante. Le gustaba agradar y ser amable y social. Con los años se convirtió en un referente en la política, que en cada tema o conflicto se iba a verlo para consultar. Su actitud conciliatoria y flexible lo convertía en un hacedor de voluntades.
La vida de Hugo debe servir de ejemplo a los viejos y nuevos políticos. Demostró que se puede hacer política y mantener la decencia y la honestidad. Demostró que se puede ser historiador e intelectual, y se puede ser independiente. Su gran legado humano y político es la mejor herencia que le dejó a la nación dominicana y todos sus amigos. Adiós Hugo, buen y gran amigo.
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