La noche del 30 de mayo de 1961 comenzó el fin de la dictadura de Rafael L. Trujillo, cuando un grupo de conjurados apoyado por organismos de inteligencia de los Estados Unidos, ajusticiaron al tirano en la antigua carretera Sánchez, camino a su natal ciudad de San Cristóbal. Desde principios de junio de aquel año, los implicados fueron ultimados en las calles de Santo Domingo, mientras otros murieron a manos de Ramfis Trujillo al caer la tarde del sábado 18 de noviembre, minutos antes de que él y sus familiares abandonaran el país. Solo dos de los héroes del 30 de mayo quedaron con vida: Antonio Imbert Barrera y Luis Amiama Tio, y nunca fueron olvidados por los amigos y parientes de Trujillo.
En la mañana del martes 21 de marzo de 1967 el general Imbert Barrera fue tiroteado en la calle Pedro Henríquez Ureña próxima a la intercesión de la Cesar Nicolás Penson y Alma Mater. Su vehículo fue impactado por una ráfaga de ametralladora y el héroe nacional herido en diferentes partes del cuerpo, mas sus agresores no lograron el objetivo, que al parecer era darle muerte. Tres años después, la noche del domingo 15 de febrero de 1970, un avión de pasajeros DC-9, de la línea Dominicana de Aviación, se accidentó próximo al Aeropuerto Internacional de Caucedo, en el mar Caribe. Todos los ocupantes de la nave, 102 personas, perdieron la vida, entre ellos la esposa, la hermana y la hija de héroe nacional Antonio Imbert Barrera. También el destacado pugilista dominicano Carlos –Teo- Cruz, ex campeón mundial del boxeo. Desde entonces quedó la duda de si realmente aquel trágico evento fue un accidente o simplemente se trató de un atentado criminal de terroristas vinculados a la familia del dictador Rafael L. Trujillo, en venganza por la participación de Imbert Barrera en la heroica acción de 1961.
Las pesquisas dirigidas al esclarecimiento de lo que fue considerado un accidente, no arrojaron conclusiones precisas sobre lo que pasó aquel domingo: La aeronave, que minutos antes de la desgracia había despegado hacia la isla de Puerto Rico, llevaba a bordo 102 personas, entre ellas doña Aida Imbert viuda Domínguez, Guarina Tessón de Imbert y su hija Leslie Imbert. Además de los dominicanos, también iban en ese vuelo 53 puertorriqueños y algunos norteamericanos, dos peruanos, dos cubanos y Roger Rosell, el sacerdote belga, secretario de la Confederación Episcopal y miembro de la congregación del Inmaculado Corazón.
Una parte de los cadáveres rescatados del mar Caribe fueron trasladados a la morgue del Instituto de Anatomía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y “colocados en baños especiales con una formula a base de formol concentrado”, con el fin de conservarlos para su debida identificación de parte de las autoridades y de sus familiares; operación muy difícil debido a la deplorable situación en que se encontraron los cuerpos.
Entre los accidentados se encontraban integrantes del equipo de volibol de Puerto Rico y “la esposa, un hijo y la suegra de un ejecutivo de la Casa Bermúdez, de Santiago”. La situación de salvamento de los restos se dificultó por la profundidad de las aguas, unos 900 metros y la presencia de tiburones que hicieron casi imposible el trabajo de los submarinistas. La prensa trajo la información de que, por la forma que presentaban algunos recipientes de metal encontrados en el área del siniestro, todo parecía indicar que el accidente había sido producido por una explosión, ya que estos se encontraban “comprimidos y aplastados”.
Al momento del lamentable accidente, la Aerolínea Dominicana de Aviación estaba administrada por Hans Paul Wiesse Delgado, quien mostró interés en que apareciera la caja grabadora del aparato y declaró a la prensa “que la misma constituye una especie de computadora donde quedan grabados todos los datos que sobre el grado de inclinación, altura, velocidad y temperatura hicieron los comandantes del avión antes de estrellarse sobre el mar Caribe”.
Para investigar la verdad de lo acontecido, fueron traídos al país Mike Becket, de la empresa fabricante del avión y Doña Goodrige, ingeniera de la empresa fabricante de las turbinas del DC-9, ambos de nacionalidad norteamericana. En aquellos días en la prensa se publicaron conjeturas relacionadas con la posibilidad de que en el tanque de gasolina de la nave aparecieran algunas “materias extrañas”; pero esto no fue científicamente comprobado. También se hicieron indagaciones sobre la capacidad y edad de los pilotos de la nave, como del trabajo de supervisión de los mecánicos del avión. Las pesquisas fueron dirigidas por una comisión nombrada por el Poder Ejecutivo y encabezada por el Procurador General de la Republica, doctor Anaiboní Guerrero Báez.
De lo que pasó la noche del domingo 15 de febrero, que provocó la caída del DC-9 de Dominicana de Aviación no hay nada concluyente. Cada cierto tiempo circulan algunas versiones sustentadas en hipótesis que no se han podido demostrar, entre ellas las que apuntan al interés de relacionados con la dictadura de Trujillo en vengar la muerte del dictador dominicano. Las conjeturas más socorridas hablan de la incapacidad de los pilotos cubanos que piloteaban el avión y de que estos no tenían experiencia en ese tipo de aviones DC-9. Además, se habló de que el día del accidente los pilotos habían trabajado en exceso viajando a varios países antes de partir hacia Puerto Rico, por lo que estaban cansados. Sin embargo, en la población corrió la versión, y así muchas personas todavía lo creen, de que no hubo tal accidente, sino un acto terrorista preparado por Rafael Leonidas Trujillo hijo (Ramfis), con el propósito de poner fin a las vidas del General Antonio Imbert Barrera y Luis Amiama Tió, participantes en la muerte del dictador Trujillo el 30 de mayo de 1961.
Han pasado 46 años de aquel terrible acontecimiento que enlutó la sociedad dominicana, y fallecieron los dos sobrevivientes responsables de la muerte de Trujillo. Todo apunta a que el hecho fatal que costó la vida a 102 seres humanos, fue un fatal accidente. Sin embargo, las verdaderas causas que provocaron la caída del DC-9 de Dominicana de Aviación, todavía nadie las conoce, quedando como simples notas periodísticas de los 12 años de gobierno de Joaquín Balaguer y la hipótesis nunca comprobada: ¿Se trató realmente de un atentado terrorista contra el General Imbert Barrera?. Algún día la historia se encargará de despejar todas las dudas.
(Para este artículo de la serie “Crónicas de los 12 años de Balaguer” fueron utilizadas las siguientes fuentes: “Tratan de matar General Imbert”, El Nacional, 21 de marzo de 1967; Miguel Ángel Prestol, “Todos mueren: llevan restos a la UASD”, El Nacional, 16 de febrero 19970; “Dudan que saquen avión del mar”, El Nacional, 17 de febrero 1970; “Descartan gasolina del jet tuviera materia extraña”, El Nacional, 23 de febrero 1970; Alipio Cocco Cabrera, “Accidente aéreo de 1970 constituye principal tragedia RD en una década”; El Nacional, 11 de septiembre 1976 ).