It is useless to attempt to reason a man
out of a thing he was never reasoned into.
Jonathan Swift
The power of Christ compels you!
Father LankesterMerrin
Preliminares
Con suma cautela, y no sin cierto asombro, he leído la kilométrica apología que recientemente publicaste en tu blog, y que pretende refutar algunas afirmaciones que hago en mi también reciente “Respuesta a un cristiano cristiano”. Con suma cautela, porque así me lo pide mi entrenamiento doctoral y mi instinto de lector minucioso; y con cierto asombro, porque el asombro es la única reacción posible ante la caótica y variopinta colección de falacias, falseamientos de mi posición, hombres de paja, omisiones convenientes, falsos dilemas, lugares comunes, falsas analogías, legerdemain, distracciones, propaganda, mala fe, digresiones, fabricaciones y mala lectura que has titulado “Para que no nos cueste el parque”. No sé si atribuirle tus fracasos a lo verde que estás en el terreno de la argumentación y la investigación, o a una malicia premeditada que tiene como objetivo confundir a lectores y lectoras aún más verdes que tú en estos temas, pero cuyas almas quieres conquistar a toda costa para Cristo. Tampoco puedo determinar cuál de estas dos alternativas es peor. Lo que sí puedo declarar con toda seguridad es que de aquí en adelante voy a tener que negarte el beneficio de la duda y tratarte como a una persona adulta que sabe lo que hace y en los líos que se mete. Tal y como hice con José Alberto Ortiz.
Salta a la vista que tu ensayo, si es que podemos darle ese nombre, se cimenta sobre una exploración apresurada de cuanto recoveco ofrece el Internet en materia de websites de apología cristiana, y no en una lectura meticulosa de los estudiosos del tema… y mucho menos de las fuentes primarias. Si me sobrara el tiempo, escribiría un artículo discutiendo cada una de las páginas de Internet que visitaste para escribir tu artículo. Las tengo delante de mí. Has ido picando aquí y allí los argumentos prefabricados, trillados, especiosos, masticados y endebles que ofrecen los administradores de portales evangélicos, sin entenderlos a consciencia y sin considerar las implicaciones adversas que tienen para tu propia posición. Las pocas veces que sí haces referencia a estudios reputados, se hace patente que desconoces el libro del que extraes la cita o el argumento puesto que, nuevamente, si los conocieras sabrías que ese argumento que extirpas forma parte de un aparato discursivo mayor, hostil a tus planteamientos. En otras palabras, que debido a tu conocimiento superficial de algunos de tus respaldos argumentales terminas refutándote tú mismo.
Usar el Internet para la investigación no es un pecado de por sí (si se usa bien, es una herramienta indispensable), y citar fuera de contexto o tomar prestados argumentos de libros que desconocemos no necesariamente califica como una deshonestidad intelectual… sin embargo, ninguna de estas dos insolvencias académicas constituyen lo peor de tu artículo.
La falla más visible y frustrante de tu texto es el formidable cúmulo de falacias argumentales. Sencillamente colman la paciencia del lector más dispuesto. Dos o tres falacias argumentales, del mismo tipo, pueden dejarse pasar. Pero una avalancha de ellas, de todos los tipos conocidos, es algo muy difícil de digerir. Leerte es como jugar ajedrez con un contrincante que constantemente olvida cómo se mueven las diferentes piezas; nos pasamos todo el juego recordándole qué se puede y qué no se puede hacer con el alfil, con la reina, con la torre, etcétera. Me rehúso a tener que malgastar estas líneas haciendo eso…
No obstante, como soy maestro, considero que me brindas una oportunidad pedagógica inmejorable y pienso aprovecharla. De manera que para tu beneficio y el de los lectores, le he pedido a mi hijo de 13 años que lea tu texto y vaya calificándolo según el tipo de falacia argumental que utilizas en cada párrafo. De esta manera mi hijo practica, nuestros lectores (muchos de los cuales, misteriosamente, han aplaudido tus errores) aprenden, y tú te edificas en cuanto las reglas del razonamiento lógico, todo esto al tiempo que queda maravillosamente claro que hasta un niño de 13 años pudo darse cuenta de tus equívocos. Los interesados en revisar la corrección de mi hijo, pueden bajar el PDF aquí (si se le escapó alguna corrección, invito a los lectores a que la añadan en el tablón de comentarios). Yo, mientras tanto, prefiero encargarme del fondo.
Lo haré lo más breve y ordenadamente posible. No pienso enfrascarme en una refutación párrafo por párrafo; leyendo los laudos que ha suscitado tu artículo entre lectores que no necesitaban tu artículo (ni ningún otro proceso argumental) para convencerse de la verdad literal de los evangelios, y los ataques que he recibido de ellos por el mío, concluyo que esforzarse en construir argumentos válidos que esclarezcan errores y adelanten posiciones transparentes es una faena ingrata que pasa completamente desapercibida entre los lectores religiosos que ambos queremos alcanzar. Ante ellos he perdido el debate de antemano, y nada de lo que diga puede penetrar en sus convicciones y hacerlos cambiar de opinión. Por otro lado, los lectores avanzados, escépticos, ateos o académicos no necesitan que yo refute tu artículo párrafo por párrafo puesto que ellos mismos pueden hacerse cargo de identificar tus delincuencias lógicas. En resumen, que no pienso ni tirar perlas a los puercos ni predicarle al coro.
Esto es lo que no haré. Ahora explicaré lo que sí haré.
Primeramente dividiré mi exposición por temas objetivos de discusión, lo cual quiere decir que trataré de obviar las múltiples digresiones ad hominem que adornan tu artículo. Bajo esos encabezados, entonces, volveré a establecer mi posición, desmontaré la tuya, y acto seguido ofreceré a los lectores y lectoras una bibliografía del tema, limitándome a los títulos que conservo en mi biblioteca, física y digital; en otras palabras, la forma que tomará mi ensayo es la de una bibliografía comentada de algunas de las lecturas en las que se forjaron mis posiciones y perspectivas. De este modo me desentiendo de los adoctrinados e inalcanzables en Cristo, al tiempo que proveo a los escépticos de lecturas indispensables y nutritivas para el intelecto… pero sobre todo (y aquí se sella la ruina de tu misión proselitista de desinformación y confusión), ofrezco a quienes aún no se han decidido; a los que resisten el adoctrinamiento; a los creyentes de mente abierta; a quienes secretamente, en el seno de sus iglesias, empollan el huevo prohibido de la duda; a todas esas cristianas jóvenes que quisieran escapar del dogma que las oprime pero carecen del discurso y las herramientas epistemológicas necesarias para saber cómo hacerlo y de qué forma justificar convincentemente su apostasía; para todos ellos y otros más ofrezco, repito, un corpus de fuentes primarias, investigación científica y debate no apologético que pueden consultar directamente (sin pasar por el cedazo de tus falseamientos e “interpretaciones”), y que les permita llegar por sí mismos a conclusiones coherentes. Me protejo también, cómo no, de que tergiverses mis tesis o, peor, que las trivialices, como has hecho abundantemente en tu artículo. Creo firmemente que cada quien tiene que hacer su tarea y responsabilizarse personalmente de las cosas en las que cree; esta es la mejor manera de hacerlo.
Utilizas uno de los muchos hombres de paja de tu texto para insinuar que la bibliografía que te mandé a consultar se reduce a Sam Harris, Richard Dawkins y Christopher Hitchens. La caricatura que intentas hacer de mí te caricaturiza a ti: no dudo que pienses realmente que la posición de los escépticos se agota con esos nombres. Con suerte, cuando termines de leer este ensayo podrás hacerte una idea más precisa de lo que yo quiero decir con “bibliografía”.
Empecemos.
Moral sin Dios
La evolución nos ha dotado (y a muchas otras especies de mamíferos) de un hermoso mecanismo llamado empatía, para quebrantar el cual se necesita mucho adoctrinamiento, secular o religioso. Se puede ser bueno sin Dios. Se puede ser moral sin Dios. Se puede llevar una vida ejemplar, ser un ciudadano considerado, tratar al prójimo como quisiéramos ser tratados y cuidar nuestro medio ambiente sin tener que recurrir a creencias que violenten el sentido común, la razón y las leyes físicas que gobiernan el mundo real. Millones de personas lo demuestran cada día… Millones de personas cada día también demuestran que creer en Dios, en los evangelios o en la divinidad de Jesús no les representa ningún impedimento a la hora de obrar mal.
Ser bueno “por mandato” no es realmente ser bueno; ser bueno “por mandato” es ser obediente, algo muy cónsono con la epistemología judeocristiana. La persona que es buena por mandato no necesariamente sería buena si no recibiera el mandato, por lo cual no es buena realmente; en todo caso es cobarde o pusilánime. El bondadoso por mandato es, por definición, potencialmente maligno e indiscutiblemente sumiso. Agua represada. No veo cómo no habría que desconfiar del bueno por mandato de la misma forma y en el mismo grado con que desconfiamos del malo por convicción. En todo caso, que exista de hecho el bueno por mandato no excluye la existencia del bueno porque sí. Tu argumento es inválido.
“Por mandato” supone además la existencia de un poder bajo el cual estás sometido, una autoridad capacitada para hacer cumplir las órdenes que imparte por medio de un sistema de premios y castigos. Ser bueno por mandato, entonces, equivale a ser bueno para obtener la recompensa y/o evitar el castigo. Que voluntariamente te infantilices de esa manera no es lo más patético de tu aseveración; lo más patético de tu postura es que reduces la bondad y la moralidad a una transacción comercial, a un truco de perro amaestrado.
Afirmar que eres bueno porque así te lo manda el evangelio no te ilumina con la mejor luz. Muy por el contrario. Aquí más bibliografía sobre el tema de la moralidad secular y la bondad humana:
- The Bonobo and the Atheist,Frans De Waal
- The Age of Empathy, Frans De Waal
- The Price of Altruism: George Price and the Search for the Origins of Kindness, Oren Harman
- Good Sense, Baron D’Holbach
- The System of Nature Vols. 1 and 2, Baron D’Holbach
- Enchiridion, Epictetus
- Euthyphro, Platón
- The Golden Sayings of Epictetus
- A Selection from the Discourses of Epictetus and the Enchiridion
- The Moral Landscape, Sam Harris
- Meditations, Marcus Aurelius
- The Better Angels of Our Nature, Steven Pinker
- The Blank Slate, Steven Pinker
- Naturalism and Religion, Rudolph Otto
- The Quest for a Moral Compass: A Global History of Ethics, Kenan Malik
- The Righteous Mind: Why Good People Are Divided by Politics and Religion, Jonathan Haidt
- Empathy: Philosophical and Psychological Perspectives, Amy Coplan
- Raven: The Untold Story of the Rev. Jim Jones and His People, Tim Reiterman
- Stories from Jonestown, Leigh Fondakowski
Las enseñanzas de Jesús
Quienes se admiran de las enseñanzas centrales de Jesús y las hallan estremecedoramente originales revelan una completa ignorancia de la filosofía universal. Muchas de las parábolas, máximas y preceptos que los evangelistas (educadísimos griegos judíos) ponen en boca de Jesús, fueron arrebatados de Platón, Sócrates, Empédocles y Pitágoras, quienes expusieron esos mismos pensamientos mucho más elocuentemente. Ni siquiera el mandamiento de amar a nuestros enemigos, la quintaesencia del cristianismo, es originalmente cristiano: Lao Tse ya lo había sugerido quinientos años antes. Aquí el tesoro de esospaganos:
- Diálogos, Platón
- The Art of Happiness, Epicurus
- The Essential Epicurus, Epicurus
- The Pythagorean Sourcebook and Library: An Anthology of Ancient Writings Which Relate to Pythagoras and Pythagorean Philosophy, David R. Fideler
- Ancient Philosophy, Mystery, and Magic: Empedocles and Pythagorean Tradition, Peter Kingsley
- The Complete Works of Lao Tzu: Tao TehChing&Hau Hu Ching, Hua Ching Ni
Jesús y las fuentes primarias
Más arriba dije que el defecto más importante de tu texto es la profusión de falacias argumentales. De la mano con esa falla, yo diría que la segunda debilidad más importante de tu artículo es la mala lectura. Consideremos por un instante el hombre de paja que construyes al inicio de tu documento:
Juan: Jesús no es ubicable ni en el espacio ni en el tiempo…
Mariela: ¿Cómo lo sabes?
Juan: Porque un artículo que escribió un profesor lo dice.
Mariela: ¿Por qué el artículo lo dice?
Juan: Porque Jesús no es ubicable ni en el espacio ni en el tiempo…
Yo estoy casi cien por ciento seguro de que no construiste este hombre paja de forma alevosa; no lo hiciste de maldad, no quisiste tergiversar mi posición para acusarme de razonamiento circular; dudo que siquiera estés consciente de que este diálogo constituye un hombre de paja… Yo estoy prácticamente convencido de que esa es exactamente la lectura que hiciste de mi párrafo y que de todo corazón crees que eso es lo que dice allí… (Posteriormente has intentado corregir el diálogo ¡y aún lo tienes mal! En lugar de simplemente eliminar ese hombre de paja, insistes en meter el tarugo circular en el hueco cuadrado y falsear mi posición a la mala.)
Sin embargo, alguien con mayor puntaje en comprensión lectora, sabría que el diálogo correcto iría así:
Juan: Jesús no es ubicable ni en el espacio ni en el tiempo…
Mariela: ¿Cómo lo sabes?
Juan: Porque no existe ni una sola referencia contemporánea a Jesús.
Y esto es así porque el párrafo al que alude esta conversación imaginaria dice:
Sabes perfectamente bien que Jesús no es ubicable ni en el espacio ni en el tiempo, y que ese es uno de los grandes problemas de la historiografía cristiana. No existe ni una sola referencia contemporánea a Jesús, ni a los eventos mágicos y extraordinarios narrados en los evangelios… excepto por un párrafo de Flavio Josefo, demostradamente falsificado por Eusebio.
Fuentes. Contemporáneas. Independientes. ¿Entiendes ahora tu error? Ninguna de las fuentes que trabajosamente presentas es contemporánea, por más contorsiones argumentales que ejecutes y malabares retóricos que intentes. La moción que propones para que redefinamos convenientemente el significado de la palabra “contemporáneo” de modo que incluya hasta ciento cincuenta años después de los hechos investigados (un clásico ejemplo de la falacia del alegato especial), fabricando un consenso inexistente (y al mismo tiempo cayendo en una segunda falacia, la de la apelación a la mayoría) de expertos (y van tres: falacia de la apelación a la autoridad o argumento ad verecundiam) queda rotundamente denegada. Bastante generosa fue ya mi concesión de Flavio Josefo, nacido 10 años después de los supuestos eventos crísticos. Las epístolas paulinas no solo no son contemporáneas, sino que tampoco son independientes o extra-Bíblicas, igual que los evangelios, que para colmo no afirman ser testimonios oculares de ninguno de los eventos narrados. Las fuentes orales que en su último libro menciona Ehrman son inexistentes o, por lo menos, inconsultables, lo que viene a ser lo mismo.
Entiendo que voy a tener que masticar esto un poco más: ni una sola persona viva al mismo tiempo que Jesús dejó ningún testimonio de Jesús, de sus milagros o de su resurrección. Nadie. Ni uno. Nada. No existiría polémica si hubiera por lo menos una sola referencia de esta categoría, conocida por los historiadores como fuente primaria.
Las fuentes primarias no se limitan a referencias documentales, testimonios oculares contemporáneos y atestaciones. Valen también referencias arqueológicas: artefactos de la época, una inscripción en una tumba, un busto o estatua contemporánea, una pintura, una efigie en una moneda, una casa, algún objeto creado por el personaje en cuestión. Por eso sabemos que Tiberio sí existió (para usar tu lánguido ejemplo), porque pese a las escasas referencias documentales que existen sobre él, poseemos toneladas de referencias arqueológicas que atestan su presencia histórica.
Si no existen, pues, referencias documentales contemporáneas y extra-Bíblicas de Jesús, ¿cuenta este hombre-dios con referencias arqueológicas? Tampoco. Cero.
Personajes históricos de menor categoría y distinción que Jesús, contemporáneos de Jesús y hasta más antiguos, sí poseen fuentes primarias de todos los tipos, y por ende su existencia histórica no presenta problemas ni genera polémicas. Que estemos debatiendo el tema es de por sí prueba fehaciente de que el caso no está cerrado. Reclamos tan importantes y extraordinarios como los que hace el cristianismo sobre este ebanista cósmico deberían estar amparados en abundante y extraordinaria evidencia. Lo que observamos, sin embargo, es el lamentable espectáculo de apologistas sudando la gota gorda pidiendo la relajación de los estándares mientras hacen de tripas corazones con migajas encontradas en fuentes secundarias, en copias tardías de copias tardías de fragmentos de libros desaparecidos, interpolaciones y falsificaciones realizadas por el historiador cristiano Eusebio de Cesarea, mascota intelectual de Constantino, y citas medievales (¡!) de textos que mencionan textos a los que no tenemos acceso. Adjudicarle al analfabetismo de la época estas carencias es, en el mejor de los casos, una chulería risueña, considerando que ese mismo analfabetismo no constituyó ningún obstáculo al momento de documentar la existencia histórica de coetáneos que no cuentan en su haber ninguna proeza metafísica. Y si bien el analfabetismo era común, abundaban en la antigüedad oficios manuales que posibilitaban otras formas de documentación. ¿Debemos aceptar que a ninguno de esos analfabetas se le ocurrió esculpir un bajorrelieve de las hazañas de Jesús? ¿Ilustrar un jarrón? ¿Construir un monumento, por humilde que fuera? ¿Una stupa, un hito de piedra que marcara el lugar de alguno de sus milagros famosos, un mojón conmemorativo? ¿Algo cuyos pedazos pudiéramos hoy desenterrar?
Quienes defienden la historicidad de Jesús esperan que creamos que un hombre que revivió muertos, curó ciegos, lisiados y leprosos, sanó flujos sanguíneos, echó demonios, caminó sobre las aguas, armó graves reperperos en lugares públicos y concurridos, resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo delante de una muchedumbre, provocando en el proceso un terrorífico sismo que abrió las puertas del inframundo, de donde emergió un regimiento de muertos y una batahola de santos incorruptos… no suscitó entre sus contemporáneos, testigos de todas estas violaciones de las leyes físicas del mundo, la inquietud suficiente como para molestarse en registrar, ¡de alguna forma, de cualquier forma! lo que sucedía.
Quinientos kilómetros al oeste de Jerusalén, dos o tres camellos de viaje a lo largo de una transitadísima ruta, en el país que supuestamente acogió a Jesús durante su niñez mientras María y José esperaban a que Herodes Agripa se muriera, el filósofo judío Filo de Alejandría, contemporáneo de Jesús, medita, reflexiona y escribe sobre diversos temas filosóficos, esotéricos y místicos… y en ninguna de sus meditaciones, reflexiones y escritos hallamos mención alguna de un hombre que flotó hacia el espacio delante de cientos de espectadores a siete días de distancia de donde él estaba.
Séneca el joven, otro contemporáneo de Jesús, reporta en Roma cada minucia que le cae en las manos: que ciertas personas se cepillan los dientes con orina; los animales que diferentes gentes comen durante los tiempos de escasez; las tareas de cada quien en la administración pública; incluso, larga y detalladamente, cómo diferentes grupos humanos cagan, en compañía de quiénes cagan y la forma en que se deshacen de lo que cagan… Ni una sola mención de Jesús, o de algún evento lejanamente parecido a los descritos en los evangelios, aparece en sus páginas. (¿O acaso debemos desacreditarnos ambos discutiendo aquí la fraudulenta correspondencia entre Séneca y Pablo que milagrosamente aparece en el siglo IV, y a la que, ¡aún más milagrosamente!, ningún apologista le echó mano durante los cuatrocientos años previos?)
Y así por el estilo.
No creo que deba aclarar que los evangelios no son contemporáneos a Jesús, sino que fueron escritos entre 70 y 100 años después de los supuestos eventos descritos. Lo que sí me interesa divulgar aquí y que, o desconoces o serpentinamente ocultas, es que las epístolas paulinas preceden a los evangelios. Las cartas de Pablo de Tarso son los documentos más cercanos que existen a los eventos descritos en los evangelios, compuestas alrededor de 40 años después de la supuesta muerte de Jesús… Por lo cual resulta muy inquietante el silencio de Pablo sobre el Jesús histórico: ni una sola cita de Jesús, ninguna mención de ningún detalle remotamente biográfico, absoluto desconocimiento sobre lo que Jesús enseña en los evangelios (obviamente, pues son posteriores). En cambio sí encontramos en sus páginas un Cristo completamente etéreo, celestial, ¿alegórico?, espiritual. Si fuéramos a aceptar las cartas de Pablo como fuente documental válida, a sabiendas de que no constituyen una fuente independiente y extra-Bíblica, habría todavía mucho que explicar.
Todas las referencias que presentas dan testimonio de que en la época a la que aluden ya existían cristianos, lo cual nadie pone en duda. Chrestus es un nombre propio común entre esclavos que no significa “el ungido”, sino “el útil”, y si aun así quieres ver en este Chrestus a Jesús, te verías en la camisa de once varas de tener que explicar qué hacía Jesús en Roma instigando a los judíos en una época tan tardía. En cuanto a Phlegon de Tralles… ¿qué podemos decir de un fragmento de un libro desaparecido que solo conocemos porque aparece citado por Eusebio de Cesarea(falsificador de Flavio) en sus “Crónicas”? Por otro lado, si te parecen aceptables para tu empresa apologética las palabras de un escritor cuya obra se ocupa casi exclusivamente en recoger historias de fantasmas, hermanos siameses, monstruos y serpientes marinas, no seré yo el que te detenga.
Considerando que tu artículo tiene 15,377 palabras, ¿te imaginas todas las que pudiste haberte ahorrado si te hubieras tomado el tiempo de leer cuidadosa y correctamente mi posición?
Algunas fuentes importantes para aprender sobre este tema son:
- The Complete Works of Philo Judaeus of Alexandria
- The Jesus Mysteries, Peter Gandy y Timothy Freke
- Jesus: Neither God nor Man, Earl Doherty.
- Proving History: Bayes’s Theorem and the Quest for the Historical Jesus, Richard C. Carrier
- The Amazing Colossal Apostle: The Search for the Historical Paul, Robert M. Price
- The Quest of the Historical Jesus: A Critical Study of its Progress from Reimarus to Wrede, William Montgomery.
- Ecce Homo! A Critical Inquiry into the History of Jesus of Nazareth, Baron D’Holbach
La Tesis del Jesús Mítico
Para hacerlo atractivo a potenciales adeptos, los autores de los evangelios enmarcaron la vida de Jesús dentro las estructuras míticas (¿propagandísticas?) más famosas, conocidas y efectivas del momento. Para ello usaron todos los lugares comunes discursivos que circulaban en la antigüedad, reciclándolos de tradiciones paganas muchísimo más antiguas. El nacimiento de una virgen, por ejemplo, es uno de esos clichés, pero los evangelistas utilizan muchos más… de hecho, parecería que los utilizaron todos: el nacimiento en una cueva, el homenaje de pastores y reyes magos, la caminata sobre las aguas, la pesca milagrosa (plagiada de una leyenda de Pitágoras), los cuarenta días en el desierto y la tentación, la pasión y muerte en un montículo, la resurrección al tercer día, la sanación de enfermos, el exorcismo de una “legión” de demonios… todos estos episodios y muchos más son préstamos de otras tradiciones místicas y leyendas de diferentes hombres dioses, todos relacionados con los misterios de Osiris-Dionisio, la religión más popular de la antigüedad. Estos misterios y sus iniciaciones secretas se adaptaban a las culturas que los acogían, de modo que, según la región, Osiris se convertía en Dionisio, en Attis, en Serapis, en Adonis, en Mitras, etcétera. No es un salto descabellado concluir preliminarmente que Jesús no es más que una de las muchas iteraciones de este famosísimo misterio, acoplado a la cultura judía. Muchos estudiosos se han encargado de estudiar a fondo esta impresión preliminar y han llegado a conclusiones muy interesantes. Es mi opinión que esta rama de la religión comparada contribuye uno de los mejores argumentos contra la historicidad y la divinidad de Jesús, y no me cabe la menor duda de que a medida que se popularicen estos estudios, el muy necesario proceso de descristianización de la civilización occidental irá adquiriendo un momentum muy significativo. Nadie que se precie de ser razonable y lea estos estudios puede seguir creyendo en la verdad literal de los evangelios.
Tampoco es como que estas similitudes pasaron desapercibidas para los primeros cristianos. Justino Mártir se escandaliza ante el perturbador parecido y frangolla la peregrina teoría de que el diablo plagió el cristianismo por anticipación para confundir a las personas… Demás está decir que cualquiera que se suscriba a este soberano despropósito es un cretino merecedor de toda nuestra compasión.
Si fuéramos a eliminar de los evangelios cada uno de los episodios que demostradamente pertenecen a tradiciones más antiguas, apenas nos quedaríamos con un par de parábolas. Desparece incluso el Jesús de los evangelios, se evapora. Contemplar esta situación en conjunción con la ausencia de fuentes primarias que confirmen la existencia histórica de Jesús, debería darnos pausa antes de llenarnos la boca proclamando la historicidad de Jesús y la verdad literal de los evangelios. Los quequieran saber los detalles, lean aquí:
- Pagan Christs, John M. Robertson
- The Jesus Mysteries, Peter Gandy y Timothy Freke
- Myths and Legends of Babylonia and Assyria, Lewis Spence
- Ancient Mesopotamian Religions,Tammi J. Schneider
- The Book of Enoch, anonymous
- Beyond Belief: The Secret Gospel of Thomas, Elaine Pagels
- The Nag Hammadi Scriptures
- The Christ Myth Theory and its Problems, Robert M. Price
- How Jesus Became God, Bart D. Ehrman
- The Suppressed Gospels and Epistles of the Original New Testament of Jesus Christ Vol.1, William Wake
- Los evangelios apócrifos, Aurelio de Santos Otero (Biblioteca de Autores Cristianos)
- Christianity and Mythology, John M. Robertson
- The Golden Bough, Sir James G. Frazer
- The Complete Dead Sea Scrolls in English
- The Septuagint
- The Hero with a Thousand Faces, Joseph Campbell
Tarea
Para todos mis lectores y lectoras con sed de conocimiento: teniendo en cuenta que la Biblia pretende, por la posición de los libros, que creas que los evangelios vienen primero y las epístolas después, con el objetivo de que pienses que Pablo escribió teniendo delante de los evangelios y no que los evangelistas escribieron teniendo delante las epístolas, les propongo una tarea. Lean el Nuevo Testamentoenordencronológico, esdecir:
- 1 Tesalonicenses
- Gálatas
- 1 Corintios
- Filemón
- Filipenses
- 2 Corintios
- Romanos
- Evangeliosegún Marcos
- Santiago
- Colosenses
- Evangeliosegún Mateo
- Hebreos
- Evangeliosegún Juan
- Efesios
- Apocalipsis
- Judas
- 1, 2, 3 Cartas de Juan
- Evangeliosegún Lucas
- Hechos de los apóstoles
- 2 Tesalonicenses
- 1 Pedro
- 1 Timoteo
- 2 Timoteo
- Tito
- 2 Pedro
Consideren también que las cartas a los Efesios, Colosenses, la segunda carta a los Tesalonicenses, las pastorales y Hebreos son falsificaciones posteriores… ¿Cómo cambia la actitud de Pablo, su tono, sus referencias a la mujer en estas cartas? ¿Quién pudo haberlas escrito y con qué motivo? Más importante aún: considera que los manuscritos más tempranos de Marcos, el primer evangelio escrito, no relatan la resurrección. Lee sin prejuicios, con un resaltador y una libreta. ¿Qué nueva narrativa surge cuando lees lo evangelios en orden cronológico?
Argumento por autoridad y otras falacias importantes
Tu artículo “Para que no nos cueste el parque” hace uso de una cantidad industrial de falacias argumentales. Las hay comunes y corrientes, como la apelación a la mayoría; oscuras y difíciles de detectar, como la falacia del falso dilema, el efecto dominó y el equívoco; y verdaderamente infantiles, como el tu quoque. Quiero dedicar este acápite, no obstante, a discutir la falacia de la que más abusas.
Utilizas la mayoría de tus citas textuales menos para ilustrar o respaldar tus procesos argumentales que para imponer tu visión invocando autoridades que comparten tu conclusión. Esta es una falacia común conocida como argumentum ad verecundiam o apelación a la autoridad. A veces la cita sencillamente proviene de un autor o autora que no viene a cuento, y en ese caso la falacia se llama falacia de las fuentes irrelevantes.
Dejas caer tus citas como peñones, sin parafraseo o contextualización previa ni explicación o aclaración posterior, justo como lo hacen mis estudiantes de Español 1 recién salidos del colegio cuando los obligo a respaldar sus ideas con la literatura relevante. A la postre los ensayos parecen collages de opiniones prestadas.
Por si acaso no había visto la cita de JürgenHabermas en tu primer artículo, vuelves a pegarla en el segundo para asegurarte de que yo vea bien ese as de corazones ganador. La cita, en la que Habermas expresa su apreciación del cristianismo y no lo procesos argumentales que le permitieron llegar a ella, lo único que prueba es que Habermas comparte contigo más o menos la misma opinión… Su presencia en tu texto no pasa de ser una pancarta que legitima la presuposición de que siendo Habermas una autoridad a la que aparentemente no se le puede discutir nada, a ti, por derivación, tampoco.
Pero este argumento no es solo una falacia ad verecundiam. Entre las credenciales que presentas para que aceptemos la opinión de Habermas incluyes “ateo” (hasta un ateo aprecia positivamente el cristianismo), claramente degradando tu postura a un argumento ad hominem; de hecho, presentar credenciales personales como soporte argumental, cualquiera que estas sean, ni avanza ni refuta posiciones. De modo que incluso el crédito de “historiador famoso” es una falacia ad hominem. Estamos ante la presencia de un combo de dos falacias en una.
La segunda cita representativa de tu incompetente uso de la documentación pertenece a Matthew Parris, que se pronuncia sobre el cristianismo en África. Aquí nuevamente presentas una pancarta ad verecundiam de alguien que concuerda contigo. ¿Qué por qué debemos aceptar su opinión? Pues porque Matthew Parris es “ateo y homosexual”. ¡Bam! Dupleta ad verecundiam y ad hominem. Pero hay más; porque entre las credenciales que pudiéramos posiblemente admitir para tomar en serio la opinión de este señor falta la más importante: “especialista en asuntos africanos”, o “reputado africanista”. Se une a este doublewhammy, pues, la falacia de las fuentes irrelevantes. Nos hallamos, por ende, delante de una verdadera trifecta de la equivocación.
Aquí mis referencias para quienes quieran expresarse con argumentos sólidamente construidos y perfectamente expuestos:
- The Craft of Research, Wayne C. Booth, Gregory G. Colomb y Joseph M. Williams
- A Manual for Writers of Research Papers, Theses, and Dissertations, Kate L. Turabian, Wayne C. Booth, Gregory G. Colomb y Joseph M. Williams
- Logical Reasoning Handbook of Good Practices, The Runi Center
- Being Logical: A Guide to Good Thinking, D.Q. Mcinerny
- A Rulebook for Arguments, Anthony Weston
- How to Think Clearly: A Guide to Critical Thinking, Doug Erlandson
- Thou Shalt Not Commit Logical Fallacies
- An Illustrated Book of Bad Arguments
Tiberius
Apenas puedo creer que voy a dignificar esta falacia con una respuesta, pero si al hacerlo la desactivo para siempre e impido que siga rodando por el Internet, sea.
Tu afirmación de que los emperadores romanos eran considerados dioses es una interpretación personal, espúrea, blandenga y errónea del culto imperial que afirmaba que la autoridad de los emperadores estaba divinamente sancionada, que no es lo mismo.
Mencionas que son escasas las referencias documentales de Tiberio pero olvidas también mencionar que esa carencia está compensada con creces por la evidencia arqueológica. De Tiberio no se afirma nada extraordinario, de manera que tampoco debemos esperar, para confirmar su existencia, evidencia extraordinaria. Con la ordinaria que tenemos basta.
De Jesús, a diferencia de Tiberio, se afirman eventos fuera de lo común, acontecimientos verdaderamente extraordinarios. A consecuencia, se espera de la evidencia que pueda confirmar esos eventos cualidades igualmente extraordinarias.
Si yo afirmo que tengo un lápiz verde, la evidencia que puede y debe esperarse para confirmar mi afirmación es tan ordinaria y fácil de presentar como la aseveración misma. Que la gente posea lápices y que algunos de esos lápices sean verdes no violenta las leyes de la física ni las expectativas racionales de nadie sobre lo que pueden o no pueden poseer las personas normales, de modo que con poca evidencia basta. No obstante, si yo afirmara que poseo una astronave sideral, la evidencia que puede y debe esperarse para confirmar mi afirmación de repente no es tan ordinaria ni fácil de presentar, si no tan extraordinaria y difícil como la aeronave misma, puesto que las personas normales no suelen tener nunca aeronaves siderales. Y como violento todas las expectativas racionales sobre lo que puede o no puede tener una persona normal, es justo que, a menos que presente pruebas extraordinarias, la nave misma si fuera posible, cualquier persona estaría actuando correctamente si descartara mi afirmación como una simple fabricación… de hecho, ante la ausencia de evidencia, la alternativa de que se trata de una simple fabricación se convierte inmediatamente en la mejor explicación posible de mi aseveración. Admitir que poseer una aeronave sideral violenta las expectativas racionales de lo que puede o no puede tener una persona normal, pero que esta salvedad no se ajusta a mí puesto que soy una persona extraordinaria, es una enmienda que complica el asunto aún más, puesto que debo ahora presentar evidencia extraordinaria sobre mi existencia extraordinaria, además de la evidencia extraordinaria de mi aeronave sideral.
Los que insisten en la historicidad de Jesús apenas pueden mostrar evidencia ordinaria sobre la existencia ordinaria de alguien llamado Jesús… y mucho menos evidencia extraordinaria que demuestre las afirmaciones extraordinarias de que ese Jesús, cuya existencia apenas pueden demostrar, era un dios.
Moderación de comentarios
Entre los muchos argumentos ad hominem que me lanzas, mi favorito es aquel en el que me recriminas que no modero ni publico los comentarios de mi blog. ¿Cómo avanza tu argumento (y como desbarata el mío) el hecho de que yo no haya publicado los comentarios generados por mi artículo en mi blog? Mi “Respuesta a un cristiano cristiano” ha sido publicada en por lo menos 10 revistas, dos de ellas impresas. El tablón de comentarios de todos los portales de Internet en los que ha sido publicada revienta de opiniones. En muchos de esos tablones yo he participado, contestado y aclarado, como cualquiera puede constatar. Tu insinuación de que yo ni modero ni publico los comentarios de mi blog porque rehúyo el debate es un connato de bochinche que no te honra.
Aportes del cristianismo a la felicidad del mundo
Cualquiera que te tomara la palabra en su valor puramente nominal, y siempre y cuando esa persona jamás le haya puesto la mano a un libro de historia (o incluso al mismísimo Nuevo Testamento), saldría convencido de que el cristianismo no ha hecho sino plantar tulipanes, mediar positivamente en conflictos, proponer siempre la solución más pacífica, aliarse a los más desvalidos y respaldar, sin falla, todas las teorías científicas y avances tecnológicos que han posibilitado el desarrollo de nuestra civilización y la felicidad del mundo. Tu representación del cristianismo es tan caricaturesca, propagandística, inconsulta, acrítica e irreal que lo único que logra es restarle credibilidad a tus palabras y aniquilar la buena fe que lectores seculares podrían haberte brindado al considerar seriamente tu texto. Aludir a misioneros y a emprendimientos educativos originados por el cristianismo no mejora tu posición al respecto, puesto que atolondradamente olvidas que esos esfuerzos han sido precisamente los que han ayudado a replicar, en distintas partes del planeta, las sensibilidades, marcos de referencia y epistemologías judeocristianas directamente responsables de la intolerancia, el dogmatismo y el autoritarismo que caracterizan los frutos que da la simiente cristiana donde quiera que cae.
No dudo que local y esporádicamente, ciertos grupos o líderes cristianos hayan podido contribuir positivamente al desarrollo y consolidación de la felicidad de las comunidades donde se originaron (aunque lo mismo podríamos decir de grupos o líderes islámicos, budistas, rastafarios o seculares, si vamos al caso; el cristianismo no le lleva ventaja a ninguna otra religión en ese respecto). Pero estas contribuciones palidecen ante el colosal y multifario récord, profusamente documentado, que señala al cristianismo como una de las amenazas más importantes para el desarrollo de la humanidad.
Desde el comienzo de su historia hasta el día de hoy, el cristianismo ha sido una religión de cismas y conflictos. No hay un solo documento en el mismísimo Nuevo Testamento que no advierta sobre falsos maestros o que ataque a otros cristianos. Bien tempranito, a finales del siglo II, el escritor pagano Celso nos cuenta que los cristianos “se calumnian constantemente entre sí con las insultos más viles, y no pueden llegar a ningún tipo de acuerdo en sus enseñanzas.”
Una vez ganado el control del imperio, gracias a Constantino, la vertiente literalista del cristianismo se sintió a sus anchas. Barrió con todas las sectas cristianas y cristianismos alternativos, condenándolos y persiguiéndolos como herejías. Minuciosamente destruyó el gnosticismo, su mayor competidor y, según varios estudiosos, el cristianismo original. Torturó a pensadores paganos y brutalmente aplastó profetas, filósofos y científicos de otras religiones.
El mejor ejemplo de este frenesí cristiano contra la ciencia, aparente ya desde la fundación misma de la religión, es el asesinato de Hipatia, una de las científicas paganas más talentosas e importantes de la antigüedad. Instigados por Cirilo, el arzobispo de Alejandría, una turba de monjes cristianos la sacó de su carruaje para acto continuo arrastrarla hasta una capilla donde la despellejaron con conchas afiladas y la despedazaron… A Cirilo lo hicieron santo.
Por aquello de que no los acusaran de no haber sido meticulosos, y obedeciendo un decreto imperial, hordas de monjes iletrados quemaron la sabiduría acumulada y el conocimiento científico contenido en la biblioteca de Alejandría. Nos cuentan Timothy Freke y Peter Gandy que
Los antiguos habían construido las pirámides y el Partenón, pero dentro de unos pocos cientos de años de cristianismo, en muchas zonas de Europa la gente había olvidado cómo hacer casas de ladrillo. En el siglo I EC, Posidonio había creado un bello modelo giratorio del sistema solar que representa fielmente las órbitas de los planetas. A finales del siglo IV era un sacrilegio no creer que Dios ponía las estrellas en el cielo cada noche. En el siglo III EC, el erudito alejandrino Eratóstenes había calculado correctamente la circunferencia de la Tierra con muy poco margen de error, pero ahora se había convertido en una herejía no creer que la Tierra era plana.
Bajo estos cristianísimos auspicios la civilización mediterránea entró en la Edad Oscura, durante la cual el aparato totalitario de la Iglesia obstaculizó todos los avances científicos, filosóficos, sociales y culturales que atentaran contra su dominio. ¿Crees que Jerónimo Bosch hubiera podido pintar El jardín de las delicias en algún siglo anterior al XVI? ¿Piensas que Erasmo de Rotterdam contó con el respaldo del cristianismo para redactar su Elogio de la locura aun en el siglo XVI?
He mencionado arriba solo algunos ejemplos que apenas constituyen una infinitésima fracción de los vandalismos cristianos tempranos. Los que quieran obtener el panorama completo, investigar más sobre la represión eclesiástica que debieron vencer nuestros más importantes humanistas, aprender más sobre estos temas y formar sus propias opiniones, consulten aquí:
- A Chronicle of the Last Pagans, Pierre Chuvin
- The Pagan Reaction, Pierre de Labriolle
- Pagans and Christians, Robin Lane-Fox
- Against the Galileans: An Imprecation Against Christianity, Flavius Claudius Julianus
- Against the Desecration of the Pagan Temples, Libanius
- The Error of Pagan Religions, Julius FirmicusMaternus
- The Origin of Satan: How Christians Demonized Jews, Pagans, and Heretics, Elaine Pagels
- Galielo’s Daughter, Dara Sobel
- Origines et evolution de l’intolerancecatholique, Robert Joly
- Codex Theodosianus (Books XVI and IX)
Violencia, división y guerra
Presentarme una tablita para refutar el vínculo que hago entre religión y violencia revela una inocencia tan cautivadora y un candor prepubescente tan desarmante que me veo embargado por el deseo de revolverte el cabello como a un niño.
A ver… Rebates mi declaración de que la religión (cualquier religión, toda religión) ha generado y genera guerras, división y violencia con una tabla en la que aparece una lista de conflictos bélicos. Y (debemos suponer, puesto que no lo explicas), como los nombres de esas guerras no aluden a un tema religioso concluyes que la religión no tuvo nada que ver con ellas…
Amigo: no estamos en kindergarden. Me doy cuenta que erróneamente asumo que a estas alturas todos sabemos quién fue Michel Foucault y qué es la epistemología. Erróneamente asumo que todos entendemos que a partir de Constantino el cristianismo impuso todos los marcos de referencia filosóficos y epistemológicos dentro de los cuales, obligatoriamente, debían y todavía deben darse los intercambios de significado por medio de los cuales se crea una política, una cultura, una sociedad. Erróneamente asumí que por lo menos tú lo entendías, puesto que te veo tan inclinado a rescatar para el cristianismo los renacimientos culturales que mencionas en tu artículo. ¿Lo positivo sí, pero lo negativo no? Chulísimo.
Pero no quiero complicar este ensayo con Foucault. Una manera más sencilla de decir lo que quiero decir arriba, y para que me entiendan lo más densos, es así: ¿Cuántas capas crees que habría que rascar en cada una de las guerras de tu tablita para llegar a la bisagra del cristianismo? ¿Cuántas capas para llegar a cualquier substrato religioso, cristiano o no? El nombre “Guerra Civil Española” ciertamente no alude a ninguna religión, y sin embargo el cristianismo potenció, justificó y facilitó las carnicerías de la falange, por no hablar de que Franco se veía a sí mismo como el instrumento de Dios para barrer con los impíos, los comunistas y los ateos. Igual sucedió en Italia con Benito Mussolini. Muchos de los conflictos que listas en tu tabla mágica apenas resisten que les rasquen la primera capa cuando ya aparece un crucifijo.
Tomemos el “Holocausto judío” por ejemplo. ¿Tan ingenuo eres que crees que esa masacre se dio en el vacío? ¿Realmente ignoras que ese evento sirve de culminación al milenario discurso cristiano que establece a los judíos como deicidas? Si no me crees a mí, escuchemos este discurso de Adolf Hitler en Munich el 12 de abril de 1922:
Mis sentimientos como cristiano señalan a mi Señor y Salvador como un luchador. Me recuerdan al hombre que alguna vez en soledad, rodeado por unos pocos seguidores, reconoció a estos Judíos como lo que eran y convocó a sus hombres para luchar contra ellos y que, ¡Dios sabe que es verdad!, se distinguió menos como una víctima que como un luchador. Con un amor sin límites, como cristiano y como hombre, leo el pasaje que nos cuenta cómo el Señor por fin emergió en todo su poder y con un látigo sacó fuera del Templo a esa casta de víboras y culebras. ¡Cuán tremenda fue su lucha contra el veneno judío! Hoy, después de dos mil años, embargado de la más profunda emoción reconozco más profundamente que nunca el hecho de que fue por esto que Él tuvo que derramar su sangre en la Cruz. Como cristiano, no tengo el deber de permitir que se me engañe, sino que tengo el deber de ser un luchador por la verdad y la justicia. Y si existe algo que pueda confirmar que estamos actuando correctamente, es la angustia que crece día a día. Porque como cristiano tengo también un deber ante mi pueblo. Y cuando miro a mi pueblo veo que se afana y labora y trabaja y al final de la semana su salario es solo miseria e infortunio. Cuando salgo por la mañana y veo a estos hombres de pie haciendo sus filas y veo su caras abotargadas, entonces creo que no sería cristiano, sino el mismísimo diablo, si no sintiera lástima por ellos, y si, como hizo nuestro Señor hace dos mil años, no arremetiera contra aquellos que los saquean y los expolian.
Para colmo de males, tu tabla no incluye los siguientes hitos de la historia de la humanidad, facilitados y justificados por el cristianismo:
- La conquista y colonización de América.
- El genocidio de los indios Taínos.
- La expulsión de los judíos y moros de España.
- La expulsión de los judíos de cualquier parte.
- El etnocidio de los Aztecas, Mayas e Incas.
- El tráfico trasatlántico de esclavos.
- La colonización de la India y África por el imperio británico.
- La idea misma de la colonización en nombre de la evangelización.
- La protección de muchos perpetradores de masacres en Ruanda.
- La provisión de salvoconductos a altos jerarcas del Tercer Reich.
- La prohibición de la planificación familiar por medio de contraceptivos, incluyendo el condón, contribuyendo a la propagación del VIH y la sobrepoblación.
- La resistencia y efectiva oposición a la educación sexual en las escuelas.
- … ymuchascosasmás.
Dejo aquí los siguientes libros para tu futura edificación, y la de los lectores:
- Essaisurl’espritd’orthodoxie, Jean Grenier
- The Origins of Totalitarianism, Hannah Arendt
- What is Fascism?, Emilio Gentile
- The Open Society and Its Enemies, Karl Popper
- La arqueología del saber, Michel Foucault
- L’Eglise et la guerre: de la Bible à l’èreatomique, Georges Minois
- The Bible and Colonialism: A Moral Critique, Michael Prior
- The Wretched of the Earth, Frantz Fanon
- L’Eglise et le genocideauRwanda: les Pèresblancs et le négationnisme, Jean-DamiscèneBizimania
- Machete Season: The Killers in Rwanda Speak, Jean Hatzfeld
- Imperial Eyes, Mary Louise Pratt
- Breve historia de la destrucción de la Indias, Fray Bartolomé de las Casas
- The Spanish Inquisition: A History, Joseph Pérez
- Mein Kampf, Adolf Hitler
- Pius XII and the Third Reich: A Documentation, Saul Friedlander
- Moral Duty: The Role of the Catholic Church in the Holocaust and Its Unfulfilled Duty of Repair, Jonah Goldhagen
Delirios de persecución
Desde que Constantino adoptó el cristianismo como religión imperial, los cristianos pasaron de ser una minoría perseguida a una mayoría persecutoria. Destruyeron templos paganos, impusieron calendarios, quemaron bibliotecas enteras, falsificaron documentos, cristianizaron por la espada, pusieron y quitaron reyes, colonizaron países y destruyeron sus legados culturales, esclavizaron naciones enteras bajo pretexto de evangelizarlas, llevaron a la hoguera innumerables mujeres, científicos y filósofos… En tiempos modernos, los cristianos apalancan los poderes del estado, contribuyen millones de dólares a campañas políticas, detienen investigaciones científicas, construyen (como antaño) megatemplos lujosos, intervienen en las escuelas, se imponen sobre las leyes y legislan sobre el aparato reproductivo de las mujeres… Los cristianos evidentemente siguen siendo una mayoría persecutoria y poderosísima; no han cambiado. Alegar que los cristianos en general son un “grupo oprimido” (¡!) porque ISIS está matando los cristianos de Irak es, además de falaz, una simple grosería.
El Pentateuco
Vuelves a insistir en que el Pentateuco es relevante para la sociedad moderna, y para demostrarlo propones evidencia que solo te da para demostrar que el Pentateuco fue relevante, y sin duda muy útil, para los nómadas de la Edad del Bronce que lo produjeron y las religiones a las que sirve de substrato. Tu noble esfuerzo de espulgar el Pentateuco para rescatar lo positivo que contiene diluido entre lo negativo, es equivalente al esfuerzo, también noble, de entresacar granitos de maíz tierno en una bosta de excremento: nadie duda que el maíz está ahí pero, si tanto lo quieres, ¿no es más inteligente sacarlo de otra parte? Alguna perla de sabiduría tiene que haber incluso en MeinKampf, ¿pero para qué perder el tiempo excavándola ahí si con menos energía la encontramos en otro lado? Estos expendios irracionales de energía solo se explican en gente que tiene en sus casas bibliotecas de un solo libro. Si la Biblia es el único documento legítimo, depositario de la única verdad posible, se hace imperativo hallar en ella todo y a como dé lugar.
Si a tal grado disfrutas la literatura de la Edad del Bronce, lee el Poema de Gilgamesh, que, además de aleccionador (y curiosamente relevante; en él encontramos una de las más tempranas ponderaciones de la amistad y la igualdad), es muy entretenido.
Sometimiento de la mujer
Deja ver si te entendí… Tú te maravillas de cómo yo pude haber llegado a la conclusión de que el cristianismo somete a la mujer y condona la violencia en su contra…
Caramba… Pues, a ver cómo te lo explico:
…vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les es permitido hablar, sino que deben estar sujetas, como también la Ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos, porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.
(1 Corintios 14:34-35)
Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
(Efesios 5:22-24)
… pues el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón; y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.
(1 Corintios 11:8-9)
La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio, pues Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.
(1 Timoteo 2:11-14)
Me detengo aquí, pero podría seguir. Nota, también, que me limité al Nuevo Testamento (y algo más: tanto tus citas como las mías son de Pablo… ¿curioso, no?) Que hayas incurrido en la desleal tarea de cherry-pick tus bonitas citas solo viene a demostrar que la Biblia, en sus dos testamentos, es un potpurrí caótico donde cualquiera puede encontrar lo que sea y su opuesto (y eso, que se trata de la palabra inerrante del Señor). Encuentra respaldo quien afirma la igualdad de la mujer, y encuentra respaldo quien afirma su inferioridad. Encuentra respaldo quien quiera amar al prójimo y encuentra respaldo quien quiera meterle una granada fragmentaria en el gaznate. Encuentra respaldo el buen ciudadano para su civismo y el mal ciudadano para su cabronería. Encuentra respaldo el sí y el no, el no y el sí. La Biblia (el Corán también) es la entropía hecha libro.
O desconocías estas citas que coloco aquí, o las ocultaste. O te toman por sorpresa, o apostaste a que mi conocimiento de las escrituras es tan superficial como el del cristiano promedio. O eres totón por naturaleza o te haces el totón en nombre de Cristo Crucificado, escondiéndoles a tus cristianas lectoras la doctrina misógina del apóstol de Tarso (o de su pío falsificador)… Es igual. Lo que importa es que con estas citas aclaramos cómo es posible que yo pueda siquiera imaginar la noción, contemplar la idea, entretener el concepto de que el cristianismo oprime a la mujer.
Pero no me hago de ilusiones. Claro que estoy leyendo esos pasajes mal. Por supuesto. Los estoy descifrando usando la lógica del lenguaje, ¿a quién se le ocurre? Me falta una sensibilidad especial (¿la gracia del Espíritu Santo?), no manejo los detalles, las sutilezas del griego, la calidad de la traducción, etcétera, y estoy seguro de que tú o cualquier otro cristiano me proveerá rápidamente, expeditamente, con alguna solución ad hoc, una explicación traída por los moños, un primer o clave de último minuto (como el embeleco de la cruz romana de tu artículo), alguna exégesis de Youtube que haga que estos pasajes digan algo diferente de lo que dicen… Que digan, incluso, lo contrario de lo que dicen. Como el doublespeakde George Orwell en 1984. No abundaré sobre los méritos y deméritos de la improvisación de los apologistas y su nutrido catálogo de las diferentes modalidades de la falacia de la petición de principio; allá ellos. Pero como un hombre del común, pastor, feligrés o cristiano casual, abre la Biblia (palabra de Dios y fuente indiscutible de toda moralidad), y encuentra estos pasajes pero no esas convenientes salvedades, yo opino que lo que mejor es que ni la abra.
Quienes quieran edificarse un poco más sobre la guerra contra la mujer que los tres grandes monoteísmos vienen librando durante siglos, o empaparse un poco de teoría feminista, lean aquí:
- TheSecond Sex, Simone de Beauvoir (incluida en el Index de autores prohibidos por el Vaticano)
- Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, Judith Butler
- Sexual Politics, Kate Millet
- Medieval Marriage, Georges Duby
- Civitas Dei, San Agustín
- On Christian Doctrine, San Agustín
- Sex, Dissidence and Damnation: Minority Groups in the Middle Ages, Jeffrey Richards
- The Female Eunuch, Germaine Greer
Colofón
¿He sido demasiado riguroso para tu gusto, demasiado escéptico? Quizá, pero estoy seguro de que aplaudirías ese mismo rigor y ese mismo escepticismo si lo dirigiera contra el Islam. ¿Te has acercado, siquiera mínimamente, a establecer un procedimiento de argumentación e investigación que contribuya a demostrar científicamente tus reclamos? Digamos que, además de la historicidad de Jesús, tus procesos argumentales y tratamiento de la evidencia podrían perfectamente demostrar también la existencia del Unicornio Rosado Invisible, la verdad literal de los Transformers y la historicidad del Rey Arturo… Para más remate, son exactamente los mismos que utilizan los apologistas de todas las religiones del mundo para demostrar la verdad exclusiva de sus propias creencias. Así no funciona la ciencia.
Amén de las falacias, no te constriñes bajo ningún esquema, sino que vas de un lado para otro según tus necesidades dialécticas, respaldándote alternativamente en la razón y en la fe, en la documentación y en el dogma, en la fábula y en los hechos. Nunca te sitúas en la misma frecuencia que yo, o la de cualquier debatiente libre de prejuicios o convicciones a priori empeñado en una lectura real y crítica de las fuentes. Parece que te sientas a jugar ajedrez, pero a medida que avanza el juego tu contrincante se da cuenta de que simultáneamente estás jugando damas chinas, mancala, parchís y backgammon. Esa estrategia del debatiente creyente (cristiano o no) le impide ganar, pero también lo excusa de perder. Para que tengas una idea de lo que siente debatir contigo o con cualquier creyente, te recomiendo alguna vez debatir con un musulmán o con un judío ortodoxo… Pero, ¿qué estoy diciendo? Basta con que discutas con un católico o con cualquier cristiano de una denominación distinta de la tuya. Mírateeneseespejo.
La ciencia funciona exactamente al revés de cómo la has estado usando. Tú partes de una conclusión (Jesús existió en la carne y fue un dios) y entonces investigas, buscando a ver cómo la evidencia se amolda a tu reclamo, forzándola incluso. Por eso pasas tanto trabajo. El procedimiento correcto es el siguiente: investiga y estudia la evidencia primero y después determina qué te permite concluir. Muchos escenarios pueden acoplarse a la evidencia, no solo el que más nos gusta… pero, tal y como dicta la navaja de Occam, el escenario correcto siempre será el más sencillo, es decir, el que menos conjeturas contenga. En el caso que nos ocupa, y de acuerdo con la evidencia, responde tú mismo: ¿cuál es el escenario con menos conjeturas?
Aun así, fíjate que yo no afirmo que Jesús no existió. Si te parece que soy dogmático en mi negación de la historicidad de Jesús (que tengo fe en ella), analicemos nuevamente el lenguaje de mi postulado: “Sabes perfectamente bien que Jesús no es ubicable ni en el espacio ni en el tiempo…”
Ubicable. Localizable. Encontrable de acuerdo a coordenadas claras e indiscutibles. No afirmo que Jesús no existió, puesto que, adhiriéndome a la lógica de un argumento razonable, admito que la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia. Ahora bien, esa ausencia de evidencia en conjunción con la evidencia de un Jesús fabricado por el pastiche de mitos anteriores me permite a mí declarar que Jesús probablemente es un personaje alegórico, no una persona de carne y hueso. Si yo, con toda la evidencia a mi favor, me detengo justo antes de afirmar categóricamente que Jesús no existió, ¿qué soberbia te permite a ti afirmar que sí con toda la evidencia en contra? ¿Quién es el humilde y quién el arrogante en este debate?
Si la fe es lo que te permite pasarle por encima a todas estas dificultades, entonces ambos hemos perdido el tiempo miserablemente. Lo has perdido tú y me lo has hecho perder a mí, puesto que nos hubiéramos podido ahorrar todo este trabajo si desde el principio confiesas que crees en lo que crees porque sí, que es lo que significa creer algo por fe… yo te hubiera dejado tranquilo confesar tu credo, puesto que sé bien que hay personas que necesitan apoyarse en las muletas metafísicas que sean necesarias para poder sobrellevar la vida, e imaginar que existe en el cielo un Super Macho Alfa que los vigila para sentir que deben observar un comportamiento digno y cooperativo en sociedad. Pero la diferencia más importante entre nosotros no es esa. Si mañana descubren en alguna cueva o tumba fuentes primarias documentales o arqueológicas que, pasadas todas las pruebas, demuestran que posiblemente sí existió una persona llamada Jesús que hizo todas esas cosas de las que hablan los evangelios, ello bastará para que yo cambie de opinión acerca de la historicidad de Jesús, sin que pierda ningún testículo. Así funciona la ciencia o, por lo menos, así funciono yo. Ahora bien, ¿qué tipo de evidencia incontrovertible necesitarías tú para aceptar la idea de que Jesús es posiblemente un personaje mitológico y que no existió en la carne? Sé honesto contigo mismo y con tus lectores; haz una lista de posibles pruebas incontrovertibles que te harían cambiar de opinión. Si al cabo de un par de días esa lista sigue vacía, abandona, por favor, todo futuro intento de demostrar en base a la razón algo en lo que crees a priori, porque sí.
Tus creencias, para bien o para mal, son circunstanciales. Si hubieras nacido en los Emiratos Árabes, hubieras puesto toda tu larga y ardua disquisición al servicio de Alá y su profeta. Si en lugar de decantarse por el cristianismo, Constantino hubiera elegido el mitraísmo como religión imperial (lo cual estuvo a punto de hacer), ahora mismo estuvieras defendiendo la historicidad de Mitras y no de Jesús. Tú y tus correligionarios en la fe son víctimas de contingencias históricas y geográficas. Del escéptico, del naturalista, del ateo, no puede decirse lo mismo, pues su referente es el universo mismo y el universo no posee circunstancias divergentes; la física en el mundo islámico es la misma que en el mundo cristiano e idéntica en el mundo budista, y no varía con el tiempo. La realidad es secular. Esta situación por sí sola debería darte pausa suficiente antes de declarar tu fe apodíctica en el cristianismo.
El problema de la fe no puede adjudicarse a una disfunción cognitiva. Sé que tu raciocinio y el raciocinio de cualquier cristiano funciona a la perfección; basta que un creyente de otra religión afirme algún precepto irracional de su credo para verlos a ustedes transformarse en naturalistas, en escépticos, en ateos rajatablas. ¿Qué Alá se llevó la cabeza de Muhammad hasta el cielo para que viera la copia original del Corán? LOL. ¿Que Siddhartha Gautama nació por una hendidura en el costado de su madre, la reina Mayadevi? LOL. ¿QueHunHunahpú y VucubHunahpú fueron convocados a Xibalbá, el inframundo azteca, porque hacían demasiada bulla mientras jugaban pelota? LOL. ¿Qué Jesús caminó sobre las aguas, resucitó al tercer día y ascendió al cielo delante de una muchedumbre? Por supuesto.
No. El problema no es neurológico; el problema es simple hipocresía y deshonestidad intelectual.
A continuación, me despido con una dedicatoria, un consejo y siete predicciones.
La dedicatoria
Dedico este ensayo a todos esos cristianos y cristianas que no necesitan que Jesús haya existido en la carne para apreciar sus enseñanzas y adoptar un comportamiento justo, amoroso y cooperativo en sociedad. A todos esos cristianos que atesoran (como atesoro yo también) lo mejor de los evangelios, no lo peor. A todos aquellos buenos cristianos que están menos pendientes de la letra (que mata), que del espíritu (que vivifica); cristianos no literales que realmente imitan al maestro de Galilea, ese individuo furiosa e incondicionalmente igualitario; ese personaje rosca izquierda que consistentemente rechazaba todas las invitaciones a juzgar, condenar y mortificar al prójimo, y que ofreció su amor y apoyo a todos sin presentarles disclaimers. Buenos cristianos, sinceros, honestos, cristianos que son como el samaritano de Lucas 10: 25-37, que no se desvían del camino para evitar a la víctima de atropellos, que no la juzgan, sino que con verdadera alegría, amor y regocijo la asisten, aceptan e integran sea quien sea, crea lo que crea, gústele lo que le guste. Aunque no comparta tampoco con este tipo de cristianos la creencia en una inteligencia suprema creadora de la realidad que nos circunda, sí los felicito porque al menos ellos imaginan un Dios menos mezquino, menos cicatero, menos pueblerino, menos municipal, de miras menos estrechas, menos parecido a un anciano sexualmente acomplejado y amargado y santurrón, menos brechero, menos averiguao; un Dios que, habiendo creado cuásares, agujeros negros, estrellas de neutrones, supernovas, hermosas galaxias en espiral, el sonido cósmico de trasfondo, el espaciotiempo, los fotones, los quarks, los neutrinos, la gravedad, la materia y energía oscuras, que habiendo, en suma, fabricado la vastedad inconmensurable del universo, no se muestra tan interesado en lo que hagan con sus órganos genitales los primates lampiños que puso en una esferita azulosa que orbita una estrella amarilla de mediana edad, reina de un sistema planetario que velozmente gira en uno de los brazos exteriores de una galaxia ordinaria entre millones de galaxias ordinarias del Virgo Supercluster. Ese es, sin duda, un Dios con perspectiva divina, no el diácono provinciano, rezador, mojigato y envidioso del placer, el amor y la alegría que imaginan otros…
El consejo
El consejo te lo doy como veterano articulista y polemicista de más de treinta años de experiencia, y es el mismo que te daría un jugador profesional de póquer. De hecho, dejaré que sea Kenny Rogers quien te aleccione con el coro de su canción TheGambler:
You’ve got to know when to hold ‘em
Know when to fold ‘em
Know when to walk away
Know when to run.
Has estado jugando un juego con cartas muy malas, y te has ido all in a lo loco, creyendo que tienes escalerita cuando solo cuentas con un par de dos. El pavoneo con que cierras algunos párrafos, convencido de que me has arrinconado con un jaque mate, no hace sino enfatizar lo perdido que estás en esta partida. En este respecto, Kenny Rogers, nuevamente, tiene las siguientes palabras para ti:
You never count your money
When you’re sittin’ at the table.
There’ll be time enough for countin’
When the dealin’s done.
Las predicciones
Las predicciones que haré son un ejercicio científico. ¿De qué vale adelantar una hipótesis si no es capaz de hacer una predicción correcta que inmediatamente la valide? De tal modo, y a la luz de lo que he propuesto en mi refutación final de tus escritos, humildemente propongo lo siguiente:
- Jesús no vendrá. No vendrá hoy y no vendrá mañana. El rapto no sucederá. Ningún automóvil perderá su conductor, arrebatado por un carpintero astral. Yo no lo veré. Tú no lo verás. Nuestros hijos tampoco. La postrera sombra, como la llama Quevedo, cerrará nuestros ojos y nada de eso habrá pasado. Ni pasará. El único que vendrá a llevarse a los cristianos es el olvido. El mismo que se llevó a los seguidores de Zeus, de Zoroastro, de Ahura-Mazda, de Tezcatlipoca, de Huitzilopochtli, de Shiva. El mismo que ha borrado de la faz del planeta religiones más antiguas, más duraderas y menos sangrientas.
- Ningún muerto resucitará. Los elementos que devolvemos al ecosistema al morir no volverán a recrear nuestros cuerpos, sino que permanecerán en constante flujo, formando otras estructuras y sirviendo de nutrimento a otros organismos. En cinco billones de años nuestro hermoso sol amarillo se transformará en una gigante roja que se hinchará hasta la órbita de Júpiter, esparciendo la esfera terráquea como un terrón de azúcar, y con ella los elementos que alguna vez nos constituyeron; fértil simiente para algún futuro sistema planetario.
- El cristianismo evangélico y fundamentalista terminará de agotar la paciencia de mujeres, homosexuales y de la ciudadanía en general con sus llamados a la intolerancia, la desigualdad y el odio, y con sus pontificaciones morales de la edad del bronce. Muchos cristianos de temperamento moderno se distanciarán de ese discurso. El cisma acabará de completarse con el tiempo, pero el daño ya estará hecho.
- El cristianismo lentamente desparecerá. El Islam lo superará muy pronto como religión mayoritaria del planeta Tierra, pero el Islam, gradualmente, también se desvanecerá tal y como se prefigura en las tendencias de religiosidad global de las encuestas Win-Gallup, en la que la religión decrece por un 9% y el ateísmo crece en un 3%. A medida que se terminan de desarrollar intelectual y materialmente las diferentes comunidades humanas, desparece la religión, expulsada de la experiencia humana con todas las otras supersticiones que nos plagan.
- Las religiones del mundo recularán hacia reductos cada vez más pequeños de gente muy pobre y sin educación, tal y como vemos en la encuesta. En el futuro, pasadas todas las singularidades, cuando la población humana deje de crecer y se estabilice en quince mil millones de seres humanos (según predicen los modelos matemáticos de la Universidad Autónoma de Madrid), incluso esos reductos desaparecerán, y con ellos, todo rastro de religión.
- Entraremos en una era de verdadera igualdad de género o de post-género. Cualquier consideración en contra será vista como una salvajada; de hecho, ni siquiera podrá ser comprendida.
- La humanidad será feliz. El pasado (es decir, tú y yo y todo lo que nos rodea) les parecerá a esos hombres y mujeres futuros tan misterioso e incomprensible como nos parece a nosotros hoy nuestro pasado. Este debate será para ellos y ellas un ejercicio redundante y absurdo.
Tanto como lo es para mí ya en el presente.
Hasta siempre.
Fuente: http://www.pedrocabiya.com/2014/09/eppur-si-muove-respuesta-a-jesus-dalessandro/