No hay discurso sin ideología, ni ideología que no pueda ser expresada a través de discursos. Esta afirmación resultaría un tanto descabellada si la visión del lector sobre el concepto “discurso” se circunscribiese sólo a lo inmanentemente lingüístico. Sin embargo, investigaciones actuales dejan entrever que dicho concepto sobrepasa las posibilidades de un idioma. No se trata llanamente de asumir la dimensión semiótica, en sentido lato, como ornamento de la comunicación oral. No. Los textos pictóricos, sí textos, también son portadores de ideologías, en tanto transmiten formas de pensamiento, sin importar que dichas formas de pensamiento operen en como mínimo un idioma (Roa, 2010).
Este planteamiento no sólo implica ampliar la concepción tradicional sobre “discurso y texto”. También hay que modificar la noción más antiquísima de “ideología”, adjudicada, con cierta exclusividad, a las estructuras de poder político. Es muy común hablar de las ideologías políticas de siglos pasados en términos peyorativos. De hecho, pudiera resultar extraño el que dicho concepto se asocie a los sistemas de ideas y de creencias compartidos por grupos que, a través de discursos, legitiman prácticas sociales.
El estudio de las ideologías en el cine posiblemente sea la mejor forma de ilustrar estas ideas.
Obviamente, el término amerita una clasificación, según sean las características de los sujetos que lo creen y lo promueven. Religiosa, educativa, científica, literaria, económica, capitalista, neoliberalista, gremialista, racista, sexista, nacionalista, xenofobista, política, etc, son algunos adjetivos idóneos, que hoy por hoy precisan distintos sistemas de representación del mundo, es decir, ideologías.
Algunas teorías del análisis crítico del discurso han permitido ampliar el concepto; por lo que, ha quedado casi en desuso la idea marxista que propone ideología sólo como “aquel sistema de representación del mundo que permite a la clase dominante legitimar su posición privilegiada sobre la clase dominada”.
En la actualidad, las ideologías son entendidas como los sistemas de ideas, creencias, valores, etc. que legitiman y dinamizan prácticas sociales, cuyo vehículo ineludible son los discursos. Hallamos ideologías en todos los discursos, incluyendo los expresados en lenguas de señas, en novelas, en cuentos, en poesías, en ensayos, teatro, en arte pictórico, en las esculturas, en la moda, en la música, en los ritos religiosos, en los actos fúnebres y en el cine, etc. (Destutt de Tracy, A, (2001) Elementos de Ideologías. Buenos Aires: Nueva Visión. Vol. 1).
Resulta imposible segmentar un discurso de su ideología, sin importar la complejidad de significante que emplee su enunciador (verbal o no verbal). En esto radica, en parte, la complejidad del lenguaje; entendido, esta vez, como sistema de significación humana. Como afirma Saussure en el Curso: “Desde un primer momento conviene situarse en el terreno de la lengua y tomarla como norma de todos los demás sistemas de comunicación”. Dicho de otro modo, una lengua es el único saber que se aprende para aprender otros saberes.
Una vez el sujeto se apropia de una lengua, puede estudiar ideologías en forma/significante y en otros sistemas representamen. He aquí el concepto “complejidad”, el cual no debe ser entendido en equivalencia a complicado o difícil, sino en el mismo sentido que se entiende el término “compuesto”. Edgar Morín apunta que para entender la complejidad de los discursos, hay que “sustituir el paradigma disyuntivo por un paradigma conjuntivo”; porque, aunque éstos implican dos operaciones lógicas por excelencia; el primero es excluyente, mientras el segundo es incluyente al responder a una perspectiva cosmológica. No se trata, entonces, del mero conteo de tres a cinco posibles hipótesis causales de una realidad sincrónica para elegir la que mayores indicadores reúna dentro de las variables observadas. Esto es, no es posible elegir entre discurso e ideología, puesto que cuando decantamos por una, estamos eligiendo al propio tiempo la otra.
Se trata, más bien, de hurgar entre la sinergia interdiscursiva que reproduce la confluencia de más de un sistema de signos que tienen como intención expresar determinada forma de pensamiento (ideología) en los lectores/oyentes/televidentes. El estudio de las ideologías en el cine posiblemente sea la mejor forma de ilustrar estas ideas. En el siguiente artículo veremos cómo operan las ideologías educativas en dos discursos filmográficos pertenecientes al género pedagógico.