Lavo mi cara con lágrimas que aún brotan de mis ojos tristes.
Ante la tumba, converso con el silencio de tu voz.
Siento tu piel en mis pensamientos, mientras mis brazos extrañan el calor de tu cuerpo.
Te oigo estentórea, enfática y aguerrida, mientras mis oídos extrañan el timbre de tu voz.
Déjame seguir llorando tu partida ¿Quién dice que por ello estoy triste?
Si llorar inspira mi aliento, déjame seguir llorando frente al nicho que te alberga.
Cinco meses han pasado, ya no escucho tu voz, estás en esa tumba, junto a papá, tranquila, sin lágrimas, ni lamentos, ni dolor, mientras disfruto el torrencial de mis ojos por tu ausencia.
Déjame seguir llorando, que así yo soy feliz, déjame seguir llorando, para que de ese modo sigas viva en mí.
No me detengas. Déjame seguir llorando, para lavar con mis lágrimas, las manchas negras que enturbian mi piel.